Psiquiatría, aritmética y política (APE). Por Alfredo Grande     “Si Jorge Lanata se va…¿los votos vuelven?”  (interrogante implicado) “Si no se trata de política, sino de guerra...

Psiquiatría, aritmética y política (APE).

Alfredo Grande

Por Alfredo Grande  

 

“Si Jorge Lanata se va…¿los votos vuelven?”  (interrogante implicado)

“Si no se trata de política, sino de guerra, no hablemos de paz, sino de tregua”  (aforismo implicado)

“Solo tenemos 3 días para recordarle a Obama que no puede ser el primer Nobel de la Paz que emprenda una guerra. Este sábado el Congreso de Estados Unidos se reúne tras las vacaciones y tiene sobre la mesa la petición de Obama para bombardear ciudades sirias.

ATENCIÓN: la Cámara de Representantes nunca en su historia ha negado una petición presidencial de guerra.

Para movilizarte en favor de la paz solo tienes que pinchar este enlace: http://www.hazteoir.org/alerta/53080-se-or-obama-no-otra-matanza-siria

(APe).-  En la cultura represora, el remedio siempre es peor que la enfermedad. Con el agravante de que para justificar ese remedio, no pocas veces se inventa la enfermedad. Recordemos las armas de destrucción masiva que nunca se encontraron. Siempre es mejor un mal arreglo, que un buen juicio. No se salvan ni médicos ni abogados.

La amenaza de un ataque a Siria para defender a sus habitantes del ataque del propio gobierno de Siria, es un analizador trágico de como se resuelven los problemas en el marco de los imperialismos, los feudalismos, los capitalismos. La misma lógica que llevó a la embestida de la Policía Metropolitana contra trabajadores y pacientes del Hospital Borda, en una prueba más de que un componente sustancial de lo que se denomina “inseguridad”, son las propias fuerzas de seguridad. Otro remedio peor que la enfermedad.

Es larga la lista de las supuestas enfermedades tratadas con letales remedios. Hace poco se desestimó la existencia del ADD, un supuesto síndrome de hiper actividad del niño. Richard Gardner, psiquiatra, acuñó en 1985 el denominado síndrome de alienación parental. Pretendía explicar la tendencia de las madres a denunciar abusos sexuales a los niños por parte de los padres. Nunca nadie describió un síndrome de alienación paternal para explicar los maltratos, abusos y prácticas incestuosas de los padres con sus hijas e hijos.

Cuando aparece un caso extremo, se prefiere la denominación de monstruo lo cual remarca el carácter excepcional de la situación. A pesar que no hay ninguna sociedad científica que avala el denomina síndrome de alienación parental que Gardner postulara, no pocas veces es invocado para justificar las macabras operaciones de re vinculación entre padres abusadores e hijos. Re vinculación, que es una de las formas más crueles de la impunidad.

Cuando dejamos que el victimario sea el que decida sobre las condiciones de la víctima, la cultura represora se anota mucho mas que un poroto. El médico periodista Nelson Castro describió el síndrome de alienación presidencial. Lo llamó Síndrome de Hubris. Creo que está descripto, pero como no me interesa en este caso la verdad sino su manipulación, resistiré la tentación de ir a Wikipedia. Si la Hubris se le subió a la cabeza, o desde la cabeza baja, que no es lo mismo pero es igual, habría que empezar por los denominados comunicadores mediáticos. Deciden qué es real y qué no, quién existe y quién no, qué voces son necesarias de ser escuchadas, y cuáles no.

En los tiempos en que el cierre de transmisión existía, décadas antes del cable, se realizaba con un programa llamado “Un momento de meditación”. Para demostrar la amplitud, iban religiosos de distintos credos. Pero siempre religiosos. Pregunté porque no iban maestros, obreros, docentes, médicos, porque seguro tendrían otros temas para meditar. Me quedé meditando solo. En la actualidad de nuestra cultura represora, los momentos de meditación, y ya no al cierre de la transmisión, sino en el horario pico, corresponden a los profesionales de la política y de la farándula, que a veces no coinciden. No lo conozco a Nelson Castro pero pienso que hay que tener mucho Hubris para enunciar Hubris en el cerebro ajeno sin poder diagnosticarlo en el propio.

