El presidio político en Estados Unidos XIII y XIV (ALAI) Por Salvador Capote Campos de exterminio llamados reservaciones Los dueños primarios del territorio estadounidense, los americanos nativo...

El presidio político en Estados Unidos XIII y XIV (ALAI)

Salvador Capote

Por Salvador Capote


Campos de exterminio llamados reservaciones


Los dueños primarios del territorio estadounidense, los americanos nativos o indios, fueron sometidos durante siglos a un proceso de destrucción de su cultura, de robo de sus tierras ancestrales, de exterminio y reclusión en áridas y remotas reservaciones. (1)

La “Indian Removal Act” (Ley de Desalojo) de 1830, los despojó de sus tierras y los obligó a trasladarse a las reservaciones. La historia de Estados Unidos recoge el bochornoso episodio (1838) del “Trial of Tears” (El Camino de las Lágrimas), cuando 17.000 cheroquees fueron obligados a abandonar sus hogares en el norte de Georgia y trasladarse a Oklahoma. En el trayecto de 1,200 millas a pie, en lo más crudo del invierno, alrededor de 4.000, principalmente ancianos, mujeres y niños, murieron en el camino. El robo de sus tierras a las tribus fue una historia de horror sin precedentes.

El mayor ahorcamiento masivo en la historia de Estados Unidos tuvo lugar el 26 de diciembre de 1862 en Mankato, Minnesota. Sofocada una insurrección de las tribus Dakota, desesperadas por el hambre impuesto por el gobierno estadounidense, 303 indios, prisioneros de guerra, fueron condenados a muerte y otros 16 a largas penas de prisión, en juicio sumario sin abogados ni testigos. El presidente Abraham Lincoln redujo el número de los que serían ejecutados. En presencia de una multitud vociferante de cerca de 3.000 ciudadanos blancos y de gran cantidad de soldados, 38 indios fueron ahorcados por el delito de defender la tierra de sus ancestros.

La “General Allotment Act” o “Dawnes Act” (Ley General de Reparto) de 1887 puso fin a la propiedad comunal de la tierra y separó áreas dentro de las reservaciones para su venta a colonos blancos. Tres años más tarde, los horrores de la ejecución masiva de Mankato quedarían empequeñecidos ante la masacre de “Wounded Knee”. En diciembre de 1890 el Ejército de Estados Unidos asesinó a cientos de indios Sioux, la mayoría desarmados y muchos de ellos mujeres y niños, cerca de Wounded Knee Creek, Dakota del Sur. Se dejó morir a los heridos en el suelo en medio de una nevada que duró tres días, luego se enterró a los cadáveres en una fosa común mientras los soldados posaban para los fotógrafos. (A)

Los indios fueron considerados siempre como raza inferior. Una decisión paternalista de la Corte Suprema en 1894 los consideró “una raza ignorante y dependiente”. Se les negó en varias ocasiones la ciudadanía y tuvieron que esperar hasta 1924 para que la “Synder Act” la reconociese. Su derecho al voto no fue admitido por todos los estados hasta 1948.

Para acelerar la destrucción de su cultura, miles de niños indios fueron aislados de sus tribus y de sus hogares, se les asignaron nuevos nombres en inglés, los vistieron con uniformes grises, se les cortó el pelo, se les prohibió comunicarse en sus idiomas maternos, y se les obligó a participar en los cultos cristianos. El objetivo era la asimilación forzosa, no la educación.

Desde Acoma, en lo que es ahora New Mexico, en 1599, hasta “Wounded Knee”, en 1890, transcurrieron más de cuatro siglos de fiera y heroica resistencia indígena. De 12,5 millones de indios que poblaban el territorio de lo que es hoy Estados Unidos, quedaban en 1890 sólo 228,000 sobrevivientes, en pésimas condiciones de salud, aislamiento y miseria.

En 1939, la “Indian Reorganization Act” devolvió a los indios el derecho a crear su propias organizaciones de gobierno y prohibió la venta de tierras en las reservaciones a personas o instituciones no indias. Esta ley, que llegó demasiado tarde, cuando sólo quedaban a los indios 89 de los 138 millones de acres que tenían cuando se promulgó la ley Dawes y éstos eran, por supuesto, los de menor valor agrícola, no impidió que continuaran perdiendo las propiedades de sus tierras. En 1960 sólo les quedaban 53 millones de acres, muy por debajo del mínimo necesario para sostener a la población india.

