Luciano Arruga: Con sed de verdad y justicia   Foto : Jorgelina Araceli Méndez Marcharon ayer. 10 años después del secuestro, desaparición y asesinato de Luciano, el reclamo s...

Luciano Arruga: Con sed de verdad y justicia


Foto: Jorgelina Araceli Méndez

Marcharon ayer. 10 años después del secuestro, desaparición y asesinato de Luciano, el reclamo sigue intacto. La lucha también. Quedó demostrado en la compacta movilización por la Av. Mosconi, de Lomas del Mirador, para despertar la modorra de las y los vecinos. Como es habitual, estuvieron presentes la Asociación de Ex - Detenidos Desaparecidos, CORREPI, La Poderosa y tantas otras organizaciones que se fueron sumando a lo largo de la marcha.

La emoción fluía entre la voz de Vanesa, recordando estos años en un recorrido oral que era acompañado por ese ¡ Presente ! que calaba hondo entre quienes marchábamos. Familiares de víctimas de gatillo fácil o de asesinatos como el de Clemente Arona, con la presencia de Ana Braghieri, la madre del joven “atropellado” en Venado Tuerto, que iban diciendo sus verdades. Las que desmienten el discurso oficial de todos los gobiernos. La represión es estatal. También estuvieron presentes los familiares de las víctimas de Cromagnon, como Silvia Bignami y Delia Belardinelli. Todas y todos juntos por las y los pibes.

No era una caminata más. Fue el camino hacia la búsqueda de la verdad y de la justicia. A cada paso, se advertía esa sed además de la provocada por el intenso calor de la tarde. Y constituyó una verdadera señal política. Nadie se va a rendir ante el poder que sigue torturando, matando y desapareciendo en democracia.

Fue la respuesta a Bullrich, la impulsora de la baja de la edad de imputabilidad y de la doctrina Chocobar. A un gobierno que pretende ahogar en sangre los reclamos de la clase trabajadora y de todas y todos aquellos que pensamos y soñamos con una Argentina diferente. Por supuesto, sin olvidarnos que forma parte de la burguesía junto con el kirchnerismo y el resto de la oposición parlamentaria.

No podemos olvidar, ni perdonar y menos aún, reconciliarnos con los autores materiales e intelectuales de lo acontecido con Lu, ese pibe de 16 años que no quería robar para la policía. Con lucha, lo buscamos y lo encontramos. Ahora, solamente resta el juicio y castigo.

Ese espíritu es el que nos debe impulsar a acompañar a todas y todos los familiares de víctimas, cualquiera sea la ocasión en la cual hayan caído: una comisaría, una cárcel o una celda maloliente. Y estamos seguros que la lucha está en la calle. No queda otra alternativa cuando la política, la justicia y los organismos de seguridad se niegan a respetar los derechos de nuestros pibes. Pero es tarea de todas y de todos en la trinchera que cada uno o una elija para hacerlo.

De ese modo, lograremos satisfacer esa sed que no se alivia con meros documentos. Sino con memoria, verdad y justicia.
 

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