Es 24 de marzo, y como esta infaltable brisa de otoño que trae las primeras hojas muertas; estamos nuevamente en esta plaza. En recordación de todos los luchadores populares desaparecidos, asesinados o perseguidos durante la dictadura instaurada hace 41 años. Nos acompañan en la memoria el venadense Ángel "Tacuarita" Brandazza, estudiante, trabajador y militante popular secuestrado y desaparecido en la ciudad de Rosario. Su caso ocurrido en diciembre de 1972 fue un claro ejemplo de cómo operarían las fuerzas represivas con la dictadura de 1976.
En otro extremo, Jorge Julio López, secuestrado por la dictadura y vuelto a ser secuestrado y desaparecido en esta democracia que no lo protegió y tampoco lo buscó.
Y en medio de estos dos casos paradigmáticos: los 30.000 argentinos desaparecidos y todos aquellos encarcelados, perseguidos o exiliados.
Por supuesto que la junta militar usurpadora no era la de unos loquitos sueltos, representaban una nueva vuelta de tuerca de las clases dominantes y saqueadoras. Tenemos en claro que estas mismas clases dominantes han continuado sus tropelías en otras condiciones durante esta etapa de democracia constitucional.
Por eso y mucho más estamos aquí, con la presencia constante de Clemente Arona, asesinado por los coletazos del sistema represivo. Porque la lucha continúa como lo hubieran querido los que siempre nos han acompañado y ya físicamente no pueden estar.
Como Doña María Surletti quien golpeara las puertas del II Cuerpo de Ejército en Rosario en busca de su hijo Ricardo Machado y su mujer embarazada.
Como Segundo Ottolini a quien esa madrugada le rodeó la casa un piquete de soldados cuerpo a tierra apuntando con sus fusiles FAL.
Como Julio "Cachito" Lobos, procesado con dos causas federales en tiempos de esta democracia.
Porque la lucha continúa en estas nuevas condiciones de democracia constitucional.
Cada dos años nos convocan a elegir por el voto a nuestros representantes, pero el poder real está anclado en otra parte: en poderosas corporaciones económicas, mineras, petroleras, terratenientes y financieras. Y su correlato en la superestructura jurídica y política del Estado y resolver esa contradicción es la lucha por los Derechos Humanos en la Argentina de hoy.
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