SUMARIO
1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - EDITORIAL DE HORIZONTE SUR, DEL 14/12/08, POR JORGE RULLI.
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EDITORIAL DEL DOMINGO 14 DE DICIEMBRE DE 2008
Quisiera al leer las noticias de cada día, resguardar mi capacidad de asombro y poder mantener la perplejidad, a la vez que no caer en la repulsión y en el desapego. Quisiera poder mantener siempre el rechazo profundo que me suscitan ciertas mezcolanzas. Quisiera no acostumbrarme nunca a ellas. En el mismo ejemplar del diario, nos informamos en unas páginas, sobre los innumerables restos óseos carbonizados que se hallaron en Arana, y en otra, sobre el blanqueo de los capitales emigrados por parte de los Diputados Nacionales. Nos duele esta Argentina, nos duele en el alma este país que, no obstante una clase política rapaz y corrupta, es nuestro, que es también, el fruto del esfuerzo de nuestros padres, la tierra de nuestros ancestros… El viernes recorríamos en la localidad de San Lorenzo con los compañeros de la Asamblea local, lo que fuera el campo de la gloria, la planicie sobre la que San Martín llevó a cabo el primer combate contra España en estas tierras de América del Sur, un espacio que ahora está totalmente ocupado por las instalaciones de las cerealeras, sus silos y sus inmensos depósitos de combustibles que siembran el cáncer entre los vecinos. Ellos nos hablaban de las monedas españolas y de los restos bélicos que todavía pueden hallarse en los jardines y también nos referían de la escasa estatura física de San Martín y de sus hombres, en su mayoría negros libertos, y de cómo los altos morriones y las hombreras falsas fueron una escenografía pensada cuidadosamente para impresionar a los invasores. Y, sin proponérnoslo la conversación sobre esa tierra gloriosa de San Lorenzo con anécdotas que referian a doscientos años atrás, pasaba sin solución de continuidad, a la corrupción actual, reinante en la provincia del socialismo sojero, a las agresiones innumeras de las Corporaciones sobre la vida de los vecinos, y acerca de los cientos de camioneros muertos por el fosfuro que el Sindicato que preside la CGT se permite ignorar con impudicia.
Nos duele esta Argentina a la que le hemos dado lo más que pudimos, esa Argentina a la que le dimos hijos, como un testimonio de esperanza y por la que seguimos peleando en la misma proyección histórica de aquel menudo comandante aindiano, al que algunos llamaban el tape. Un comandante de granaderos a caballo, que se había formado en los ejércitos de la península, que en ese ayer impreciso que es todavía presente en el ánimo de la gente de San Lorenzo, oteaba desde el campanario del convento el desembarco de los godos en el arroyo próximo y que se preparaba para el bautismo de fuego de su tropa improvisada, una tropa que sofrenaba los pequeños caballitos criollos y se alistaba para un ataque sorpresivo y a sable sobre los invasores. Hoy no es demasiado diferente, los enemigos son los mismos de siempre, la situación no puede ser más espantosa, pero no nos han vencido, y no lo han hecho porque estamos peleando. Hoy aquellos godos del Imperio, se llaman ACA, se llaman Bunge, se llaman Los Grobo, se llaman Dreyfus... Saquean despiadadamente la riqueza argentina, nos dejarán sin suelos y sin bosques en pocos años más, son infinitamente más peligrosos que aquellos pobres soldaditos de Fernando VII y los paquetes tecnológicos con que nos bombardean ahora a diferencia de aquellas armas de avant carga, matan a diestra y a siniestra con el cáncer que siembran sus traslados de porotos y sus exportaciones de granos sobre los cientos de barcos estacionados sobre las barrancas del Paraná. Y los nuevos funcionarios de la corona tapan el dolor y toda posible rebeldía con discursos progres y con clientelismo, con casas urbanas municipales, con empleos y con tarjetas de débito con que comprar en los nuevos super que expresan el mundo del consumo, tanto como la sumisión a las Corporaciones y a su modelo de escala.
Leo sobre los restos óseos que se hallaron en Arana y me trastorno. A veces la Argentina se nos hace insoportable. No puedo dejar de pensar que muchos murieron protegiendo a los que hoy hacen negocios con las cerealeras o levantan el brazo en Diputados para blanquear los capitales sucios que se amasaron con aquellos genocidios y para lograr que vuelvan esos capitales a respaldar con los mismos dineros mal habidos, los nuevos genocidios que provocan Monsanto y los monocultivos. En el mismo diario los organismos pertinentes de las Naciones Unidas nos informan que, según las últimas investigaciones, los hambrientos en el mundo alcanzan los mil millones de seres humanos. Son los nuevos condenados de la tierra. En 1960 cuando la llamada Revolución Verde en la agricultura, es decir la agricultura con maquinaria pesada, híbridos y agrotóxicos, todavía no se había extendido lo suficiente, los hambrientos del mundo eran tan solo ochenta millones. En ese entonces ochenta millones de hambrientos fueron un escándalo que para muchos, justificó que los viejos arados de mancera fuesen reemplazados por los modernos John Deere y que nos trucaran los trigos excelentes que teníamos, por otros sin mayor calidad, pero que se prestan mejor a la cosecha mecanizada. Hoy, con la Revolución biotecnológica que sería la etapa superior de la Revolución Verde, o sea, transcurridos casi veinte años de esa historia que comenzó con la incorporación de semillas transgénicas resistentes a glifosato, el mundo tiene mil millones de desnutridos que carecen de la comida suficiente. Mil millones. Y todavía, no importa donde vayamos para hablar de la comida y de la soberanía alimentaria, siempre nos encontramos con algún pequeño ingeniero agrónomo de la escuela de los Vilella y de los Grobo, que, al escucharnos hablar del Ecolocalismo, se inquieta acerca de cómo alimentar a la población del mundo con los métodos que proponemos.
