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04 julio 2014

Sobre la Deuda (VI)

Moratoria deuda externa

Mario Mazzitelli

Por Mario Mazzitelli
 
Moratoria por 180 días.
 
El próximo sábado 5 de junio de 2014, después del partido de futbol que por el campeonato mundial jueguen Argentina y Bélgica en Brasil, Argentina debería declarar una moratoria en el pago de su deuda externa por 180 días. Esto postergaría cualquier solución surgida de una negociación al 2 de enero de 2015.
 
¿Será conveniente tomar esta resolución? ¿Podría significar un salto al vacío? ¿Conforma un acto de irresponsabilidad? ¿Llegará a ser una experiencia traumática como Malvinas?
 
Que el tema de la deuda no se ha resuelto es una obviedad. El gobierno confundió el momento de desendeudamiento con el mismo sistema de la deuda. No le pareció malo porque solo observó un lado de la  cuestión. Tenía razón. Es el caso de alguien que contempla a un esclavo mientras descansa. Seguramente no le parece tan malo el esclavismo. Tiene razón. Pero como se trata de un sistema, que tiene componentes, mecanismos y se desarrolla creativamente en el transcurso del tiempo, hay que tratar de verlo integralmente. Y es allí donde aparecen los aspectos inmorales y degradantes del sistema para la condición humana. Por eso nosotros podemos estar orgullosos de nuestros mayores, que en la búsqueda de la libertad y la justicia, supieron abolir la esclavitud de nuestro suelo sin confusiones, ni subterfugios, ni  especulaciones de ninguna naturaleza.
 
Que el sistema de la deuda tiene un mecanismo de saqueo y otro de dominación, en la Argentina está demostrado hasta el hartazgo. Bastaría observar lo que debíamos al salir de la dictadura (45.000 MD), lo que pagamos durante más de 30 años (más de 200.000 MD hasta el 2003 y 173.000 MD en los últimos 10 años, según la presidente en 2013) y lo que debemos actualmente (250.000 MD) para observar que el saqueo es casi permanente. Y bastaría recordar el monitoreo y las recomendaciones permanentes del FMI, avalado por las grandes potencias, para darse cuenta que sus recomendaciones  sobre temas tan inocuos como equilibrio fiscal, ajuste, privatizaciones, apertura de la economía, etc. conllevaban un modelo de país adaptado a las necesidades de esas mismas grandes potencias. Todo encaminado para que las grandes rentas de la Nación a saber: agraria (a través del manejo del comercio exterior), financiera (a través  de la penetración de la banca extranjera. Algunas  provincias llegaron a privatizar sus bancos y supimos hacer campaña para impedir que se privaticen el Banco Nación y el de la Provincia de Buenos Aires), hidrocarburífera (con la entrega de YPF y la penetración indiscriminada de las petroleras del mundo), minera (con una ley al servicio de las multinacionales), comercial (con el ataque a las cooperativas de consumo y el estímulo a las grandes superficies comerciales  extranjeras), ictícola (con una política de permisos de pesca vergonzante y  depredatoria), servicios (con el manejo omnímodo y sin controles de los servicios públicos más rentables) y la corrupción (para aquellos amigos que haciendo negocios con el Estado ayudan a sus amigos a construir poder político); quedaran en las manos de los sectores más concentrados y transnacionalizados de la economía. Todo esto con la secuela de  haber llevado los índices de pobreza e indigencia a niveles injustificables para nuestro país. Si, el sistema de  la deuda estuvo funcionando en plenitud.
 
Nos dieron un descanso. Veníamos de una crisis profunda que conmovió a nuestro país y a una parte de la humanidad. De hecho, algunos estudios ubican el 19 y 20 de diciembre de 2001, no solo como un punto de inflexión en la crisis financiera, económica, social e institucional de Argentina, sino como uno de los puntos de quiebre del orden neoliberal a  escala internacional. (Orden neoliberal que a fines de los ' 90 llevaba al conejillo de Anillaco al FMI, para mostrarlo como la mascota mejor amaestrada por el Imperio y de cuyos frutos se beneficiaba el pueblo argentino. Aquella mentira empezó a derrumbarse en esos días.) Ese descanso terminó.
 

La presión por el re-endeudamiento tiene varios años. Los sectores del statu-quo estaban agazapados, viendo en que momento el gobierno de rebeldía infanto-juvenil de los K, sin alternativa a la vista, tiraba la toalla. El jolgorio para la construcción de poder; sin reparar en el déficit fiscal, en la emisión irresponsable de papel moneda, en  la pérdida de competitividad del tipo de cambio, la aceleración inflacionaria, la pérdida de reservas del BCRA, la restricción externa, etc.; crearon las condiciones para imponerle una agenda "razonable" al gobierno. Que restituyera la confianza, las condiciones de inversión, etc. Y así llegaron las 5 causas del Imperio, con voceros locales y mucho respaldo mediático. El gobierno compró.
 
