Foto: Jorgelina Araceli Méndez
El pasado 22 de agosto se cumplieron 47 años de la masacre llevada a cabo por efectivos de la Armada Argentina en la Base Almirante Zar, tras la fuga masiva del penal de Rawson organizado por militantes del PRT - ERP, FAR y Montoneros.
El Encuentro Militante Cachito Fukman convocó a un acto para recordar este hecho en el cual fueron asesinados: Alejandro Ulla (PRT - ERP), Alfredo Kohon (FAR), Ana María Villarreal de Santucho (PRT - ERP), Carlos Alberto del Rey (PRT - ERP), Carlos Astudillo (FAR), Clarisa Lea Place (PRT - ERP), Eduardo Capello (PRT - ERP), Humberto Suárez (PRT - ERP), Humberto Toschi (PRT - ERP), José Ricardo Mena (PRT - ERP), María Angélica Sabelli (FAR), Mariano Pujadas (Montoneros), Mario Emilio Delfino (PRT - ERP), Miguel Ángel Polti (PRT - ERP), Rubén Pedro Bonnet (PRT - ERP) y Susana Lesgart (Montoneros). Solamente sobrevivieron tres: Alberto Miguel Camps (FAR), quien fue asesinado en 1977; María Antonia Berger (FAR), quien desapareció en 1979) y Ricardo René Haidar (Montoneros), quien fue desaparecido en 1982.
No obstante, conviene recordar que dos grupos de compañeros pudieron huir. Uno, integrado por Mario Santucho, Domingo Menna y Enrique Gorriarán Merlo (PRT - ERP); Marcos Osatinsky y Roberto Quieto (FAR) y Fernando Vaca Narvaja (Montoneros), quienes pudieron tomar el avión de Austral que los llevaría a Chile y con el apoyo del Presidente Allende, logran viajar a Cuba. Otro, apenas llega cuando el avión ya despegaba del aeropuerto de Trelew y luego, tras una conferencia de prensa, piden garantías para su vida pero son llevados a la Base Almirante Zar para, luego, ser asesinados por las fuerzas a cargo del entonces capitán de navío Horacio Mayorga.
Foto: Jorgelina Araceli Méndez
En la Plazoleta Rodolfo Walsh se congregaron militantes de diversas organizaciones para homenajear a los caídos, viendo sus fotos para recordar sus rostros y contar algo de su vida y militancia. Mucha emoción. Demasiada. Sobre todo para quienes vivieron aquellos años de Lanusse y el regreso del General Perón. Algunas y algunos éramos chicos cuando todo ocurrió. Y la adolescencia y la juventud, desde aquellos años, jamás supo de lo ocurrido. No se podía enseñar. Estaba prohibido. Tapado. Ocultado.
Cachito y el Sueco Lordkipanidse fueron creciendo en la ola revolucionaria de los ' 70. También militaban como tantas y tantos otros. Al escuchar las historias de vida, es evidente que los marcó el fuego guevarista, el sentir revolucionario y el deseo de una Argentina diferente. Rostros, descripciones y señales fueron los disparadores de la emoción por esta fecha cara para los verdaderos revolucionarios. Por supuesto que no, para aquellos que solamente lo hacen desde un teclado como ocurre ahora a través de las redes sociales. Y este tipo de actos contribuye a sembrar memoria. Porque quienes olvidan, corren el riesgo de repetir lo vivido. Se trata de tomar conciencia y de convertirnos en verdaderos revolucionarios. Como el Che, como Santucho...
Foto: Jorgelina Araceli Méndez
Los oradores iban pasando. La memoria, ilustrada en las fotografías de época que enmarcaban la esquina de Perú y Chile, brillaba para dar espacio a la presencia de las y los compañeros asesinados. Y como si fuera poco, apareció Norita Cortiñas para acompañar.
Un rasgo saliente fue la anécdota contada por el Sueco Lorkipanidse. Recordó que, cuando salieron de la ESMA, le preguntó a Cachito Fukman: - Y ahora, ¿qué vamos a hacer?. Rápido de reflejos, como siempre lo fué, el compañero ya fallecido le respondió: - La Revolución, boludo... Era la síntesis de la militancia viva.
Foto: Jorgelina Araceli Méndez
Pero luego de los presentes, ahora y siempre, hubo un cierre musical que terminó de dar brillo a la jornada iluminada por el Che y por Santucho con la entonación del Chamamé a Cuba y Hasta siempre que ya publicamos con anterioridad. Y hasta Norita se animó a hablar y a cantar. Madre presente, que continúa la lucha junto a Mirta Baravalle y Elia Espen, no se privó de hacer lo que se tiene que hacer: poner el cuerpo.
Ya entraba la noche y los abrazos emocionados marcaban la despedida de una jornada de homenaje, de recuerdos compartidos, de alegrías y tristezas, de encuentros y reencuentros. Pero la lucha sigue y la memoria la debemos seguir sembrando para construir otro país, otra Argentina que merezca ser vivida por todas y todos.