Tucumán: Javier Chocobar, un comunero diaguita (Indymedia) Javier Chocobar, un comunero diaguita   Por Calchaquí En días pasados, el asesinato a sangre fría de un hombre humilde, trenzador de cuero, ...

Tucumán: Javier Chocobar, un comunero diaguita (Indymedia)

Javier Chocobar, un comunero diaguita


 



Por Calchaquí





En días pasados, el asesinato a sangre fría de un hombre humilde, trenzador de cuero, que vivía con una familia numerosa en las estribaciones este de las Cumbres Calchaquíes (provincia de Tucumán), en un rancho de adobe y paja como suele ser las construcciones originarias en esa zona, a puesto de manifiesto entre otros aspectos: la prepotencia de “la gente de campo” cuando de usurpar, amedrentar, y humillar se trata; el aparato parapolicial, o fragmentos del mismo que aun mantiene relaciones directas (y sin duda influencias) con los principales puestos de seguridad en Tucumán (dicho sea de paso, también a puesto de manifiesto la naturalización de esta situación al punto que la dirigencia política provincial aun no se expresó sobre un acontecimiento tan significativo como lo es el parentesco del Jefe de Policía provincial con uno de los agresores. Esta pasividad habla de la pobre calidad democrática de la provincia). También ha puesto de manifiesto la existencia del Pueblo Diaguita.



A desprevenidos lectores de los medios de masivos de comunicación quizás los haya sorprendido, la denominación de “comunero diaguita”. Sorpresa explicada en gran medida como consecuencia de haberse mantenido durante siglos la visión de un país compuesto por una sola cultura: “la cultura argentina o criolla”. Hoy, en un punto de inflexión de esa visión, de la mano de la diversidad el resurgimiento de los Pueblos Indígenas es un tema con plena vigencia que abarca varios aspectos: el político, el teórico y el social, como resultado de la reivindicación y el ejercicio de los derechos que, como tales, hacen los Pueblos Originarios mismos. Una primera distinción u observación es la legítima denominación de Pueblo (Indígena u originario); ésta, otorga entidad política y como tal describe a un sujeto de derecho. El término también prevalece sobre el de población, el cual hace referencia o describe un grupo de gentes; de igual manera lo hace respecto al término etnia, que se enmarca en el uso de cientistas o técnicos sociales. En consecuencia es legítimo hablar del Pueblo Diaguita: éste se encuentra organizándose políticamente en todo su territorio, en la región del Noroeste Argentino, luego de siglos de invisibilizacion, la cual aun es sostenida por quienes quieren mantener al país y continente en el estado de postración, funcional a los imperios que supimos alimentar, utilizando argumentos que niegan el derecho a reivindicase como indígenas porque están “mezclados” con distintos pueblos y no poseen lengua como lo es el caso del Pueblo Diaguita (haciendo un reduccionismo biologicista, cuando estamos hablando de Pueblos). Sin duda, este retaceo al derecho de los Pueblos Indígenas de recuperar sus historias y sus instituciones ancestrales es un intento por frenar el proceso de liberación que sigue construyéndose en nuestro continente. En el caso de la invisibilizacion del pueblo Diaguita, comenzó luego de las Guerras Calchaquíes en las que según algunos cronistas el territorio, fue “vaciado” de indios; hoy, investigaciones históricas, están preguntándose sobre ese “vaciamiento” y comprobando que no fue tal, casi de manera simultánea con el proceso de recuperación territorial que las distintas Comunidades Indígenas pertenecientes a este Pueblo llevan a cabo. Una de las Comunidades emblemáticas del Pueblo Diaguita es la Comunidad de Amaicha, con vigencia desde finales del S XVII, sosteniendo el control de su territorio a través de su autoridad tradicional: el cacicazgo. Otra comunidad con mucha vigencia en la actualidad puesto que construyó un proceso de recuperación territorial desde principios de los ’70 es la Comunidad India Quilmes, ambas comunidades son el fundamento de la lucha que el resto de las organizaciones hermanas en los distintos valles tucumanos, en las provincias de Salta, Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero están llevando a cabo en la actualidad. A través de una confederación: la "Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita" que cuenta en la actualidad con 16 comunidades en Tucumán, tres en Catamarca, 2 en Salta, una en La Rioja, tres en Santiago del Estero.

Como organización, la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita tiene una dinámica que la fortalece, teniendo su centro de gravedad en Tucumán; resultado, como lo señaláramos anteriormente, del fuerte activismo de la Comunidad India Quilmes, que reivindica junto con la vecina Amaicha la "Cedula Real de 1716" documento que describe un extenso territorio en todo el Valle Calchaquí tucumano. Precisamente, alrededor del territorio Amaicha-Quilmes existen latifundios en donde sus habitantes luchan por emanciparse del yugo de los terratenientes, quienes no vacilan en deslegitimarlos por todos los medios desde los planteos pseudo-culturales y lingüísticos; las dudas sobre la honestidad y la descalificación consecuente cuando reclaman acceso a programas de contención social; y hasta el uso liso y llano de armas de fuego. En esa parte despojada al territorio diaguita existen comunidades a las que solo se accede a lomo de mula, en avioneta o helicóptero, estas son las mas asediadas por los latifundistas, quienes viven en sus cómodas residencias en las ciudades, ejerciendo sus profesiones de abogados, catedráticos del derecho; algunos de ellos, otros, compitiendo para cargos políticos o de la justicia (serán luego jueces que no quieran aplicar las leyes que respaldan a Pueblos Indígenas) funcionarios políticos arribistas. Ellos, los terratenientes, han sabido hacerlo y pretenden seguir haciéndolo: regir la vida de los comuneros para su beneficio personal. Este es el contexto en el que se produjo el ataque a los comuneros de Chuschagasta, con el saldo públicamente conocido: un muerto, un herido de bala que estuvo varios días hospitalizado, otro herido de bala que aun se encuentra en delicado estado con asistencia de respirador artificial, y… un niño que ante la magnitud del ataque, el rozón de la bala en su pierna pasó desapercibido.

Tal como muchos compañeros lo señalaron por estos días, esta masacre marca un antes y un después por la lucha del territorio por ello, en pleno camino de instituirse a las Comunidades diaguitas, aun les quedan pendientes muchos debates como la necesidad de elaborar un proyecto político para que la sangre de Don Javier no sea derramada en vano y para que la Pachamama guíe en la construcción de Nación Diaguita desde la tolerancia y la pluralidad.


 

No hay comentarios. :

Publicar un comentario