Por Iroel Sánchez
En la Cumbre de las Américas efectuada en Panamá no hubo declaración final. Estados Unidos y Canadá se opusieron a algunos aspectos en que los 33 países de América Latina y del Caribe estaban de acuerdo y, por las normas democráticas de la Organización de Estados Americanos (OEA), con mayoría de 33 contra dos no es posible aprobar un documento.
Washington y Ottawa se separaron del resto del continente por no considerar la salud un derecho humano, el acceso equitativo y seguro y el derecho a la privacidad en el uso de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, la oposición a sanciones unilaterales (bloqueo a Cuba y declaración de Venezuela como amenaza), la transferencia de tecnología sin condicionamiento a los países de menor grado de desarrollo, reconocer la Cumbre de los Pueblos como foro ciudadno y el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas respecto al cambio climático.
Después de que su gobierno asumiera esas posturas, el Presidente de Estados Unidos dijo “no queremos estar atrapados en la ideología” y afirmó sobre el devenir futuro en su nueva política hacia Cuba: “Nosotros seguiremos hablando de valores universales y Castro seguramente seguirá hablando de sus temas. Pero podemos tener muchas cosas en común”. Luego, Barack Obama escuchó el dicurso del Presidente cubano Raúl Castro y abandonó el plenario sin atender lo que países tan importantes como Argentina y Venezuela tenían que decir.
El mainstream mediático parece se retiró del salón junto con Obama porque su conclusión, a pesar del aislamiento de Washington en la elaboración de la declaración final y en los discursos de los mandatarios, es que -como editorializa el diario español El País-:
“Por primera vez desde hace años, este encuentro ha servido para mostrar el papel predominante de Estados Unidos en el hemisferio y además de una manera que, también por vez primera, no despierta un coro de protestas y advertencias en contra”.
Para cualquiera que haya seguido las intervenciones de los mandatarios asistentes lo ocurrido fue absolutamente diferente, porque precisamente lo que hubo en el plenario respecto a Estados Unidos fue eso: “un coro de protestas y advertencias en contra”.
En cuanto al discurso de Obama, o hay esquizofrenia en el gobierno de EE. UU. o lo que la Casa Blanca entiende por “valores universales”, según su comportamiento en Panamá, es tratar de imponer la voluntad de una minoría a la mayoría, la oposición a causas universales como la salud, la protección del medio ambiente o la democratización del acceso a la tecnología, y la negativa a escuchar a los otros después de que les descargaste tu filípica. O sea, american values disfrazados de universal values, lo que no es precisamente otra cosa que ideología. Pero para EE. UU. y la prensa que lo acompaña, lo que queda fuera de ellos, son solo “temas”, aunque sean los de la inmensa inmensa mayoría del continente, entre la que está Cuba.
Sin embargo, cierto es que hay un escenario nuevo que ha permitido una gran victoria cubana, como describió con exactitud la presidenta argentina Cristina Fernández, al referirse a lo que la para la gran prensa es sólo “el encuentro de dos presidentes que finalmente después de mucho tiempo decidieron darse la mano”:
“No, señores. Cuba está aquí, porque luchó por más de 60 años con una dignidad sin precedentes, con un pueblo, que como recién lo indicaba Raúl, el 77 por ciento nació bajo el bloqueo, que sufrió y sufre aún muchísimas penurias, y porque ese pueblo fue conducido y dirigido por líderes que no traicionaron su lucha, sino que fueron parte de ella”.
Y detrás de esa dignidad sólo puede haber valores sostenidos por un pueblo entero, no “temas” de una persona.
“¡¿ Quién puede pensar que vamos a obligar a todo un pueblo a hacer el sacrificio que ha hecho el pueblo cubano para subsistir, para ayudar a otras naciones ?! Pero “la dictadura de los Castro los obligó”, igual que los obligó a votar por el socialismo con el 97,5% de la población”.
Así afirmó el Presidente Raúl Castro, cosechando uno de los muchos aplausos a su intervención ante el plenario de la Cumbre en Panamá. No obstante, como dijo el mismo Raúl durante el encuentro que él y Obama tuvieron con la prensa esa misma tarde: “…estamos dispuestos a hablar de todo, pero debemos tener paciencia. Mucha paciencia”
(Publicado en CubAhora)
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