“¿Abrir una embajada? ¿Y para qué?” (La Pupila Insomne) Por Iroel Sánchez Hasta la mañana del 17 de diciembre de 2014, el gobierno de Estados Unidos se enfrentaba a un callejón sin salida en re...

“¿Abrir una embajada? ¿Y para qué?” (La Pupila Insomne)

SINA - LA HABANA

Iroel Sánchez

Por Iroel Sánchez

Hasta la mañana del 17 de diciembre de 2014, el gobierno de Estados Unidos se enfrentaba a un callejón sin salida en relación con Cuba:

  • La Cumbre de las Américas en Panamá en abril de 2015 pendía como una espada de Damocles sobre la política de aislamiento de EE.UU. contra Cuba, la mayoría absoluta de los países había asegurado no asistiría si Cuba no era invitada en igualdad de derechos.
  • La Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, efectuada  en La Habana en enero de 2014, dio un espaldarazo a Cuba y respaldó “el compromiso de los Estados de la América Latina y el Caribe de respetar plenamente el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural, como condición esencial para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones”
  • El consenso latinoamericano y caribeño sobre Cuba era tal que nadie discutía si el presidente Raúl Castro estaría en la próxima Cumbre de las Américas en abril de 2015. Lo que se debatía era si Obama asistiría -en esas condiciones- a un espacio donde Washington se había negado, desde su surgimiento en 1994, a aceptar a Cuba.
  • Las encuestas dentro de EE. UU., incluyendo el electorado cubanoamericano, y sectores importantes del stablishment como los representados por The New York Times y la Cámara de Comercio estadounidense se expresaban pública y crecientemente contra el bloqueo.
  • El caso del “contratista” de la USAID Alan Gross, preso en Cuba, ocupaba cada vez más espacio en la opinión pública estadounidense junto a la solución propuesta por el gobierno cubano de un acuerdo humanitario que implicara su liberación junto a la de los tres antiterroristas cubanos, del grupo de Los Cinco, aún presos en EE. UU., por los que un creciente movimiento de solidaridad presionaba a la Casa Blanca.

Ante ese panorama, fruto de dos circunstancias: la resistencia y permanencia de la Revolución cubana y el cambio de escenario en América Latina, Barack Obama decidió hacer de la necesidad virtud: Sumarse a los que condenan el bloqueo, dar la bienvenida a Cuba en Panamá, anotarse el regreso a casa de un prisionero y estar en mejores condiciones, con una “normalización” de las relaciones con Cuba, de -en palabras de Obama, dos días después del 17 de diciembre- “ejercer alguna influencia, y quizás entonces utilizar tanto zanahorias como palos”.

De entonces a acá el resto de los instrumentos de la política hacia a Cuba han sido respaldados por las acciones de la administración estadounidense:

  • El 23 de diciembre se asignaron por el Departamento de Estado 11 millones de dólares para organizaciones estadounidenses o basadas en el extranjero interesadas en programas que “promuevan los derechos civiles, políticos y laborales en Cuba”.
  • Entre el 17 de diciembre y el 31 de enero EE. UU. pagó cerca de un millón de dólares en contratos a “independent artist, writers and performers” por trabajar para Radio y TV Martí, su emisora oficial hacia Cuba cuyas transmisiones son consideradas ilegales por la Unión Internacional de Telecomunicaciones.
  • Reiteró la permanencia de la Ley de ajuste cubano y la “política de pies secos pies / mojados” que estimula la emigración ilegal desde Cuba, y da el trato de refugiados políticos a cualquier nacido en la Isla que pise suelo estadounidense, un trato que no da a personas de ningún otro país.
  • Ratificó que mantendrá en suelo cubano la base militar en la Bahía de Guantánamo, una ocupación contra la voluntad del pueblo cubano que se remonta más de un siglo.
  • Mantuvo sus encuentros y apoyos -incluyendo contactos con la máxima dirección de la delegación estadounidense que visitó Cuba para conversar con el gobierno cubano sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas- con las personas que EE.UU. financia y organiza dentro de la Isla para el “cambio de régimen” que tanto Obama como sus enviados a las conversaciones de La Habana ratificaron sigue siendo su objetivo en el nuevo escenario.

La gran prensa internacional se horroriza porque Fidel ha dicho no confiar en la política de Estados Unidos pero sólo hay que leer lo anterior y conocer la actuación de EE. UU. en todo el mundo, revelada por los cables secretos del Departamento de Estado publicados por Wikileaks, para darle la razón.

El presidente Raúl Castro preguntó en la reciente cumbre de la CELAC en Costa Rica:

¿Acaso podrían restablecerse las relaciones diplomáticas sin reanudar los servicios financieros a la Sección de Intereses de Cuba y su Oficina Consular en Washington, cortados como consecuencia del bloqueo financiero? ¿Cómo explicar el restablecimiento de relaciones diplomáticas sin que se retire a Cuba de la Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo Internacional? ¿Cuál será, en lo adelante, la conducta de los diplomáticos estadounidenses en La Habana respecto a la observancia de las normas que establecen las Convenciones Internacionales para las Relaciones Diplomáticas y Consulares?

La interpretación de algunos analistas es que se trata de una postura caprichosa del gobierno cubano. Pero el gobierno estadounidense se equivocaría si toma como muestra del pensamiento de los cubanos a aquellos que, como los políticos de la Isla anteriores a 1959, acuden a conversar con Washington para saber qué decir en La Habana.

Si quieren saber cómo piensa el pueblo cubano, más que hablar con quienes han entrenado para decir lo que quieren escuchar, los diplomáticos estadounidenses debieran leer a figuras de raigal cubanía como la etnóloga Natalia Bolívar, cuyas palabras son algo más radicales que los pronunciamientos oficiales del gobierno isleño:

“Yo no tengo ninguna confianza porque, en definitiva, esto son conversaciones, y así lo están diciendo: conversaciones. Primero, para haber conversaciones nos tienen que quitar de los diez países más terroristas, eso lo primero, porque el terrorismo está por todos lados, y nosotros no tenemos terrorismo; nos tienen que quitar la base militar de Guantánamo, que ya debieran haberla quitado hace más de 4 ó 5 años, creo que desde el gobierno de Bush; y nos tienen que levantar el bloqueo. Si no, ¿qué conversación vamos a tener? ¿Abrir una embajada? ¿Y para qué?”

(Publicado en CubAhora)

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