Como parte de la política genocida del gobierno de Estados Unidos, el “Bureau of Indian Affairs” colaboró con el “Indian Health Service” en la esterilización sistemática, involuntaria y sin previo aviso, de miles de mujeres indias en las reservaciones.

Alrededor de 400 tratados con las tribus fueron sistemáticamente desconocidos o violados por los sucesivos gobiernos norteamericanos. La leyes promulgadas para destruir su modo de vida constituyen uno de los mejores ejemplos conocidos de imperialismo cultural.

Durante más de dos siglos se prohibió a los indios la libertad de culto. En 1978, con la “Religion Freedom Act” se les permitió celebrar algunas ceremonias religiosas. Pero la libertad de culto no les fue reconocida hasta 1993 con la “Native American Free Exercise of Religious Act”.

Al comenzar la segunda mitad del siglo XX, el nivel de pobreza de los indios era mayor que el de ningún otro grupo étnico. Más de la mitad de los supervivientes habían abandonado las reservaciones y vivían en los centros urbanos, muchos de ellos en la más absoluta miseria. Los americanos nativos ocuparon el primer lugar (por habitantes) en la población penal de Estados Unidos.

Por esta época, el Ku Klux Klan aumentó la frecuencia de sus actividades terroristas en el sur de Estados Unidos, en reacción principalmente a la integración racial en las escuelas públicas ordenada por la Corte Suprema en 1954. Pero, al igual que sucedió con los afroamericanos, los indios que regresaron de la II Guerra Mundial, de la guerra de Corea, y posteriormente los que regresaron de la guerra de Vietnam u otras guerras imperiales, sabían ya como defenderse y no se asustaban fácilmente.

En 1957, el Gran Dragón del Klan, James W. Cole, inició una campaña de acoso contra los indios Lumbees, que viven en una zona pantanosa en el límite entre Carolina del Norte y Carolina del Sur. Como esas tierras no interesaban al gobierno, los Lumbees no fueron forzados a marchar a las reservaciones junto con las demás tribus del Sudeste. Sobrevivían dentro de su propia reservación.

El 13 de enero de 1958, el Klan comenzó a quemar cruces en el Condado Robeson con el fin de “poner a los indios en su lugar” e impedir mediante el terror las uniones interraciales. Cole anunció por radio una reunión del Klan cerca del pueblo de Maxton que tendría lugar el 18 de enero. Fuerte indignación provocaron en los Lumbees las alusiones de Cole a la “moral relajada” de las mujeres indias.

Cuando en la noche de la fecha fijada, cerca de un centenar de miembros del Klan, bien armados, se reunieron en Hayes Pond, cerca de Maxton, unos 500 Lumbees, portando escopetas y palos los rodearon, gritando y disparando al aire. Los miembros del Klan huyeron dejando detrás las cruces y el resto de su parafernalia ceremonial. El “Gran Dragón” abandonó a su esposa y huyó a través de un pantano. Una foto de Simeon Oxendine, líder indio, veterano de la II Guerra Mundial, envuelto en la bandera conquistada del Klan, fue publicada en la revista Life. A partir de entonces, el Klan no volvió a incursionar en el condado y los Lumbees celebran cada año, el 18 de enero, el día de la victoria en la Batalla de Hayes Pond. (2)

Los Lumbee recibieron el apoyo solidario de numerosas tribus estadounidenses. La victoria de Hayes Pond marca el inicio de una etapa de renacimiento de la rebeldía india y es un buen ejemplo del método de lucha de violencia defensiva adoptado también por organizaciones afroamericanas.

El “American Indian Movement” (AIM) fue fundado en Minnesota en 1968. Una de sus primeras acciones para llamar la atención sobre las injusticias que se cometian con las tribus y naciones indias fue la ocupación durante 19 meses de Alcatraz, elegida porque era, como las reservaciones, prisión abandonada.

En 1972, una caravana nacional que terminó en Washington, DC, llamada “Trail of Broken Treaties” (El camino de los tratados rotos) presentó un plan de 20 puntos para mejorar la crítica situación de los indios. En 1978, otra marcha, “The Longest Walk” (La marcha más larga) realizó el recorrido desde Alcatraz hasta la capital.

