"… nada de lo que deba ser del Estado permanecerá en manos del Estado. Este es uno de los 10 mandamientos de Carlos Menem".
Roberto José Dromi - Ministro de Obras y Servicios Públicos (1989 - 1991)
Por Juan Carlos Cena *
Se aprobó en el parlamento el proyecto de ley enviado por el Poder Ejecutivo sobre la “nacionalización de los ferrocarriles”, casi por unanimidad. La votación fue un catalizador y una prueba irrefutable de que la Ley de Reforma del Estado, llamada también Ley Dromi, sigue vigente, y que fue adoptada como política de Estado por toda la dirigencia política que votó positivamente la ley sobre el ferrocarril (Radicales, Pro, ARI, Massismo, Sciolismo y el peronismo en todas sus versiones). Esto probó que la dirigencia política, en este caso, salvo algunas excepciones coordinó una política sobre los ferrocarriles que no es política de Estado para volver a tener aquel sistema integrado de transporte ferroviario, de industrias y comunicaciones antes del desguace. Los trenes de carga seguirán en manos de las concesionarias, el Belgrano Norte y el Urquiza también. Los ferrocarriles Sarmiento, Mitre, Belgrano Sur, Roca y San Martín continuarán siendo administrados, por ahora, por el Estado. Es dable decir que no hay modificaciones ni cambios… es lo que en algún momento se hizo para dibujar cambios. OTRO PLOTEO MÁS… SE RASPA Y SE CAE (el ploteo es pintura plástica).
Lo claro en esto es lo dicho por Roberto Dromi, asesor de Julio De Vido en Planificación Federal: "Cristina es garantía de confiabilidad y gobernabilidad". Esta declaración a una radio fue igual que lo que afirmó el expresidente Carlos Menem, quien ha elogiado a esta presidente…
Nosotros decimos:
Nada se pierde, todo se transforma.
Antoine-Laurent de Lavoisier (La ley de conservación de la masa)
Alguna vez tuvimos una burguesía nacional, hoy es una burguesía parasitaria, proveedora del Estado que solo aspira a ser lo que son: viven de las prebendas que le da el Estado. No hay aspiraciones para ser un país capitalista desarrollado. La mediocridad y el lucro los tiene aprisionados cerebralmente. La dirigencia política en general es el reflejo de esta sociedad.
¿Qué hacer?
Historiando el quienes somos
Antes de referirnos puntualmente al proyecto de ley que envió el contador Randazzo al parlamento y que fuera aprobado; creo, debemos hacer una muy breve caracterización de quienes somos como país, pues no vamos a poder comprender el porqué de este proyecto y su aprobación; donde se unieron "los enemigos" en su voto positivo… porque en estos años no fueron adversarios… la sangre ha corrido y ha enemistado hasta familias completas, entonces ¿Qué los unió?
Vivimos y nos desarrollamos en el marco del sistema capitalista. Nosotros no concurrimos a ese sistema como un país capitalista desarrollado, central, dominante. Éste intentó serlo desde 1935 hasta 1955. En la última década de ese período, se desarrolló lo que se llamó Estado Benefactor o de Bienestar, o modelo Keynesiano… o populista. Fueron tiempos, en nuestro país, del gobierno peronista. Antes, en América Latina, surgieron modelos dentro del sistema capitalista, gobiernos que intentaron que sus países fueran soberanos e independientes económicamente y políticamente, llamados populistas. El primero fue el del general Lázaro Cárdenas en México; Haya de la Torre, en Perú; Jacobo Arbenz, en Guatemala, entre otros, donde se nacionalizaron las empresas de energía, comunicaciones y transporte, más, legislando por tener soberanía de sus subsuelos, como fue la nacionalización del cobre en Chile y el estaño en Bolivia.
Hoy, Argentina es sólo un elemento menor en ese sistema capitalista, pero como país dependiente se entiende. Es decir, concurrimos como país subalterno. Hemos llegado a ser tan dependientes que cuando Brasil (como ahora) tiene problemas con los dólares y el oro o la detención de su economía, Argentina tiembla. Somos como un edificio sin cimientos. Antes fuimos colonia de los españoles, luego parcialmente de los ingleses, más tarde de los EE. UU. El historial es largo y doloroso. En la actualidad, estos países nos colonizan a través de las empresas multinacionales, algunas de ellas estatales. Las formas y maneras de penetración colonial por parte de los países colonialistas han cambiando. Hoy no se envían a los infantes de marina, invaden a través de sus empresas, ya sean monopolios estatales como Telecom, Telefónica, Repsol, entre otras; o privadas, como Monsanto, Cargill, mineras, petroleras, de extracción de sodio; todas estas extirpan y se llevan nuestras riquezas naturales sin ningún control y sin chistar. Sería muy largo enumerarlas a todas, por ello, en mi libro El Ferrocidio (segunda edición) está actualizada hasta el momento de impresión.
