Dos cartas por los Cinco: Ex - Jueza estadounidense Claudia Morcom y Profesor Emérito de Sociología Nelson P. Valdes. La Ex - Jueza norteamericana Claudia Morcom y el Prof. Emérito de Sociología Nelson Valdes enviaron cartas al Presidente Obama el día 5 de n...

Dos cartas por los Cinco: Ex - Jueza estadounidense Claudia Morcom y Profesor Emérito de Sociología Nelson P. Valdes.

Morcom - ValdesLa Ex - Jueza norteamericana Claudia Morcom y el Prof. Emérito de Sociología Nelson Valdes enviaron cartas al Presidente Obama el día 5 de noviembre y de diciembre del corriente respectivamente.

Sin dudas, los impulsó su compromiso con los Derechos Humanos, como veremos a continuación.

La ex - magistrada, desde muy joven, asistía a mitines en apoyo a las víctimas del caso Scottsboro y trabajó con el Comité Coordinador de Estudiantes para la No-Violencia y el Gremio Nacional de Abogados en la década de los '60 en Jackson, Mississippi, siendo la primera mujer afroamericana en trabajar en un bufete integral de abogados cuando se unió a la firma de Goodman, Crockett, Eden, Robb y Philo para, posteriormente en 1966, ser la Directora del Programa de Servicios Legales para los Indigentes del Vecindario del Condado de Wayne y llegó a desempeñarse como Jueza del Tribunal de Circuito del mencionado Condado, como también participó como delegada ante el Consejo de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos.

El sociólogo publicó cuatro libros, ensayos académicos y artículos de opinión, y desde 1972 ha sido profesor en varias universidades comenzando su carrera profesional como Instructor de Sociología de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Glasgow, Escocia; de 1973 a 1976, fue Profesor Adjunto de Historia en la Universidad de Nueva Orleans; de 1976 hasta 1991, fue Profesor Asociado de Sociología en la Universidad de Nuevo México; de 1991 hasta 2008, pasó a ser Profesor Titular de Sociología de dicha casa de altos estudios en la cual fue nombrado Profesor Emérito en 2009. Asimismo, ha sido Profesor Visitante en varias universidades en los Estados Unidos, en Puerto Rico y en la Universidad de La Habana hasta 2004, siendo el creador de la primera base de datos computarizada sobre América Latina, en 1983 y en 1991, hizo lo mismo en Cuba.
 
A continuación, ambas cartas:


5 de Noviembre, 2013

Estimado Presidente Obama,

Estoy apelando a usted como colega, como abogado, como activista por los derechos humanos y como alguien profundamente consciente de la historia de injustos encarcelamientos en nuestro país. En concreto, le estoy escribiendo esta carta para pedirle que libere a los cuatro miembros restantes de los llamados "Cinco Cubanos" cuyo único delito fue defender a su país contra ataques injustificados. Es un simple acto de justicia que usted puede hacer fácilmente.

El procesamiento y encarcelamiento de los hermanos Scottsboro y las protestas para liberarlos fue uno de los factores que a temprana edad influyeron en mi decisión de estudiar abogacía. Eso sucedió en una época en que las mujeres, especialmente negras, raramente se inscribían en Facultades de Derecho.

Como joven abogada que organizó la defensa legal de los viajeros de la libertad en Mississippi, pude ver a primera mano cómo el odio puede contaminar nuestro sistema judicial. En los años que trabajé en la Corte, traté de que se hiciera justicia y oí a todas las partes, especialmente en casos políticamente impopulares.

Desde que me retiré de la Corte, he continuado abogando por los derechos humanos en nuestro país representando al Instituto por las Libertades Civiles Meiklejohn y la Asociación Internacional de Juristas Demócratas ante las Naciones Unidas en Ginebra y Nueva York.

Debido a mi larga historia de participación con el Gremio Nacional de Abogados he tenido la oportunidad de interactuar con abogados, profesores de derecho y estudiantes de todo el mundo. Estados Unidos siempre ha sido visto como un defensor de la igualdad bajo la ley y, sin embargo, ha habido muchas ocasiones donde hemos permitido durante mucho tiempo injusticias racistas y sexistas para denigrar nuestras aspiraciones por la igualdad.

Durante mucho tiempo he participado con el Centro de Estudios para la Paz y los Conflictos, la Unión de Libertades Civiles Americana, Amnistía Internacional, el Centro Legal para la Pobreza del Sur y muchas otras organizaciones. Lamentablemente parece que la violación de los Derechos Humanos y la Justicia continúan generación tras generación.

Como abogado, senador, profesor y organizador comunitario, usted también ha visto todas las desigualdades en nuestro sistema, a nivel local, estatal y nacional.

Usted tiene una oportunidad única en este momento para tratar de demostrar realmente a los jóvenes de todas las razas, edades y géneros que los Estados Unidos que han conocido en el pasado no pueden continuar relegando a tantas personas a ciudadanos de segunda clase.