Entre febrero y mayo de 1973, el AIM ocupó Wounded Knee, el sitio de la famosa masacre. Durante los 71 días de ocupación las fuerzas represivas tirotearon con frecuencia el campamento. Dos miembros del AIM resultaron muertos y otros 12 fueron secuestrados y desaparecidos. Terminada la ocupación, 1,200 miembros de la comunidad fueron arrestados y otros 500 en los meses subsiguientes. Siete dirigentes indios fueron acusados de conspiración; uno de ellos, Pedro Bissonnette, fue asesinado antes del juicio. (3)

En los primeros años de la década del '70, el FBI concentró sus esfuerzos en destruir a los movimientos progresistas indígenas. Numerosos activistas del AIM fueron asesinados, unas veces abiertamente y, otras, utilizando a corruptos jefes tribales. El acoso contra los activistas indios era constante y se les encarcelaba con frecuencia.

Contra los indios se utilizó no sólo al FBI sino también a las fuerzas paramilitares que con el nombre de “Guardians of the Oglala Nation” (GOON’s) se convirtieron en el principal instrumento de represión. Su jefe, Dick Wilson, proclamó una guerra total contra el AIM, y sus escuadrones de la muerte sembraron el terror en la reservación de Pine Ridge en contubernio con las autoridades. En febrero de 1976, por ejemplo, Anna Mae Aquash, artista y dirigente del AIM fue asesinada después de negarse a actuar como informante del FBI. El 11 de febrero de 1979, prendieron fuego a la casa de otro dirigente, Tina Trudell, y ella, su madre y sus tres niños murieron quemados en el incendio. Continuas provocaciones sirvieron para el arresto de activistas como Leonard Peltier, prisionero político condenado a dos cadenas perpetuas por crímenes que no cometió.

Después de más de 10 años de elaboración y negociaciones, la ONU aprobó en 2007 la “Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas”. La versión final de esta declaración está muy lejos de lo que querían los indios y no da solución a ninguno de los problemas que reclaman acción inmediata. Aún así, Estados Unidos fue de los últimos países en anunciar su apoyo a la Declaración (16 de diciembre de 2010) y el presidente Barack Obama subrayó que su cumplimiento no era obligatorio.

La destrucción de los medios de vida y de la cultura indios continúa. Un nuevo movimiento de resistencia, “Idle No More” (INM) que podría traducirse como “Ya no estaremos pasivos”, surgido en Canadá hace unos dos años, se ha expandido por todo el territorio estadounidense. INM ha unido a diversos grupos, entre ellos a los que se oponen a los métodos extremos de extracción de combustibles fósiles. El 7 de octubre de 2013, INM celebró el día internacional para la proclamación de la soberanía indígena.

Una de las graves amenazas a la existencia de los pueblos indígenas es la política gubernamental que estimula a las corporaciones a realizar labores de extracción minera que contaminan las tierras y las aguas de las reservaciones y les roban sus recursos.

Las minas de uranio en particular, con miles de pozos abiertos en las tierras tribales, se relacionan estrechamente con el surgimiento de altas tasas de malformaciones congénitas, cáncer y otras patologías. Se estima que hasta un 80 % del uranio que se extrae en Estados Unidos proviene de minas situadas en territorio indio (4).

Los yacimientos han sido entregados a corporaciones como “Kerr McGee”, “Atlantic Richfield”, “Exxon” y “Mobil”, entre las principales. Para el trabajo altamente contaminante contratan mano de obra barata entre los indios.

En Church Rock, New Mexico, en territorio navajo, opera la “United Nuclear”. Otras compañías operan en territorio sioux. El envenenamiento radiactivo del río Cheyenne por una mina de uranio afecta directamente a la reservación de Pine Ridge.

La esperanza de vida entre los indios norteamericanos es 30 años menor que en el resto de la población. En algunas reservaciones, la tasa de suicidios entre los jóvenes es 10 veces mayor que el promedio para Estados Unidos (5). Estas cifras bastarían para demostrar el grado de abandono y desesperación de la población india. El INM con sus acciones de protesta representa una nueva esperanza, pero tendrá que enfrentar a muy poderosos intereses de las corporaciones y también del Pentágono, pues una de sus principales reivindicaciones es la desmilitarización de los territorios indios.

Assata, la que ama y lucha por su pueblo

La organización “Coalition to End Political Repression” (CER) [Coalición para poner fin a la represión política] convoca para el 2 de noviembre de 2013 a realizar protestas en 20 ciudades norteamericanas, que incluyen Chicago, Portland, Oakland y New York, en lo que llaman “National Day of Awareness” (Día Nacional de la Concientización). Por su parte, el “National Jericho Movement” (6) celebrará en esa fecha en Washington, DC., una jornada en favor de Assata Shakur, por la liberación de los presos políticos y en protesta por la política gubernamental de encarcelación masiva.

