A nuestros chicos los mató la corrupción (APE) Por Alfredo Grande   “Cuando la corrupción acelera, la cultura represora habla de tragedia” (aforismo implicado)   “Rio Negro Choele Cho...

A nuestros chicos los mató la corrupción (APE)

Alfredo Grande

Por Alfredo Grande  


“Cuando la corrupción acelera, la cultura represora habla de tragedia” (aforismo implicado)

 

“Rio Negro Choele Choel caso Daniel Solano. Dia 17 de huelga de hambre, de violencia e indiferencia institucional.

Carta abierta para Gualberto Solano:

Querido Gualberto, que junto a Romina, Mayra, Julieta y otros seres llenos de dignidad, coraje, amor , solidaridad y compromiso, siguen en huelga de hambre a pesar de la debilidad que se siente en este tramo de la misma, y viendo que al parecer el poder de turno ha perdido lo que nunca puede perder un ser humano: la parte humana de su ser; sepan
querido Gualberto y hermanos que lo acompañan, que somos cientos de miles los abrazos que los estamos abrazando de lugares cercanos y remotos, que sentimos el ayuno y el dolor como nuestro, que como padres, madres, hermanos, hijos, amigos nos atraviesa la ausencia de Daniel, como la vergonzosa y cobarde impunidad desde el poder.

Querido Gualberto de mirada transparente, hoy triste, quizás débil sólo desde lo físico en esta huelga, que nos duele, que en la tierra de Rodolfo Walsh, en la Argentina de los desaparecidos, hoy, en democracia, un padre tenga que reclamar por su hijo de este modo.

Hoy Gualberto y a solidarios que lo acompañan: los abrazamos más que Nunca” .(Alberto Cabrera Britos)

 

(APe).- En la actualidad de nuestra cultura, se ha puesto en primer plano, y es bueno que así sea, una consigna: “la corrupción mata”. El hambre es la más atroz corrupción de la elemental necesidad de alimentarse. El crimen más cobarde y más impune. El hambre mata, porque es el registro psicofísico de la más básica necesidad que no puede no satisfacerse.

La corrupción y el hambre matan, no siempre al contado. La cultura represora asesina en cómodas cuotas, de tal manera que su mérito mayor es que la víctima ni siquiera se da cuenta de la sentencia que está siendo ejecutada. La pena de muerte no existe, al menos eso dicen, en su expresión jurídica. Dicen que dicen. Pero en su expresión cultural y política la pena de muerte sigue vigente y en su forma más brutal y grosera se la conoce como “gatillo fácil”.

Pero desde el pago fácil  en adelante, todo es muy fácil para la cultura represora. Y cuando se pone un poco más difícil, entonces aparecen varios mazos para empezar a dar, dar y dar. Corrupción fácil: denunciarla es políticamente incorrecto o para decirlo menos suavemente, patente de gorila. En realidad, no hay nada más gorila que la corrupción, justamente porque en su origen el gorilismo fue corromper la voluntad popular. O sea: proscripción del peronismo. Así llegó Frondizi y así se fue cuando Framini Anglade ganaron en la Provincia de Buenos Aires. Ya sé: me quedé en el 62. Pero lo curioso es que ahora, algunas décadas después, es gorila denunciar la corrupción.

O cambiaron los gorilas, o el fundante de la democracia se ha corrompido.

Cuando ocurre la masacre de Cromagnon, la consigna más impactante y certera fue: “ni la bengala, ni el rock and roll, a nuestros chicos los mató la corrupción”. Recuerdo las marchas de familiares y amigos, de Once a Plaza de Mayo y posteriormente, de Plaza de Mayo a Once, dando la espalda al Poder. Durante más de 5 años acompañé esa lucha, en distintos espacios. Hoy recuerdo especialmente al abuelo de Julián Rozengardt, uno de los jóvenes fallecidos. Ariel Bignami, un militante comunista, periodista, escritor. Falleció hace pocos días y nunca pudo, y creo que nunca quiso tampoco, alejarse del dolor de esa pérdida atroz.

La corrupción mata, pero también deja cicatrices incurables de muchas heridas, a los que, de alguna u otra manera, logran sobrevivir. Ariel es uno de ellos. Familiares de Daniel Solano, desaparecido en Choele Choel, sostienen una heroica huelga de hambre. Piden algo muy simple y muy lejano: justicia.

