
CORREPI - BOLETÍN INFORMATIVO Nº 697
Sumario:
1. Berni y la honestidad.
2. Los DD. HH. en tiempos K: un genocida al frente del ejército.
3. Fraternidad y cooperación entre represores.
4. Córdoba: un laboratorio en materia represiva.
5. Olga Castro de Durán: ¡ Presente, compañera !
“10 años de kirchnerismo. Una década ganada, ¿para quién?”
Bajá, leé y difundí el informe sobre la situación represiva 2003/2013, elaborado por CORREPI y la Agencia de Comunicación Rodolfo Walsh:
Parte1: http://issuu.com/correpi/docs/informe10a__oskparte1/1?e=6582456/4130428
Parte 2: http://issuu.com/correpi/docs/informe10a__oskparte2/1?e=6582456/4130545
Pedinos tu ejemplar impreso a correpi@fibertel.com.ar ($30).
Agradecemos a las organizaciones y compañeros que compartieron con nosotros el acto de presentación del Informe en el auditorio que generosamente nos facilitó ATE.
1. Berni y la honestidad.
En agosto de 2012, Sergio Berni, secretario de Seguridad de la Nación, exclamó: “Nunca vamos a reprimir la protesta social”. Lo dijo pocos días después del Día Internacional del Detenido - Desaparecido, en el que voló en helicóptero para dirigir el operativo de represión contra un centenar de personas que se manifestaban cortando la ruta Panamericana, muchas de las cuales fueron detenidas y llevadas a Campo de Mayo, donde estuvieron secuestradas por más de ocho horas. Últimamente, el ex carapintada que reclamaba por las leyes de punto final y obediencia debida decidió sincerarse y dejar de marcar la distancia entre los dichos y los hechos.
El 18 de julio, trabajadores de distintos municipios del conurbano cortaron la Avenida 9 de Julio como parte de un plan de lucha contra la tercerización y por la apertura de paritarias. Por supuesto que el reclamo fue oído y tuvo su respuesta por parte del gobierno nacional: las 200 personas fueron reprimidas, dejando un saldo de varios heridos y siete detenidos.
El hecho represivo hubiera pasado por el acostumbrado “caos de tránsito” para los grandes medios de comunicación, si no fuera porque Sergio Berni, ante la pregunta de algunos periodistas sobre el conflicto, decidió explicitar que todo desalojo implica represión: “La verdad no conozco la manera de desalojar de forma pacífica (…) ¿Qué hay que decir? 'Señor piquetero, es tan amable de retirarse'. 'Sí, como no, señor gendarme, ya nos estamos yendo porque sabemos que estamos causando molestias a los automovilistas’”.
El cinismo del médico militar no hace otra cosa que indicar la total impunidad con la que creen contar para reprimirnos. Es que el consenso que el kirchnerismo ha sabido construir le permite tanto reprimir, como justificar esa represión sin pagar altos costos políticos, y Berni lo sabe. Es por eso que no se detuvo ahí y prosiguió con su incontinencia verbal sin ningún disimulo. "Tenemos cinco locos irracionales que piensan que la ciudad es de ellos y la justicia contravencional de la ciudad banca estas acciones de los piqueteros y le importan dos pepinos los cientos miles de automovilistas que tienen que circular por la ciudad", disparó. Como vemos, nada dijo el funcionario sobre lo “loco irracional” que es la subsistencia de la mayoría de los trabajadores que cortaban la Av. 9 de Julio, quienes cuentan con tan sólo $ 1.500 de salario; en lugar de eso, se dedicó a pedir que la lista de los más de 5.000 criminalizados por luchar siga expandiéndose, y, de paso, hizo la defensa del sistema contravencional, garante de buena parte de las detenciones arbitrarias y herramienta central para la represión en todo el país.
Pero el pliego de exigencias de uno de los encargados de administrar la represión no acabo en ahí. “La Metropolitana tiene la capacidad operativa, ya lo demostró en el Borda (…) Que Macri madure y use la Policía Metropolitana”, reclamó, en una explícita reivindicación, desde el gobierno nacional, de la represión en el Borda (en la que también participó la policía federal, garantizando el anillo de contención, hermandad represiva que también se expresó, de forma más contundente y con tres muertos, en el Parque Indoamericano).
No puede sorprender que funcionarios kirchneristas muestren tan abiertamente su posición política frente a la lucha de los trabajadores. Tampoco es la primera vez que escuchamos frases de esa categoría. Aníbal Fernández, que tiene en sus manos la sangre de Darío y Maxi, entre otros, es un claro exponente en el rubro. El poli-ministro dejó bien claro, ya desde el comienzo de la década kirchnerista, que frente a los conflictos políticos y sociales la política del gobierno sería la criminalización y la represión, como cuando afirmó, en relación a las protestas con cortes de calles, “al que saque los pies del plato lo vamos a esperar con el código en la mano”. Nilda Garré no se quedó atrás y dijo en el año 2012: “Los cortes son salvajes y desestabilizadores y sus dirigentes son extorsionadores”.
Algunos se preguntan si la política del gobierno en relación a la represión cambió. Esta semana, Berni nos eximió de responder:
- Periodista: Esto, insisto, va a ser la modalidad de ahora en más, piquete en vía complicada ¿se va a desalojar por la gendarmería?
- Berni: Mire, no es de ahora en más, es una modalidad que hemos hecho permanentemente.
Y no se equivoca, ni es un episodio de “corto-circuito” o “doble discurso”, sino de una única política represiva que descansa en la construcción de consenso, a través de propaganda en materia de DD. HH., para poder reprimir sin pagar costos políticos, y que sigue aplicando su consigna fundante en materia de disciplinamiento: toda la represión necesaria, con todo el consenso posible.
2. Los DD. HH. en tiempos K: un genocida al frente del ejército.
El 26 de junio, apenas a dos semanas de la asunción de Agustín Rossi como ministro de Defensa, acto en el que declaró que no habría modificaciones en la cúpula de las Fuerzas Armadas, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner decidió la designación de César Santos Gerardo del Corazón de Jesús Milani como comandante en Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.
El hecho provocó la rápida denuncia de los organismos de DDHH nucleados en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, recordando el desempeño del nuevo jefe durante la última dictadura cívico-militar. Los medios de comunicación y la oposición patronal aprovecharon la circunstancia para darle contextura a su campaña electoral, y salieron a criticar al gobierno por una decisión que bien podría haber llevado su firma, y promovieron la apertura del debate dentro del Senado.
En contraste con la usual y pretendida consagración del discurso del gobierno como abanderado de los DDHH, la sensibilidad y alevosía del hecho hicieron tambalear el tan asegurado panorama que suele encontrar el kirchnerismo para obtener quórum en el Senado. Frente a esa situación, el gobierno respondió como ha sabido hacer en repetidas oportunidades. Llamó a sus viejos aliados a levantar la mano: el ex presidente Carlos Menem asistió a su abandonado puesto y sumó su voto a favor, como correlato del apoyo recibido al haber sido mantenidos los fueros que le permitieron no cumplir la pena de siete años de prisión que recibió por el tráfico ilegal de armas.