Usted tiene la oportunidad de ser un ejemplo y cambiar el curso del futuro. Un acto histórico que usted puede hacer para corregir una enorme injusticia que no sólo es actual sino histórica es abrir un diálogo con Cuba sin condiciones previas. Entonces, como ha sido decidido por la Asamblea General de las Naciones Unidas durante 22 años consecutivos, usted debe acabar con el embargo a Cuba. No sólo por la justificación legal, sino por el mensaje humanitario que enviará a los países de América Latina y el Caribe y a los amantes de la justicia de todo el mundo. Para lograr este acercamiento histórico que solo Ud. puede hacer posible, debe comenzar por liberar a los "Cinco Cubanos".

Sinceramente,

Honorable ex-Jueza Claudia House Morcom


 
5 de diciembre 2013

 
Presidente Barack Obama

 
La Casa Blanca
Washington, DC

Estimado presidente Barack Obama,

Soy un ciudadano naturalizado de los Estados Unidos y quiero pedirle a usted, mi Presidente, que conmute o condone las sentencias de cuatro hombres, los cuales son usualmente conocidos como los "Cinco Cubanos". Sus nombres son: Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González. (El quinto, René González, recientemente salió de prisión después de cumplir su sentencia).

Estoy particularmente interesado en este caso porque considero que sus sentencias fueron el resultado de un juicio lleno de errores que ha hecho imposible establecer relaciones normales entre los Estados Unidos y Cuba. Permítame explicarme.

Yo nací en Cuba. La revolución cubana se inició cuando yo tenía 13 años de edad. En abril de 1961 yo había salido de Cuba, sólo -sin acompañantes-. Esto era parte de un programa auspiciado por el gobierno de Estados Unidos que después se conoció como la operación Pedro Pan. Yo fuí uno de los 14 mil niños y niñas que llegamos solos a Estados Unidos. En los Estados Unidos pasé mis años de adolescente en "foster homes;" después me casé, tuve un hijo y una hija, y posteriormente un nieto. Trabajé como conserje -mi primer empleo- y finalmente obtuve un doctorado en Historia y Sociología.

Yo le estoy muy agradecido a los Estados Unidos y sus instituciones por el hecho de que pude desarrollarme y llegar a ser alguien aún cuando no tuve a mis padres conmigo. Hoy tengo 68 años de edad.

He dedicado una parte importante de mi vida a estudiar el país en que nací y también el país que hice mío, así como las relaciones entre ambos. Debido a la ausencia de relaciones normales diplomáticas y comerciales nunca he podido -igualmente le sucede a otros cubano - americanos- interactuar en una forma fluida y normal entre mis dos patrias. Esto tiene que cambiar.

Considero que existe la necesidad de tener relaciones diplomáticas normales en toda su extensión entre los Estados Unidos  y Cuba. Un primer paso debiera ser el completo perdón de "Los Cinco Cubanos". Conozco bien el caso. Yo fui uno de los siete académicos y estudiosos norteamericanos de ascendencia cubana que presentamos un Amicus Curiae ante la Corte Suprema de los Estados Unidos a favor de los acusados. Cada uno de nosotros éramos estudiosos respetados; con un conocimiento especializado en el tema de Cuba y de la realidad cubanoamericana. En Estados Unidos hay muchas otras personas que, como nosotros, nacidos en Cuba o de ascendencia cubana, también apoyan el establecimiento de mejores relaciones y se libere a estos prisioneros.

Un análisis desprejuiciado del caso, y de las circunstancias altamente politizadas en que ocurrió el juicio, concluiría que nuestro sistema de justicia no funcionó de la forma apropiada en este caso en particular. Consideraciones políticas y partidarias funcionaron contra un proceso de justicia balanceado. En esos momentos la administración del Presidente Clinton estaba literalmente atacada despiadadamente, era una especie de estado de sitio. Algo similar le ha sucedido a su propia presidencia. Pero usted como mi Presidente puede hacer algo al respecto hoy en día.  Absuelva a los acusados. Hacerlo le ganaría el aprecio de los cubanos que son ciudadanos norteamericanos así como el reconocimiento de nuestros familiares en la isla de Cuba.

Es lo correcto por hacer. Además, significaría una profunda ruptura con las políticas pasadas. Usted se daría cuenta que la mayoría de los cubanoamericanos en los Estados Unidos darían la bienvenida y apoyarían una iniciativa de esa índole. Adicionalmente, tal perdón produciría una acción recíproca de parte del gobierno de Cuba. Ese gobierno ya ha declarado que lo haría. Esto significa que ambas partes perdonarían uno o más ciudadanos del otro país. Por lo tanto, su iniciativa -al mismo tiempo- obtendría la liberación del ciudadano norteamericano Alan Phillip Gross. No es que los casos sean similares; lo importante sería la equivalencia humanitaria de los respectivos actos de cada gobierno a fin de iniciar un proceso constructivo de comunicación y cooperación.

Está claro que las familias de "Los Cinco Cubanos", al igual que la familia del Sr. Gross, quieren ver libres a sus respectivos seres queridos. Pero además, los pueblos de Estados Unidos y de Cuba se beneficiarían.

Estoy seguro de que si usted anunciara que el Perdón Presidencial ocurriría, Cuba reciprocaría. Los cubanos han declarado que lo harían. Posteriormente otras diferencias bilaterales de antaño podrían discutirse, negociarse y -esperamos- resolverse en el futuro.

El momento para tener mejores relaciones entre ambos países es ahora.

Gracias por su consideración.

Respetuosamente,

Nelson P Valdes

Profesor Emérito de Sociología.

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