La victoria es la lucha (APE). Por Alfredo Grande   “La única manera de vengar el pasado, es construyendo el nuevo futuro” (aforismo implicado) -Lamentamos aun más que ...

La victoria es la lucha (APE).

Alfredo Grande

Por Alfredo Grande  


“La única manera de vengar el pasado, es construyendo el nuevo futuro” (aforismo implicado)

-Lamentamos aun más que las autoridades gubernamentales, exijan que por el solo hecho de ocupar un cargo público que nosotros consideramos un derecho, se obligue a hermanos que tuvieron su historia de compromiso y lucha, hagan un triste papel de defender lo indefendible, como son la violencia física y cultural contra los Pueblos Originarios de Argentina, que han llegado a casos de muerte.

-Animamos a las organziaciones y comunidades que sienten adhesión o simpatía a cualquier gobierno o administración, no renunciar a banderas que nuestros Fvtakece nos legaron.
Marici Weu ! - Por uno que Cae, Diez se Levantarán !!!!

.Elias Maripan Jose Kintrikew

Ñizol Logko Werken

 

(Ape).- Cuando la vida deja de darte sorpresas, la vida se ha transformado en muerte. Ninguna eternidad mayor que la de la muerte. Sin embargo, algo de esa pétrea eternidad puede ser conmovida. Nunca sabremos por cuanto tiempo. Cuántas generaciones podrán sostener el recuerdo que transforme la vida de los luchadores en la eternidad de una lucha siempre renovada. Felices los tiempos en los cuales para mirar con alegría el futuro, no tememos enfrentar los dolores del pasado.

“El peso de las generaciones muertas oprimen como una pesadilla el cerebro de los vivos”, escribió Carlos Marx. Y entonces la revolución deja de ser un sueño eterno, para transformarse en una pesadilla sin retorno. ¿Sentirán culpa los muertos? ¿Acaso será el infierno la culpa por estar muerto y el paraíso la culpa por haber sobrevivido?  No podemos saberlo, pero sí imaginarlo.

Cuando los verdugos de ayer son los benefactores de hoy, cuando los desconocidos de siempre se convierten en las luminarias de una nueva era, cuando los cobardes se visten de valientes, cuando los oportunistas y mediocres quieren convencernos de que son brillantes porque leen la oportunidad histórica, es tiempo de golpear la esperanza con el cincel de la crítica. Ni todo tiempo pasado fue mejor, ni todo tiempo futuro será mejor. Hay momentos en que la historia avanza en forma espiralada, y por lo tanto puede retroceder durante un largo tiempo. Muchos no podrán sostener la larga espera hacia los tiempos de la nueva bonanza. Si algo parecido al progreso existiera, no es sin retrocesos, desmayos, pérdidas y tristezas. Por eso sostener que todo tiempo pasado fue mejor, es reaccionario. Pero afirmar que todo tiempo futuro será mejor, es delirante. En todo caso, el pensamiento crítico abomina de totalidades.

Freud decía: “placer para un sistema, displacer para otro”. Y amplío: justicia para un sistema, injusticia para otro. Comida para un sistema, hambre para otro. Alegría para un sistema, tristeza para otro. Vida para un sistema, muerte para otro. Freud, más intuitiva que racionalmente, postula incluso para el placer el atravesamiento de la lucha de clases.

Sabemos que la cultura represora repudia la lucha de clases, no porque pretenda la igualdad, sino porque sostiene la hegemonía de una casta. Gracias a la desgracia de la nueva ley de partidos políticos, la clase política devendrá en pocos años en casta. El nepotismo, otrora vergüenza del poder, se convierte sin demasiado disimulo, en política pública. Todo el poder a los Campanelli.

Los feudalatos provinciales no solamente llegaron para quedarse, sino para amplificarse. No advino el hombre nuevo, sino que arribó la familia vieja. El Estado sufre un reduccionismo que pienso no tendrá retorno al espacio familiar. Estado Familia y Asociados. Fórmula mirada con cariño en los tiempos de tirar la soja al techo, pero observada con furor en los tiempos de los panes de la locura, parodiando el título de una obra de teatro de Carlos Gorostiza.