La despiadada comercialización de manzanas en el valle de Rio Negro la realizan los mal llamados trabajadores golondrinas. Porque en verdad son golondrinas esclavas. Y Daniel desapareció. En democracia. Alguna vez nos daremos cuenta que cuando en democracia hay desaparecidos, lo que desaparece es la democracia. Y cuando se pretende negar que esto sucede, el cinismo de estado clama al cielo.

El ex supermercado “Tigre”, fue recuperado por sus trabajadores. Hace más de de 10 años que no logran la propiedad colectiva de lo que hoy se denomina LA TOMA. Incluso uno de sus referentes más importantes, Carlos Ghioldi, está bajo la espada y la justicia de Damocles. Acusado de un delito que no existe, pero la penalización y criminalización  de toda protesta y lucha social llegó para quedarse.

La corrupción es en su esencia, profundamente anti democrática. Por supuesto que la cultura represora sentencia que “todos somos corruptos”. Confesión de parte, que de todos modos es útil para entender el nivel de podredumbre de nuestros preclaros dirigentes. Pero no es así: la corrupción no es un acto individual, no es un per saltum para sortear incómodas y muchas veces perversas inspecciones, como las realizadas en las intransitables rutas del país.

No es una táctica defensiva para que podamos avanzar en esos trámites insoportables, que duran años si lo hacemos como dios y el diablo mandan. Lo digo con todas las letras: la corrupción es una política pública. O sea: de Estado. De todos los Estados, desde el nacional al municipal. Con todas las excepciones que haya.

Si la corrupción no fuera una política pública, Ricardo Jaime ya estaría preso, a Schiavi no se le habría aceptado ninguna renuncia y mucho menos aplaudido, y De Vido tendría los anteojos en remojo. La corrupción política que implica defenestrarlo a Scioli para luego endiosarlo, y en lo único que Daniel cambió fue que apareció Massa, desde ya, con las manos en su apellido.

Democracia de escribanos, de gestores, de punteros, de patoteros. Los partidos de fútbol que se juegan sin hinchada visitante, puede ser el principio de un pensamiento para los nuevos tiempos: los partidos, no solo los de fútbol, se juegan solo con hinchada local. Esto puede llamarse ley de los partidos políticos, que está armada para que la gran final  sea K contra K.

O sea: una interna partidaria que termina siendo una externa nacional. Mientras tanto, sin prisa, sin pausa, con brutales aceleraciones, que algunos llaman tragedias, la corrupción seguirá matando. Y si bien hay muchos anti imperialistas, a mi criterio sostienen lo que he denominado el “chavismo off shore”.

No hay anti capitalistas en los partidos mayoritarios. La idea de un capitalismo serio no es solamente un estado alucinatorio del kirchnerismo. Capitalismo es corrupción, porque su fundante no es el bien común sino el lucro. Y el lucro es siempre un robo. O varios. Siempre a los trabajadores, y no pocas veces a otros capitalistas mas débiles. Cadena alimenticia que le dicen. El pez grande se come al chico y así las minipymes aceptan las sobras del banquete, que no siempre son pocas.

A nuestros chicos, a nuestros mayores, a los pueblos originarios, a más del 80% de jubilados, a los enfermos en cuerpo, mente y alma, a los excluidos del sol aunque se los distraiga incluyéndolos en la luna, a los hambreados de pan y deseo, a los debilitados por tener vocación de cántaros que insisten en atravesar la fuente, a todos y mas aún, la corrupción los está matando. Por eso escribí “El crimen de la paz”.

La corrupción se esconde en los pliegues de la paz para cometer sus peores crímenes. Y sólo se denuncia en forma espasmódica, cuando la dimensión del crimen obliga a la cultura represora a incluir el significante “tragedia”. Nunca masacre, porque eso abriría la caja de Pandora donde se refugia la impunidad, el hada protectora de todas las corrupciones.

Los luchadores de siempre, desde Ariel Bignami hasta Daniel Solano, pasando por todos los mártires de dictaduras y democracias, no desean descansar en paz. Porque mientras haya injusticia, la paz es otro sueño eterno por el cual tendremos que seguir luchando. Sin descanso y sin tristeza. Y construyendo el “colectivo de héroes” que la tierra necesita.

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