Por Carlos Del Frade
(APe).- Javier Barbona es maestro de profesión y alma. Ahora está diplomado en ludopedagogía pero nadie le da trabajo estable porque tiene convicciones profundas y se niega a callar la violenta injusticia que recorre la realidad de las chicas y los chicos en el departamento Vera, en el norte santafesino, el más grande de la provincia, uno de los tres que están sobre el paralelo 28, límite con el Chaco.
-Una candidata del PRO dijo que había casi un millón de cabezas de ganado en el departamento… alrededor de 20 por cada habitante. Parece mentira que haya tanto para tan pocos… y un funcionario provincial sostuvo que hay cerca de cien escuelas rurales cerradas, algunas de las cuales ahora se usan para criar ganado. También hay un solo bioquímico para todo el departamento y para que los chicos nazcan hay que irse hasta Reconquista, en el otro departamento, en General Obligado… No puede ser. Cuando las chicas que eran prostituidas en la ciudad de Vera empezaron a decir que secretarias de juzgado, fiscales y policías participaban de esas supuestas fiestas sexuales, algunos funcionarios del poder judicial fueron movidos a otros lugares de la provincia o esos mismos expedientes fueron cerrándose de a poquito– cuenta Javier que desde hace años, junto a otros maestros y militantes sociales construyeron un espacio de educación no formal y acompañamiento a las chicas y chicos cosidos por la soledad y el abandono que se llama La Quinta, donde cada puerta tiene un dibujo de vivos colores y detrás de ellas hay dispositivos para que las pibas y los pibes jueguen o piensen.
Antes La Quinta tenía un auspicio internacional y ahora continúa por el amor, la pasión y el compromiso de los que siguen insistiendo en construir esperanzas en esos territorios estragados por la desidia, la corrupción y la indolencia de los diferentes gobiernos.
Hay bandas de pibas y pibes que fabrican sus tumberas y con ellas se enfrentan en distintos barrios de Vera, una postal que parecía lejana y que hoy, sin embargo, son cotidianas en estos arrabales cercanos al paralelo 28.
En el tremendo camino que va de Vera a Los Amores, 170 kilómetros de tierras, barro, piedras, vacas, caballos, ripio y recuerdos de asfalto, se pueden ver chicos menos de quince años que están metidos hasta la cintura en los cursos de agua. Buscan carnada para vender a los pescadores que luego intentarán suerte en Reconquista, en el departamento General Obligado. Ganan, con suerte, 30 pesos por día. Le dicen los "moreneros".
¿Quiénes son responsables de ese presente?.
Están allí porque no pueden estar en otros lugares para buscarse el sustento material que aguante sus proyectos de vida.
¿Qué sueños tendrá uno de estos moreneros?. ¿Quién escuchará a los moreneros?.
Y por otro lado, en la escuela secundaria de La Gallareta, por ejemplo, se puede ver la silueta de la chimenea del último ingenio taninero de La Forestal, cerrado en 1964. Las pibas y los pibes saben que si necesitan trabajar tienen que irse a Rafaela o Sunchales y sus padres son testigos dolientes del desarraigo planificado.
En ese punto de la geografía, desde 1972 existía la llamada “Casa del Niño”, donde supuestamente se cuidaban a las chicas y chicos que no podían seguir recibiendo maltrato. La tuvieron que cerrar por varios casos de violaciones, algunas de ellas cometidos por famosos punteros políticos de los señores feudales del norte. Esa clausura se produjo no hace mucho tiempo atrás, al mismo tiempo que los presupuestos provinciales para mantener los pocos espacios que, de verdad, protegen a las niñas y los niños, son cada vez más reducidos.
La frase que más se escucha en el resto de la provincia donde sobra la plata -200 mil millones de pesos es el monto del producto bruto geográfico de Santa Fe- es: "El norte postergado" como si fuera consecuencia de un castigo divino y, por lo tanto, inmodificable. No es verdad: al norte lo postergan los funcionarios de los grandes partidos políticos que se abusan de la tolerancia de sus pobladores. Hace falta, entonces, convocar a una gran rebeldía del norte. Que a pesar del miedo que imponen los señores feudales de cada comuna, municipio o departamentos, digan basta y exijan vivir como se merece cada persona en pleno siglo veintiuno.
Es allí, en el violentado norte provincial santafesino, donde no hay justificación alguna para la cobardía política.
Allí cerca del paralelo 28.
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