La brutal concentración de Poder es paralelo a la proclama de la democratización de la justicia. Entendida en su versión oportunista. La democracia es solamente un tema de cómo se elige, no de cómo se ejerce. “No se vota porque es democracia, sino que es democracia porque se vota”. Si un ministro no da una sola explicación valedera y además nadie se la exige sobre los trenes que chocan, eso no implica un ejercicio antidemocrático. Después de todo, o al menos después de algo, a ese ministro lo eligió alguien que fue votado. Y ya sabemos, mayoría igual a totalidad. Dios no juega a los dados, dicen que dijo Einstein, y supongo que Dios tampoco invierte en financieras truchas. O en frentes electorales donde aunque no una el espanto, estoy seguro que tampoco une el amor. Mas allá de siglas y siglos. El camino del infierno no está sembrado de buenas intenciones, sino de actos fallidos. O como decimos los psicoanalistas un poco chapados a la antigua: de acting out. O sea: el acto se piensa antes, el acting no se piensa después. El acting es un manotazo de ahogado, que suele ser una especie de reflejo, sin mucha participación de la corteza cerebral. A puro reflejo, y salvó el gol. Apretados por la ley proscriptiva de partidos políticos y obsesionados por la urna de oro, los frentes, a los cuales nadie llama alianza porque es yeta, intentar abarcar mucho desde el centro a la redonda, pero terminarán abarcando poco. Creo, aunque seguro que me equivoco que la potencia de un frente es justamente la singularidad. O sea: un Frente que contenga mucho, no muchos frentes que contengan poco. Aunque se enojen conmigo: el más bastardo oportunismo y el más rancio sectarismo pueden bautizarse como Frente. Obviamente: si es para la victoria tiene un tono de triunfalismo seductor. Los que son apenas para la derrota, tendrán lágrimas pero nunca de alegría. Será otro juego de las lágrimas para los que insisten en desafiar a la divinidad popular jugando a los dados.

Como escribí en varias oportunidades, esperaba un frente de las izquierdas clasistas y no clasistas, anticapitalistas y populares. Incluso deseaba formar parte activa de esa construcción. No pudo, no quiso o quizá, no debió ser. Los tiempos del gerenciamiento electoral tienen razones que el corazón militante no entiende. Por suerte.

La masacre del puente Pueyrredón fue planificada por varios de los que aún hoy usan la galera de los derechos humanos mientras se calzan los borcegos del milico. Después de todo, la ley anti terrorista está para cumplirse. Tiemblo al pensar con qué nueva definición de terrorismo nos sorprenderá el candidato Ricardo Forster. Y lo menciono porque al menos habla con fundamento. 

La masacre fue la respuesta política a una salida por izquierda de la pueblada del 2001. La construcción de poder popular desde el territorio, por fuera de la tutela o mecenazgo oficial, no podía ser tolerado. Un alto funcionario de esas épocas, actualmente senador nacional, de nombre Aníbal y apellido Fernández, dijo que la asamblea había resuelto llevar armas. Quizá armas para la construcción de viviendas y para la creación artística. Pero ni una sola arma de destrucción masiva y activa. Esas armas las llevó la policía. Y tiró a matar. Impunidad que no tiene fin. Y entonces el canto del cisne invocando a los horrores de la dictadura se convierte en el graznido patético de un patito feo.

La masacre del Puente Pueyrredón tiene demasiado en común con otras masacres. Hoy la de los pueblos originarios, sin ir más cerca. Lo originario es el trabajo. Lo originario son los pueblos que estaban cuando los invasores llegaron. Y para defender al capital, que no es originario, y a los capitalistas, que lo son menos, la cultura represora masacra.

Difícil será atravesar la tristeza, el dolor, la bronca, la impotencia, sin ahogarnos en la furia de esos mares. Los pocos que lleguen a otras playas, sabrán que no luchamos para la victoria. Ya alcanzamos la victoria porque no hemos dejado de luchar.

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