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03 abril 2014

Conflicto docente, es difícil pensar… no imposible: Hacia un foro pedagógico


Andrés-Brenner

Por Miguel Andrés Brenner

Múltiples asambleas de autoconvocados docentes, marchas en tantísimas ciudades de la provincia de Buenos Aires, entre otras actividades, dentro del marco del último paro, calladas por los hegemónicos medios masivos de difusión, silenciadas (salvo las grandes y multitudinarias concentraciones en la Ciudad de la Plata y en la Ciudad de Buenos Aires). A partir de ese contexto, vaya esto tan difícil de pensar… No imposible.

Un compañero de militancia en épocas de juventud me invita a un encuentro reflexivo organizado por una agrupación sindical en el distrito bonaerense de Almirante Brown. Una escuela de la ciudad de Adrogué, alrededor de 50 participantes militantes y también enseñantes a la vez, más de dos horas reloj, prácticamente casi todos en algún momento toman la palabra, no hay discursos de quienes más saben ni arengas para insuflar ánimos, simplemente, espacio comunitario de reflexión, particular “parate” a fin de preguntarse “¿y ahora qué?” Es jueves 27 de marzo de 2014.

Finalizado el encuentro, al día siguiente, me puse a pensar. Visiblemente el conflicto tiene como bandera de lucha el salario; sin embargo, en la reunión poco tiempo se dedicó a tal cuestión, más que nada la preocupación giró alrededor del  “maltrato” constante que el docente padece cotidianamente en situación de escuela. Alumnos tensionados, padres tensionados, normativas y diseños curriculares que caen “prescriptivamente” sobre la cabeza de los docentes, tareas que exceden a la enseñanza, infraestructura deficitaria, etc., etc. Nadie orienta su tarea de enseñar, padece normas que le llueven como tormenta eléctrica. Se le “ordena” escolarmente hasta la saturación. El maestro se siente “saturado” de órdenes, está “cansado” de las órdenes ministeriales. ¡ Y claro !, cuando dos jueces “ordenan” levantar el paro en la provincia de Buenos Aires, el mismo término “ordenar” resulta no potable, mas bien, insoportable e irritante. Es una argucia más del poder que pretende “desgastar” a quienes se encuentran en lucha por una justa reivindicación  judicializando el problema, cuando éste se resuelve políticamente.

El presente conflicto docente aparece como un “estallido” que se manifiesta a través del salario. Pero… ¡ ojo !, un “estallido” sin organización, sin cauce crítico / creativo comunitario, de pronto, se apaga, y el mismo malestar continúa luego en el aula, en la escuela.

Un agravante más, y esto que señalo es sumamente preocupante. Hay mentiras que circulan por los grandes medios de difusión (por ejemplo, que el aumento salarial propuesto por el gobierno de la provincia de Buenos Aires es del 30,9% en virtud que no ingresa en el mismo la mayor cantidad de los docentes, que se destina un 37% del presupuesto provincial a la educación en virtud que la misma página web del Ministerio de Economía no alcanza al 30%, que hay docentes que ganan por mes $ 44.200, etc., etc.). Miente, miente que algo quedará, ya lo decía Joseph Goebbels, ministro de propaganda del régimen nazi en época de Adolf Hitler. Se logra, de hecho, desprestigiar más aún al docente. Se debilita el reconocimiento social y la autoestima, y los alumnos aprenden el escaso valor social del maestro, a quien cada vez más cuesta hacer oír en el aula sus consignas, precisamente, porque los alumnos aprendieron socialmente muy bien que su maestro “no vale”.