Por todo esto digo que en los países coloniales, dominados o dependientes como el nuestro, la cuestión nacional es el primer eslabón de la lucha transformadora para construir un país libre, digno y soberano, que merezca ser vivido. Debemos asumir que somos un país colonizado y dependiente.
El colonialismo fabrica colonizados. Estos, son funcionarios colonizados nacidos en nuestras universidades nacionales. El colonialismo puso el huevo de la serpiente en las casas de estudio, sindicatos, partidos políticos, entre otras organizaciones, estos los hicieron empollar, controlando además su parición y crecimiento, esta cría nos conduce y nos controla, las serpientes se siguen reproduciendo. Por ello, no hay democracias con el aumento exponencial de la corrupción… Es una ilusión óptica pensar que un país soberano se pueda construir sobre un nidal corrompido hasta la médula.
Más de tres décadas de la vuelta a las elecciones
Con el advenimiento de la democracia, después de la última dictadura cívica militar que terminó de empollar el huevo de la serpiente, con el gobierno de Alfonsín las cosas cambian parcialmente. Hay un pequeño veranito. Al tiempo todo cambia. Comienza nuevamente la ofensiva contra todo lo estatal, especialmente sus empresas.
Asume Rodolfo Terragno como Ministro de Obras y Servicios Públicos. Crea La Dirección de Empresas Públicas (DEP) cuyo primer director fue Enrique Olivera; luego, Horacio Losoviz, dirigente de ADEPA (Asociación de la Industria del Transporte Automotor), privatizaban el poder de las compras de las empresas estatales. Fue el intento más serio después del Plan Larkin de disgregación, desguace y paralización, en este caso, de los Ferrocarriles Argentinos.
El primer paso dado fue el de pretender privatizar los ferrocarriles sin apropiarse de sus bienes; es decir, alquilarlos. Se raptaba la caja recaudatoria, era el dinero colectado y el aportado por el Estado. Terragno, al crear la Dirección de Empresas Públicas (DEP) pone la excusa de que era para coordinar los aspectos económicos y racionalizar el uso y el monto de las compras. Privatizan el poder de compra de las Empresas del Estado (Aerolíneas, Ferrocarriles, Flota Mercante, Flota Fluvial, YPF, Agua y Energía, Teléfonos, Puertos, entre otras).
Los grupos que integran el holding
Enrique Olivera y Ramos Mejía (representaba al Grupo Macri, Finamérica), Miguel Roig (Grupo Bunge y Born), Carlos Tramutola (Grupo Techint), Javier Gamboa (Grupo Roberts) y Héctor Massuh (Grupo Gelbard - Madanes)
Al tiempo Terragno anuncia su plan ferroviario. Serán cuatro empresas para suplantar a Ferrocarriles Argentinos: Ferrocargo, Ferrotur, Metropol y Ferrocarriles Argentinos. Se los ofrece a Techint, Loma Negra (es decir a Amalita Fortabat), Socma (Macri), Sade, Román, Materfer y Cartellone, y se interesa el Citibank. Valga una digresión, en este marco aparece Lou Thompson, representante del Banco Mundial. Este plan no pudo ser llevado a cabo por la lucha de los ferroviarios.
Llegó Carlos Menem con el canto falsario de la revolución productiva tarareando la marcha peronista, concreta definitivamente la destrucción de nuestros ferrocarriles y de las empresas del Estado. En ese devenir, los factores de poder siempre impusieron sus condiciones. No fueron ni son improvisados. Al asumir Menem ya traían entre sus alforjas la táctica y la estrategia de cómo obrar. Como primer paso, se sanciona la llamada Ley Dromi de Reforma del Estado (Ley 23.696, sancionada el 17 de agosto de 1989), legislación madre de todas las concesiones y privatizaciones. La iniciativa fue impulsada por los sectores de centro derecha, donde se sostenía que "Achicar el Estado era agrandar la Nación". (Muchos años han pasado, que casualidad, nadie habla de ella). Ley que ampara el decreto 666, el corazón de las concesiones ferroviarias, y los decretos de supresión de los trenes de pasajeros donde colaboraron muchos dirigentes gremiales del personal técnico (consta en acta de los congresos).
La Ley Dromi, de la cual nadie habla ni la menciona, ley madre por excelencia, deja vía libre a todas las fechorías que conocemos, permitiendo la destrucción de los ferrocarriles, la flota fluvial, la marina mercante, agua y energía, YPF, YCF, Aerolíneas Argentinas, entre otras empresas estatales.
Menem lo hizo. Se cumplían las metas y objetivos trazados por la fuerzas del poder que se venía gestando después del golpe de Estado en 1955. Se hizo realidad. Cerraron el ferrocarril, sus líneas fueron alquiladas; es decir, concesionadas. Gran negocio para los proveedores del Estado transformados en transportistas. Para los trenes suburbanos había un subsidio, no pagaban alquiler; al contrario, el dueño de las infraestructuras ferroviarias que era y es el Estado, en vez de recibir el monto por alquiler le pagaba al concesionario un canon.
El saqueo