1.- Corregir los índices truchos del Indec todo monitoreado bajo la mirada atenta del Fondo Monetario Internacional (FMI)

2.- Avanzar con el pago de los juicios perdidos en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI), una institución del Banco Mundial con sede en Washington.

3.- Resolver los viejos compromisos con el Club de París. (sin reparar si esa deuda fue engordada durante la dictadura por las democracias de occidente que nos reclaman la deuda y que al mismo tiempo que cínicamente le demandaban al gobierno militar respeto por los derechos humanos le vendían armas a granel)

4.- Indemnizar a Repsol, (sin revisar el contrabando que practico la empresa durante años exportando petróleo sin control de ninguna naturaleza y a simple declaración jurada, sin investigar el vaciamiento financiero, ni estudiar el pasivo ambiental que nos dejaron)

5.- Respetar a la Justicia norteamericana en torno a la especulación financiera de los fondos buitre.

El gobierno fue cumpliendo una por una las condiciones impuestas. Al mismo tiempo que envía a la militancia a pintar “Patria o Buitres”, “Fuera Buitres de América Latina”, "jornadas en la calle para difundir el tema de la deuda"; manda al ministro de Economía a Nueva York a regatear la forma de pago a los buitres.

Todos queremos vivir en un país normal. Pero… ¿es normal todo lo que estamos viendo?

¿Es correcto lo que hace el gobierno? Desde mi punto de vista no, porque fue ganado por la lógica del sistema. Aunque retóricamente diga lo contrario.

¿Qué hacer? Las posibilidades  son dos: una, desde adentro del sistema de la deuda (con su lógica incluida) y otra, buscar la forma de salir de este sistema.

Dentro de la primera, el gobierno pretende que una actitud altiva es más digna que una actitud lasciva. Sin embargo ese tren nos lleva siempre a la misma estación: la de un capitalismo dependiente, subdesarrollado, extractivista y subordinado.

Al mismo tiempo la segunda nos conmina a diseñar un modelo distinto. El solo hecho de pensarlo ya es revolucionario. Sabemos que ese modelo será imperfecto, pero ese no es el problema. Toda obra humana es imperfecta y todo es perfectible. El asunto es que ese modelo debe ser profundamente democrático y participativo. Debe rendir cuentas a la Libertad, la Justicia y la Igualdad. Debe buscar el máximo de Bienestar General. Afianzar la Unidad de los Argentinos y los Latinoamericanos. Debe proyectar una clarividente  inserción de nuestro país en el mundo del siglo XXI. Está conminado a ser inteligente. A ganar amigos en todos lados, pueblos y gobiernos. Lo debemos pensar  nosotros, para nosotros y por nosotros. Y en ese nosotros debemos tener presentes a los más vulnerables, nuestros abuelos, nuestros chicos, nuestros desheredados. Es una enorme convocatoria a la imaginación y la creatividad. A los trabajadores y los jóvenes. Al pueblo íntegro.

Creo que vivimos pagando el precio de nuestras propias limitaciones. Los argentinos necesitamos un tiempo de reflexión y debate intenso. Nadie es dueño de la verdad y todos somos libres para decir lo que pensamos. Si admitiéramos subrepticiamente que alguien individualmente o como grupo fuera dueño de esa verdad; de nada valdría. Las verdades son válidas cuando son operativas y en política solo son operativas cuando las asumen las mayorías populares. Sin participación popular no podremos superar las limitaciones del tiempo que nos ha tocado vivir.

Morar por 180 días puede ser una brillante oportunidad para elevar colectivamente nuestra mirada hacia el futuro. Y además nos liberaría del riesgo de la cláusula Rufo, con sus consecuencias lapidarias sobre la economía argentina.

Es  tiempo de una sabia confrontación. Así lo veo yo. Si el gobierno cree que su única opción es aceptar las condiciones leoninas de los Tribunales de Nueva York, que baje la cabeza, vaya y pague. Seguramente lo que pague no será tanto como para que el país se hunda, ni tan poco como para que pase inadvertido. Lo cierto es que estará cerrando un eslabón más en este largo encadenamiento de la Deuda Eterna.

Continuará.
 
* Secretario Gral. Nacional del Partido Socialista Auténtico.

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