Claro que no es el único elemento en el grupo de los diagnosticadores / descalificadores seriales. Lilita Carrió ha sido objeto de una campaña sistemática de difamación, con burlas incluso a cuestiones de su peso corporal. No creo que el escarnio haya sido por sus defectos, sino que el escarnio tuvo más que ver con sus virtudes. Lo apocalíptico y lo profético no son lo mismo.

Pueden coincidir y será el análisis concreto de la realidad histórica social concreta quien marque la diferencia. Si existiera un síndrome de alienación gubernamental, y no soy Gardner para postularlo, sino Grande para no hacerlo, la corrupción serial sería el síntoma más grave. Allí está Jaime con 20 procesos, gozando del discreto encanto de la impunidad política. La jurídica va y viene, como ya debe estar entendiendo Zanola. Pero la peor de las impunidades es la política. Por eso Zanola puede estar preso y simultáneamente, marca de la cultura represora, el sistema fraudulento de obras sociales, sindicatos, sigue funcionando.

Ahora descubren a IOMA. Y ahora no descubren a todas las demás. Es corrupción sacar lo que no corresponde, pero también es corrupción no dar lo que si corresponde. Por ejemplo, las becas para los miles de niñas y niños que están en diferentes organizaciones de resistencia contra el desamparo infantil. Formas de exterminio mudas que no necesitan declarar ninguna guerra. Tampoco la Nación Argentina le declaró la guerra a la Nación QOM. Ni decretó para la etnia la solución final. Por lo tanto los hechos son solamente eso. Hechos.

No hay relato que les de un sentido para pensarlo por ejemplo, como una forma residual del terrorismo de estado. Si se denuncia que hay “hambre de agua”, es preferible insultar al periodista que solucionar la sed que mutila a tantas gargantas con arena. Por eso en este momento no me preocupa la guerra. Una idea de León Rozitchner: la guerra empieza cuando las víctimas deciden enfrentar a los victimarios. El ghetto de Varsovia le declaró la guerra al Tercer Reich. No aceptó mansamente la masacre. Uno de los logros de la cultura represora, que lamentablemente no tiene pocos, es denominar guerra a lo que es exterminio. Cuando la Mole Moli le da una trompada a un boxeador que está caído, deja en ese mismo instante de boxear. Por eso quedó descalificado. Su deseo de masacrar al rival no es boxeo. Un padre que abusa sexualmente de su hijo, en ese mismo instante deja de ser padre. Pasa a ser un adulto sádico que manipula, amparándose en el amor que el niño siente. Sin dudar, hay amores que matan y otros que llevan al suicidio. El exterminio no es guerra, y la suma de todos los poderes no es Hubris. Es una de las tantas formas que la cultura represora organiza las formas del ejército y la iglesia en la política: subordinación y valor y un solo dios verdadero. A esto Freud lo denominó Masas Artificiales.

Desde ya, el poder mediático es una Masa Artificial, mas allá de Magnetto y Clarín. Lo sabía Goebbels y el inefable Apold. Y lo sabe el imperialismo, que ha creado en palabras de Noam Chomsky, las ilusiones necesarias. Lo que yo denomino alucinatorio social. El Hibris aritmético fue bloquear toda crítica apelando al Mito del 54%. No por inexistente en esa coyuntura, sino por darle el sentido de licencia para gobernar…como se me cante. Aunque desafine. Sabemos que para el peronismo, la peor astilla siempre es la del mismo palo. En todos los frentes opositores al kirchnerismo hay peronistas. Excluyo obviamente a la izquierda clasista.

La parte buena es que ahora, donde la situación de fondo entre patria socialista y patria peronista no está activa, no será necesaria ninguna masacre. Apenas contubernios, pase de facturas, sobornillos varios, gestos, chicanas y mohines. Mezcla de bizarrías y elegancias. No hay espacio para la Mole Moli porque la calidad institucional ya no lo permite. Hasta Berni admite que hay inseguridad, además de sensaciones. Mientras tanto, las becas que no se pagan son la continuidad del hambre y la sed por otros medios. Mucho más burocratizados que una invasión a Siria. Pero no menos letales.

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