Seguimos luchando no obstante, por un país mejor, aun en medio del cambalache, que es el circo progresista, cuando la representación política deja de ser un acto de servicio para convertirse en malversación lisa y llana de la voluntad de quienes todavía practican el hábito rutinario, de participar en las elecciones. Resulta insoportable la idea de que treinta niños mueran por día en la Argentina por falta de comida o de cuidados mínimos, pero nos rebela que sea la fundación AVINA y Gustavo Grobocopatel los que subsidien las manifestaciones de una izquierda formateada en enfatizar las consecuencias tanto como en ocultar las causas. Desde ya que compartimos que el Hambre es un crimen, pero luego de tantos años del modelo impuesto por Monsanto y por Cargill, nos preguntamos cómo logran no ver que el hambre es una consecuencia del despoblamiento, del monocultivo, de la gran escala, de las cadenas agroalimentarias, de la constante construcción de barrios de vivienda para aumentar la indefensión de la pobreza…? No, todo lo contrario, nos explican desde Perogrullo, que el hambre es una consecuencia del Capitalismo y aprueban el despoblamiento, los monocultivos, la gran escala, las cadenas agroalimentarias, la construcción de viviendas en serie y los planes sociales que reciclan la pobreza… Comparten las mismas creencias políticas, son cómplices, evidentemente. Son cómplices conscientes o inconscientes de las corporaciones. Los que se van del gobierno pero permanecen en los presupuestos, tal como los barrios de rodillas; y los que se van de los presupuestos pero permanecen fascinados con el gobierno, como tantos intelectuales escarmentados que hace treinta años lo querían todo y ahora cultivan el reconocimiento tenaz de los detalles y de las promesas.
El mundo asiste a una debacle que hace tiempo dejó de ser financiera y que ahora está ocupando todo el campo de la economía, amenazando convertirse en una catástrofe económica de proporciones planetarias. Todo el G8 entró en recesión. La crisis se hace evidente y nadie se atreve a diagnosticar un final previsible. Las grandes automotrices norteamericanas amenazan con desmoronarse y mientras tanto, en medio del pánico de los mercados, la caída a pique de las commodities y la suba en los países centrales de los índices del desempleo, nuestro país parece haber hallado una solución...
“¿Cuál es, se preguntará el oyente, la solución argentina ante la debacle del capitalismo global? El modo argentino de enfrentar la crisis es el subsidiarle a los argentinos, la compra de un 0 Kilómetro…. Cuando este verano tengamos a muchos argentinos disfrutando de un 0 Km y saturando la ruta a Mardel para alcanzar las playas y la rula, ya no tendremos nada que temer y el mundo entero volverá a convencerse de que los argentinos somos como la mano de Dios. Seguramente la soja volverá a los precios que le corresponden, el dulce de leche seguirá siendo argentino así como la birome, los turistas seguirán afluyendo a comprar cueros en la calle Florida y aprender a bailar el tango, y todo volverá a su normalidad. La inteligencia argentina necesita ponerse una pulserita roja para ser reconocida en su capacidad de construir centrales nucleares y generar Biotecnología: semillas transgénicas y novillitas clonadas, además de maquinaria única en el mundo para siembra directa. A eso le llamamos ahora añadir valor a nuestras producciones. Por suerte logramos comprender que ciencia y negocios van juntos, son inseparables y además, nos dejan buenos réditos. Alguna vez fuimos derrotados cuando tratamos de tomar el poder y ahora en cambio el poder nos necesita y se nos ofrece. Somos los niños mimados en la OMC, la Organización Mundial de Comercio, donde hasta pusimos a Europa de rodillas, cuando pretendieron poner dificultades a nuestras sojas transgénicas. Somos todos como Maradona, amamos a Fidel, al futbol y al poder del conocimiento…Vamos todavía, argentina…”
El Capitalismo se quiebra en mil pedazos y un grupo de psicópatas mesiánicos están logrando que perdamos un espacio de tiempo clave para enfrentar lo que viene. Si hay algo que ya no tenemos es tiempo. Necesitamos actuar ahora mismo. Si hubiese capacidad de volcar capitales en obra pública solamente se justifican en la recuperación de la red ferroviaria. Todo lo demás configura una insensatez. Necesitamos desarrollos locales, descentralizar la comercialización de alimentos, anular el monopolio de los lácteos que tiene la Serenísima, fomentar circuitos de producción y de comercialización regional y local. Debemos repoblar el territorio y agrandar el tamaño de los lotes de tierra en todo el país ya que los criterios urbanísticos rigen en todas partes y hasta en medio de las sierras de Córdoba hemos visto a las familias en lotes tan pequeños que tan solo pueden tener para ellos un pedacito de jardín. Eso fue planeado para la indefensión y el consumismo, ahora,en cambio, necesitaremos familias que puedan asegurar una parte de la alimentación de sus niños con los propios recursos, y precaverse de tiempos difíciles con retaguardias mínimas de economía doméstica. La tracción a sangre no se recupera en meses sino en años, carecemos de planteles de animales de tiro y de experiencia. Son tareas que no pueden esperar y que deberían encararse desde el Estado. Hemos repetido estos llamados domingo a domingo como quien lanza un SOS, mientras tanto recorremos el país y sembramos la conciencia de que necesitamos recuperar la Soberanía Alimentaria. Sabemos que cada vez son más los que comparten la angustia y la propuesta. Falta que nos saquemos de encima a los supuestos expertos y nos decidamos colectivamente a traer la economía a casa.
Jorge Eduardo Rulli
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