Entre tanto, la mayor parte de las agrupaciones sindicales que dicen defender al docente, a la escuela pública, y se encuentran en la conducción de los gremios, no toman como bandera de lucha las políticas pedagógicas. ¿Por qué digo políticas pedagógicas y no políticas educativas?, a fin de centrarnos en la enseñanza y en el aprendizaje, es que todo confluye ahí, sin negar otras facetas que hacen a la vida de la escuela.
Una preocupación más. La academia es ausente. Ausente en la crítica a las políticas neoliberales desde su instalación en educación, que hacen furor durante la década del ' 90, salvo loables excepciones, ausente en el mismo sentido en una crítica / creativa ya sobrepasando el inicio del nuevo milenio. No le dan una mano al maestro en el aula. La crítica, si acontece, luego de situaciones explosivas. La academia mira su propio ombligo. En tal sentido, la pregunta es, ¿también ahora el maestro se siente ignorado por la misma?  El interrogante tiene implícita la respuesta, en tanto los discursos pedagógicos son funcionales al poder vigente, o lo que se denomina bloque hegemónico.

El padecer docente debiera ser materia de interpretación, no meramente para poder sobrevivir, además para poder enseñar, y solamente se enseña cuando el alumno aprende, verdad de Perogrullo. Si el alumno no aprende y el maestro dice enseñar, acontece el simulacro, tan frecuente en nuestro hoy. Y si acontece el simulacro, podríamos preguntarnos si las teorías pedagógicas que predominan no lo son también.

Ante la problemática señalada, una propuesta es la desobediencia pedagógica contra la colonización pedagógica. Para dicha desobediencia hay que saber, con prudencia pero tenacidad, qué es lo que hay que desobedecer, con cuáles argumentaciones y propuestas alternativas. Aquí valga mencionar la acción de resistencia a partir de una justicia pedagógica, criterio ético de todo proceso liberador.

Veamos, si hay un sistema económico que produce exclusión a nivel mundial, es injusto, lo mismo desde el punto de vista político y… también pedagógico. Los alumnos tienen derecho a aprender, si no aprenden es que no enseñamos, hay ausencia de ética en los criterios pedagógicos desde los que trabajamos. Quizá no estemos habituados a relacionar pedagogía y ética (justicia en este caso). Si alguna culpa hay, solamente la tendrías vos que no llevás a la práctica los lineamientos educativos seleccionados en el marco de las políticas educativas vigentes y del ejercicio del poder académico que decide cuáles textos hay que difundir, cuyas matrices político culturales no se encuentran en la tierra de nuestros pueblos del Sur. Desde ese lugar puede hablarse de una soberanía pedagógica, autónoma de las producciones del Norte, no porque sean del Norte, meramente, sino por cuanto se presentan como únicas, y de ahí el pensamiento único que no permite el pensamiento crítico. Es que primero no se da la libertad y luego la justicia, a la inversa, la justicia es condición de posibilidad de la libertad. La justicia no es un regalo, es consecuencia de la lucha, la justicia es condición de posibilidad de libertad, consecuentemente, de pensamiento crítico liberador, en nuestro caso, en perspectiva pedagógica.

Ahora sí, podemos hacer mención al Foro Pedagógico.

Reiterando, ¿por qué Foro Pedagógico y no Educativo? Simplemente, para centrarnos en las actividades de enseñanza - aprendizaje en el aula. ¿Es que no pueden tratarse todas otras problemáticas relativas a la escuela?: sí, pueden tratarse, más aún, deben tratarse las que importen, las que acucien, el desafío es poder centrarnos en aquello que nos inquieta en el aula y que no se trata en las luchas docentes, la pedagogía en su práctica.

El foro nos permite poner en común nuestra propia palabra, inquietudes, etc. El o los temas deben estar definidos con claridad, que participen todos, que se llegue a alguna conclusión, que su duración sea limitada (una extensión de cuatro horas, por ej., es excesiva, agotadora).

El foro si bien es local debe establecer redes de interrelación con foros de otros lugares o distritos, así evitar la fragmentación funcional al neoliberalismo (divide y reinarás).

Algunos ítems prácticos:

- No callarse más, no tener ese miedo tan frecuente en una camada importante de directivos y docentes. El miedo es sumisión ante una especie de Poder Absoluto, nos inmoviliza. Movilizar nuestra mente, nuestro corazón, nunca solos, siempre con otros. A uno lo sacan del mapa, a muchos, y organizadamente, resulta más difícil.

