¿Kirchner es igual a Menem?

Prof. Juan Carlos Sánchez

Por el Prof. Juan Carlos Sánchez

En la actual coyuntura, si comparamos la gestión menemista con la kirchnerista, la pregunta resulta obligada para comprender un poco más la realidad política, económica y social de la Argentina.

Más aún, cuando no se han modificado las bases fundamentales de la política económica y social establecidas en los `90 y los estilos de estos dos personajes políticos son casi similares, aunque con ciertos rasgos que distinguen a cada uno de ellos.

Sin embargo, podemos esbozar algunas diferencias sustanciales que nos permitirán hacer ciertas distinciones aunque ellas puedan mimetizarse, con suma facilidad, al momento del análisis.

Aunque ambos sostienen el ideario neoliberal, encontramos diferentes formas de construcción política con respecto a la faz agonal, lo cual ha marcado diferentes estilos para el ejercicio del poder.

Debemos reconocer que la rata hizo gala de su enorme cintura durante todo su largo mandato, lo cual le permitió tener en caja a los militares, a los sindicalistas, a la oposición y a la Iglesia en el marco de una firme ejecutoriedad de sus decisiones mediante el dictado de decretos de necesidad y urgencia mientras que el pingüino, tal vez con otro estilo, suele delegarlo en sus colaboradores inmediatos y reservándose la última palabra, aunque es dable reconocer que también ha abusado del dictado de dichos decretos.

En efecto, el continuador del Proceso, en materia económica y social, siempre estuvo omnipresente y muchas veces, en rigor de verdad, solía tener las riendas de la gestión en sus propias manos, lo cual repercutía en la resolución de las problemáticas en forma considerable porque pretendía ser el centro de la escena política, salvo el 'matrimonio' con Domingo Cavallo. En tanto, el actual Presidente delegó, y delega, numerosas cuestiones en sus colaboradores con el fin de reservarse para las ocasiones que cree conveniente y resguardarse ante las eventuales dificultades, como ocurrió con el caso de la médica disidente Hilda Molina.

Con respecto a las relaciones con el Congreso, tienen sustanciales diferencias pues la gestión menemista tuvo la dosis suficiente de oportunidad para aceitar los mecanismos legislativos mediante una adecuada interrelación entre el Presidente y los legisladores que respondían a su llamado, lo cual es realizado en forma intermitente en la actual gestión pues Kirchner todavía no se ha reunido con la totalidad de los diputados y senadores que le responden, ya sea por afinidad política o por estructura partidaria.

Sin embargo, la gran diferencia estriba en la comunicación con la militancia y con la ciudadanía. Mientras el Emperador Carlos Iº de Anillaco prefería las convocatorias multitudinarias en contadas ocasiones, el actual mandatario aprovecha todas las ocasiones posibles para buscar el acercamiento con los militantes y los ciudadanos, aún a riesgo de su propia seguridad personal.

Por otro lado, resulta interesante analizar lo discursivo y su relación con la praxis política. He aquí que podemos encontrar lo medular, lo verdaderamente importante en la comparación para poder responder a nuestro interrogante.

Si bien ambos políticos son partidarios del doble discurso, con el deliberado fin de confundir a quienes tratan de oponerse y de buscar adhesiones que les permita sustentarse en el poder, las diferencias son abismales aunque ellas lleguen al mismo fín: el sustento del orden fundado por la dictadura militar de 1976.

Menem abusó de la falacia del Primer Mundo, gracias a un primer mandato durante el cual el medio pelo argentino creyó que estaba en el paraíso terrenal, mientras se advertían las consecuencias de una política económica que destruía el aparato productivo nacional y que engendraba el actual desempleo estructural, junto con las privatizaciones de empresas de servicios públicos. Dicha falacia permitió, de algún modo, su reelección mediante un voto cautivo: el llamado voto cuota.

En tanto, el actual Presidente izó la bandera de los Derechos Humanos para diferenciarse de la rata pero resultó ser otra falacia, más allá de la reparación histórica que significó el desmantelamiento de la ESMA y su conversión en el Museo de la Memoria. Sin embargo, resulta interesante advertir que ello generó una importante adhesión a su gestión aunque, a simple vista, es claro que su verdadero compromiso está con la perpetuación del esquema neoliberal.

Ahora bien, ¿ podemos responder al interrogante ?. Sin dudas, a pesar de las diferencias que hemos mencionado, podemos concluir en que sí, en que Kirchner es igual a Menem en cuanto al sostén del modelo económico y social impuesto por los Dueños de la Argentina y con respecto a la utilización del método del doble discurso para lograr sus fines políticos.

Es igual porque, mediante una estrategia demagógica, ha logrado vender espejitos de colores al igual que el riojano, a pesar de las cifras pavorosas que desnudan la realidad argentina, sin que se despeine por un ratito...

Es igual porque, bajo la apariencia de ser derecho y humano, viene convalidando la represión subrepticia, como en Caleta Olivia, y sigue dividiendo, con sus manejos maquiavélicos aunque delegados en los Fernández, al campo popular aprovechando la atomización de la oposición.

Es igual porque, mientras declama las asimetrías entre Estados periféricos y centrales en la Conferencia del Cambio Climático, permite que sus legisladores afines y aliados convaliden la futura entrada de material nuclear a nuestro país con la aprobación del convenio con Australia.

Es igual porque, a pesar de las diatribas contra el FMI y el BM, sigue pagando puntualmente la deuda externa mientras más del 50 % de la población argentina se debate entre la pobreza y la indigencia, la mortalidad infantil y la discapacidad crece a pasos agigantados, el gatillo fácil y los escuadrones de la muerte se reproducen en forma geométrica al igual que las asimetrías regionales.

En suma, es igual porque ha elegido girar a la derecha, ha elegido seguir el mandato establecido por 'los mismos de siempre', de la mano de Blumberg y sus acólitos, Ruckauf y Casasnovas; de una Iglesia, que prefiere demonizar la verdad antes que reconocer sus errores y de colaboradores que han estado ligados al menemismo, como Martín Redrado y Alberto Fernández.

Por todo esto, y si le quedaban dudas, KIRCHNER ES IGUAL A MENEM.