Joanne Chesimard cambió su nombre por el de Assata Olugbala Shakur para expresar su voluntad de identificarse con la tradición de lucha revolucionaria de los pueblos africanos. Assata significa “la que lucha”, Olugbala “amor por el pueblo” y Shakur “agradecida”.

Assata, figura importante del Black Liberation Army (BLA) a comienzos de la década del 70, fue uno de los primeros objetivos de las acciones ilegales y secretas del programa de contrainteligencia (COINTELPRO) del FBI, que buscaba la destrucción de los movimientos progresistas y la desacreditación y eliminación de sus dirigentes. El 2 de mayo de 1973, Assata Shakur, Sundiata Acoli, y Zayd Malik Shakur fueron atacados por fuerzas de la policía en una autopista de New Jersey. La emboscada condujo a la muerte de Zayd y a la captura, gravemente herida, de Assata. Sundiata logró escapar pero fue arrestado posteriormente y condenado a largos años de prisión. En el encuentro murió también un policía.

En su defensa ante el tribunal que la juzgaba, Assata declaró: “La idea del Black Liberation Army surgió de las condiciones en las comunidades negras: condiciones de pobreza, de viviendas indecentes, desempleo masivo, pobre atención médica, e inferior educación. La idea surgió porque el pueblo negro no es libre ni es igual en este país. Porque el noventa por ciento de los hombres y mujeres en las prisiones es negro y del Tercer Mundo. Porque niños de diez años de edad son asesinados a tiros en las calles. Porque la droga ha saturado a nuestras comunidades y aprovecha la desilusión y las frustraciones de nuestros niños. El concepto de BLA surgió debido a la opresión política, social y económica del pueblo negro en este país. Y donde hay opresión, habrá resistencia. El BLA es parte de ese movimiento de resistencia. El Black Liberation Army defiende la libertad y la justicia para todo el pueblo.”

Todas las pruebas forenses demostraron su inocencia. Se probó que Assata fue baleada por la espalda cuando tenía las manos en alto. No obstante, fue condenada a prisión perpetua más treinta y tres años. Golpeada, torturada, vejada, privada de asistencia médica, internada en prisiones de alta seguridad, sufrió largos períodos en confinamiento solitario. En 1979, después de seis años y medio en la cárcel, fue liberada por sus compañeros y pasó a la clandestinidad. En 1984 se supo que estaba en Cuba donde había recibido asilo político. La noticia de que Assata estaba fuera de peligro se recibió con alegría en todos los barrios negros de Estados Unidos.

El 2 de mayo de 2013, el FBI anunció que había situado a Assata Shakur en la lista de “los terroristas más buscados”. Por lo anacrónica y absurda, ningún analista fue capaz de predecir esta medida. Assata nunca fue terrorista y es ahora una abuela de 65 años de edad que ha vivido pacíficamente en Cuba durante los últimos treinta años.

Lo increíble es que Assata ha sido colocada en la lista donde el todopoderoso presidente de Estados Unidos escoge a los que habrán de ser asesinados a distancia con la maravilla tecnológica de los drones. ¿Drones contra Cuba? -Nuestra preocupación por Assata se empequeñecería frente a la angustia, mucho más grave, por toda la humanidad, que surgiría al constatar el grado de absoluta locura de la administración estadounidense.

No se descarta, por supuesto, que alguna de las organizaciones verdaderamente terroristas del sur de la Florida, que buscan siempre la impunidad para actuar; racistas intoxicados con teorías de supremacía blanca, nada raros en Estados Unidos; o mercenarios a la caza de recompensas, consideren -y con razón- que tienen luz verde de las autoridades norteamericanas para sus aventuras y provoquen lamentables incidentes al tratar de incursionar en Cuba.

Pero hay antecedentes. No fue este año sino en 2005 cuando el gobierno de Estados Unidos calificó como “terrorista doméstica” a Assata Shakur y en aquella ocasión aumentó la recompensa por su captura de 150 mil a 1 millón de dólares, es decir, casi la septuplicó; mientras que esta vez la duplicó (de 1 a 2 millones) y la incluyó en la lista de los más buscados. Pero si es absurda una movida como ésta en 2013, 40 años después del incidente de la autopista de New Jersey, también lo era en 2005 cuando habían transcurrido ya 32 años.