- Cada vez que tengamos algún trance de difícil solución, comunitariamente, solicitar la presencia del inspector o inspectora. Ejemplo: si los alumnos no aprenden, solicitar orientaciones muy concretas; si los alumnos no responden a las consignas del docente, solicitar dicha presencia. Digamos, así como nos bombardean con normas, bombardearles con problemas que no podemos resolver, en términos criollos, “cargosear así como nos cargosean”. Digamos la técnica de jiu jitsu o judo, utilizar la fuerza del oponente para vencerlo, conseguir nuestros objetivos. La comparecencia del inspector (o de quien fuere) no sea ante un docente solamente, sino ante el cuerpo docente. Hay cosas que decimos en sala de maestros o de profesores, nos descargamos, descarguémonos, pues, ante las autoridades y que nos ofrezcan alternativas al respecto. Es que los discursos normativos sobrevenidos hasta aquí no sirvieron, presionar para que hayan otros discursos que orienten efectivamente las prácticas docentes. Los inspectores o supervisores son “formateados” normativamente así ser funcionales a las políticas educativas de turno -no todos responden deshumanizadamente- . Los directivos tienden a ocultar problemas a los inspectores para no tener mala imagen en la conducción de una escuela, los inspectores tienden a ocultar a sus superiores por el mismo motivo. Hay una red de ocultamientos y simulaciones, salvo casos excepcionales.

- Si hay jornadas obligatorias de actualización y las propuestas que “bajan” no son significativas, no responder con una formalidad “para quedar bien”, mas bien, hacer planteos argumentadamente y solicitar por escrito la presencia de alguna autoridad ante la comunidad, a fin de responder tanto de modo verbal como por escrito a dichos planteos (los pocos que existen se cajonean).

- Los maestros sienten interrumpida la continuidad de los aprendizajes con tantas efemérides. Hacer planteos que correspondan al respecto.

- Sería interesante un “paro” administrativo en cuestiones que no tengan que ver con el contralor. El sistema educativo se reduce a un conjunto de papeles y normas, de manera tal que la dirección de una escuela se encuentre abocada a dichos requerimientos, además de “apaga incendios” (un padre insultó a un docente, un caño de agua que pierde, etc., etc.). La dirección escolar escasamente atiende las cuestiones pedagógicas, que son esenciales. Ciertamente, un directivo o un secretario no puede hacer ese tipo de “paro”, habría que tomar la secretaría mientras continúan dándose clases, y no de una sola escuela sino las del distrito, región o provincia. Intentar que los alumnos continúen con su proceso de enseñanza-aprendizaje, formular la protesta, el reclamo de otra manera, en contra de una burocracia que interfiere de manera negativa en lo pedagógico.

- Etc., etc. Propuesta: cada uno de nosotros hacer un listado de los problemas más frecuentes, en principio pedagógicos y luego los demás, que se presentan cotidianamente en la escuela en la que cada uno trabaja.

- Quizá estos ítems no sean válidos, o sí. Es en el foro donde debieran decidirse, es en los foros intercomunicados de diferentes escuelas, distritos, regiones. Luchar contra la fragmentación neoliberal.

Convengamos que lo propuesto no es tarea sencilla, o bien porque hay miedo, o bien porque no hay confianza en la participación, o bien porque hay una especie de “cansancio moral” ante el abandono del Estado, o bien debido al abandono pedagógico de las conducciones de los gremios (salvo excepciones), o bien debido al abandono crítico / liberador de la academia (salvo excepciones). Como botón de muestra, aquello que tantas veces acontece en los institutos de formación docente, cuando los alumnos hacen su práctica docente en el aula de una escuela a la que visitan, y luego comentan a su profesor/a que lo que aprenden en su formación a fin de ser maestros o profesores no condice con la realidad de la clase escolar.

¡ Ojo !, las condiciones pedagógicas también hacen a las condiciones de trabajo. Hay que luchar para que sean dignas, justas, soberanas.

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