Escuela 527: alumnos jóvenes y adultos piden que se mantenga la propuesta educativa
Por Alumnos jóvenes y adultos de la escuela Nº 527
Si nos preguntaran qué es ser ciegos, responderíamos únicamente que es no ver. Si nos preguntaran cómo nos definiríamos, contestaríamos que simplemente como personas ciegas. Si nos preguntaran si tenemos capacidades diferentes, la respuesta sería un NO rotundo.
Si nos preguntaran… si nos preguntaran podríamos responder.
Aunque parezca una obviedad la incapacidad para ver no supone, de ninguna manera, la imposibilidad de expresarnos, de escuchar, de pensar.
Ahora si alguien nos preguntara, si a alguien realmente le interesara saber cuál es nuestro “modesto” lugar de referencia, sin lugar a dudas responderíamos que ese lugar, “nuestro” lugar, es la escuela Nº527.
Hace ya varios años, un grupo de jóvenes y adultos concurrimos a la escuela con fines tan diversos, como diversas somos las personas.
Con aciertos y errores hemos transitado diferentes áreas de la educación propia para una persona discapacitada.
No solamente vivimos el apoyo y el acompañamiento del personal idóneo para el abordaje específico de nuestras necesidades, sino que también vivimos la empatía con un grupo de amigos y compañeros con los que compartimos la discapacidad.
Actualmente, a la adversidad que nos acompaña en la oscuridad de nuestra ceguera, le hemos sumado la incertidumbre sobre nuestro futuro próximo. Se nos ha informado, sin opción alguna, que este espacio “nuestro” dejará de serlo en el transcurso del año que viene. Motiva esta decisión algo así como una nueva normativa que desconocemos, pero que quienes “velan” por nuestros intereses están dispuestos a hacerla cumplir a cualquier costo.
A quienes detentan el poder escolar no les importa que el costo sean nuestras lágrimas, nuestra impotencia… deciden al margen de nuestras solicitudes y suponiendo nuestras necesidades. Necesidades que desconocen desde nuestra individualidad como personas y desde nuestra generalidad como discapacitados visuales.
Los nuevos encargados de definir la propuesta que DEBEREMOS acatar, ya que de lo contrario nada tendremos, son profesionales que ostentando títulos universitarios y cargos de poder, desconocen ROTUNDAMENTE lo que la discapacidad visual supone.
Nuevamente, si alguien nos preguntara, si a alguien realmente le interesara saber lo que pensamos, porque PENSAMOS, diríamos que:
- Lo único que solicitamos es continuar beneficiándonos con la propuesta que la escuela Nº 527 nos ha brindado hasta el día de la fecha.
- Que no entendemos por qué repentinamente, todo lo que hemos construido a lo largo de estos años es ilícito.
- Que nos negamos a que a nuestra ceguera le tengamos que sumar el peso de la incapacidad de quienes no pueden vernos como personas íntegras, porque eso es lo que somos.
¿Por qué nos tocó a nosotros la discapacidad? ¿Es justo haber nacido ciego? ¿Es justo haberse quedado ciego…?
No nos quejamos de nuestra situación. Tratamos de afrontarla con dignidad. Pero sí afirmamos que es injusto que quienes tienen la responsabilidad y la obligación de garantizarnos las condiciones que nos permitan avanzar en la construcción de nuestra autonomía, pudiendo hacerlo, “no quieran ver”.
Es un acto de injusticia utilizar a las personas discapacitadas para sostener proyectos estériles cuya única finalidad es el resarcimiento económico de quienes los ejecutan. No queremos lástima. No pedimos limosna ni compasión.
- Reclamamos no perder nuestro lugar que es la escuela Nº 527.
- Queremos que la legislación no nos perjudique ni nos excluya.
- Exigimos que quienes, en sus discursos, enarbolan la bandera de los derechos, la igualdad y la inclusión nos escuchen como a personas con USO DE RAZÓN Y DIGNIDAD.
- No queremos un centro que divida esfuerzos. Queremos que todos esos nuevos recursos económicos fortalezcan la propuesta institucional.
- No queremos que al estigma de la ceguera se le agregue otro.
- No necesitamos un gheto para jóvenes y adultos ciegos. Necesitamos seguir perteneciendo a la comunidad educativa que nos ha sabido acoger agiornándose a fin de brindarnos respuestas acordes a nuestras demandas.
Vivimos en la oscuridad, esperamos que no se sume a ésta la sombra de la ignorancia de quienes tienen en sus manos el poder de decidir sobre nuestro futuro.
Confiamos en que, quienes lean esta carta, comprendan que somos ciudadanos con la capacidad de elegir la educación que queremos para nosotros mismos, y que nuestros gobernantes tienen la obligación de garantizar el pleno ejercicio de este derecho.
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