No obstante, el surrealismo de tortuosos procedimientos legales, de medidas administrativas descabelladas, no impide que los objetivos se inscriban en la permanente política agresiva contra Cuba y de represión contra los movimientos progresistas y revolucionarios dentro de Estados Unidos.

Para Eugene Puryear (7), la nominación de Assata como una de “las más buscadas terroristas” representa el deseo de venganza del Imperio, que no puede soportar que un rebelde pueda escapar, vivir fuera de su alcance, y continúe denunciando su larga historia de explotación y opresión. “Las recientes provocaciones forman parte de una campaña permanente de calumnias del gobierno de Estados Unidos para borrar su legado revolucionario.”

“El 1 de mayo de 2013 -señala Puryear- Estados Unidos rehusó sacar a Cuba de la lista de ‘estados patrocinadores del terrorismo’. Al siguiente día, convirtieron a Assata en ‘la más buscada terrorista’. Al proclamar que Cuba apoya al ‘terrorismo’ y protege a un ‘terrorista’, el gobierno crea un pretexto para continuar el bloqueo ilegal contra Cuba y privarla de su comercio”.

Al criminalizar a Assata -añade Puryear- el gobierno adelanta pasos en la criminalización del movimiento en apoyo de los prisioneros políticos en su conjunto, pues muchos de ellos fueron miembros del “Black Liberation Army”. “Los nuevos ataques contra Shakur están dirigidos a producir un efecto paralizador sobre aquellos que desean expresar su apoyo a los prisioneros políticos”.

Otro ángulo de los objetivos de estas provocaciones nos presenta Luis Martín-Cabrera (8) en el contexto de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Estas relaciones -dice- “podrían -y deberían- relajarse. Recientemente el gobierno cubano decidió cambiar su política migratoria y flexibilizar la salida y el movimiento de sus ciudadanos al extranjero. La pelota está pues en el campo de Estados Unidos que sigue restringiendo, ahora unilateralmente, los viajes a la isla”. […] “Por detrás de la decisión de situar a Assata Shakur en la lista de terroristas más buscados están algunos congresistas cubanoamericanos que no están dispuestos a tolerar ninguna concesión frente a la Revolución”.

El “National Network on Cuba” (9) recordó que esta conveniente pantalla de humo tiene lugar en un momento histórico en que la opinión pública mundial rechaza el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba y demanda que la administración de Obama ponga fin a la injusticia y permita a los Cinco reunirse con sus familiares en Cuba.

Para el analista político Mychal Denzel Smith (10) no es necesario ser un militante revolucionario para ver que esta amenazante cacería humana es innecesaria y un abuso de poder. “Pero debería recordarnos -añade- que la lucha de Shakur y sus compañeros no ha terminado. Somos necesarios todavía en el frente de combate”.

Assata Shakur, al mantenerse firme en su ideología, continúa siendo la valiente mujer negra estadounidense que ama y lucha por su pueblo. Por eso quieren destruirla, porque es un símbolo de resistencia.


NOTAS:
 
(1) Un resumen del contexto histórico del genocidio de los indios norteamericanos puede verse en: Salvador Capote: “El sistema de justicia que condenó a los Cinco. I. La ley contara el indio”, El Adversario Cubano, El Blog de la Polilla Cubana, abril 12, 2011.

(2) “Raid by 500 Indians balks North Carolina Klan rally”, New York Times, Jan 19, 1958.

(3) Dan Berger: “The American Indian Movement”, Let Freedom Ring, PM Press (2008), pp. 12-15.

(4) Kevin Zeese and Margaret Flowers: “It is time to recognize the national sovereignty and human rights of native Indians”, Truthout, Oct 9, 2013.

(5) Levent Basturk: “No country for Native Americans”, World Bulletin, Oct. 23, 2013.

(6) El movimiento Jericó fue fundado el 27 de marzo de 1998 con el fin de lograr la aministía y la libertad de todos los presos políticos en Estados Unidos.

(7) Eugene Puryear: “Assata Shakur: Understanding the politics behind the FBI’s new attack”, Liberation, May 4, 2013.

(8) Luis Martín-Cabrera: “Assata Shakur, rehén del odio racista de la Gestapo imperial”, Contrainjerencia, Mayo 13, 2013.

(9) National Network on Cuba: “National Network on Cuba condemns U.S. ‘terrorist’ bounty on Assata Shakur”, Workers World, May 20, 2013.

(10) Mychal Denzel Smith: “Assata Shakur is not a terrorist”, The Nation, May 7, 2013.

No hay comentarios. :

Publicar un comentario