Del abrazo a la patota.

Si algo erizó la piel del PRO fue justamente el abrazo de las y los docentes de la Ciudad a la Legislatura porteña durante la jornada del pasado jueves. Todo era pacífico, de la mano de quienes fueron a expresar su negativa a una ley que cercenaba derechos.

Sin embargo, en esta democracia, las viejas mañas de la dictadura volvieron. Antes, la UCEP y ahora, una patota de barrabravas, cual partido de fútbol, volvía a hacer de las suyas. No eran de la primera línea de la barra del Club Atlético Boca Juniors. Los hubieran identificado fácilmente. Pero tres micros con patoteros de Dock Sud, según lo informado por Página 12, vinieron en auxilio de las y los Diputados del PRO que veían frustrado su ingreso al palacio legislativo.

Fueron estos especialistas de la fuerza, de la agresión física sin final, los que abrieron el pasillo para que pudieran ingresar. Desde Cristian Ritondo, el jefe de la bancada oficialista y cual matón durante la sesión tal como puede verse en los videos que hoy publicamos a una Victoria Morales Gorleri, quien se enorgulleció del recorte de derechos hacia los maestros y profesores durante su discurso en el recinto.

Y cuando hablamos de viejas mañas, no lo decimos porque sí. El accionar de la patota macrista tuvo las características de los grupos de tareas de la dictadura. Al igual que la ex - UCEP, no dudaron en arremeter contra quien se les presentara. La complicidad con los empleados de Seguridad de la Legislatura fue evidente. Las fotos de Página 12 no dejan espacio a la mentira.

Patentes de los micros de los patoteros

Las nuevas topadoras son humanas. Había que remover el obstáculo de ciudadanas y ciudadanos dispuestos a hacerse escuchar. "Tienen tapones en los oídos", expresaba la Diputada Bisutti en el medio del debate legislativo. Nada más cierto para definir la actitud del Ministerio de Educación y de la bancada del PRO.

Pero ahora alguien tiene que hacerse cargo de estos hechos. Aunque es posible, que sigan sosteniendo que la culpa es del otro, parafraseando a Tato Bores.

Y las imágenes son el mejor ejemplo y prueba para este accionar que debe ser repudiado por todos los sectores sociales y políticos de la Ciudad. Y es hora de ponerle un límite al capricho y al patoterismo.