Por Lenny.     Por Lenny Por Ricardo Alarcón de Quesada En la tarde del 23 de marzo, el mismo día que cumplía 78 años de una vida ejemplar, dejó de la...

Por Lenny.

 


 


Por Lenny




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Por Ricardo Alarcón de Quesada



En la tarde del 23 de marzo, el mismo día que cumplía 78 años de una vida ejemplar, dejó de latir el corazón de Leonard Weinglass.

Padecía una terrible enfermedad que desde enero había entrado en una fase crítica y especialmente penosa que, sin embargo, no lo apartó un instante del trabajo. Durante sus últimos meses, arrostrando heroicamente la enfermedad y los dolores físicos, se dedicó en cuerpo y alma a la preparación y presentación del habeas Corpus a favor de Gerardo Hernández Nordelo y el de Antonio Guerrero, sin dejar de ocuparse de los otros compañeros.

Poco antes de ingresar al hospital donde debía ser operado con suma urgencia, dio los últimos pasos para la apelación de Gerardo y de Antonio y encomendó a otros colegas lo que debían hacer mientras él estuviera recluido. Sólo entonces aceptó ocuparse de sí mismo.

Así fue siempre. Siendo muy joven se incorporó al bufete que, bajo la dirección de Victor Rabinowitz y Leonard Boudin, libró incontables batallas legales por los sindicatos, las libertades civiles y la justicia en Estados Unidos. Con su brillante defensa en 1968 de los Ocho de Chicago, Lenny inició una ininterrumpida y admirable carrera que incluyó los casos de Jane Fonda, Daniel Ellsberg y los papeles del Pentágono, Angela Davis, Mumia Abu Jamal, Amy Carter, Kathy Boudin y muchos otros hasta los Cinco antiterroristas cubanos y su más reciente colaboración con los defensores de Julian Assange, el fundador de Wikileaks. No se puede escribir la historia de las luchas del pueblo norteamericano sin destacar, en cada página, el nombre de Leonard Weinglass.


Vaya para él, ahora y siempre, nuestro homenaje y nuestra gratitud.

La pérdida de Lenny es un duro golpe para Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René. Él fue su mejor y más incansable defensor, a su causa dedicó toda su energía y su talento, por ellos luchó hasta el final, en medio del sufrimiento y la agonía, hasta el último aliento.

La lucha por la liberación de nuestros compañeros debe continuar, ahora en condiciones aún más difíciles, sin Lenny. Renovemos nuestro compromiso de seguir adelante hasta lograr que todos ellos recuperen la libertad. Hagámoslo sin tregua ni descanso. Es lo menos que debemos prometerle al luchador infatigable, al combatiente abnegado y lúcido que fue siempre el querido compañero Leonard Weinglass.

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