Y de P. A. S. O., voto… Por Norberto Ganci, Director de "El Club de la Pluma" Hoy (ayer) se están desarrollando las elecciones primarias o PASO (Primari...

Y de P. A. S. O., voto…

NORBERTO GANCI 6

Por Norberto Ganci, Director de "El Club de la Pluma"

Hoy (ayer) se están desarrollando las elecciones primarias o PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), que anteceden a las legislativas que habrán de realizarse el 27 de octubre, y constituyen un método de selección de candidaturas para cargos públicos electivos nacionales.

Es decir, un filtro para que, cuando ingresemos al cuarto oscuro no tengamos frente a nosotros un tablón de veinticinco metros de largo cubierto por doscientos cincuenta y cuatro mil listas diferentes para una elección en donde participamos más o menos unos treinta millones de personas habilitados para votar…

Bien, hablando de votar, más allá de los slogans, imágenes, chicanas, denuncias, solitarios y desolados cacerolazos, frases desafortunadas y muchas otras yerbas, cuando hablamos de votar ¿qué es lo que votamos?

Porque el “a quién”, al menos por los rostros que aparecen en los medios, más o menos los conocemos. Tal vez no conozcamos cabalmente a cada uno con sus historias, sus riquezas y miserias, pero algo, algo los conocemos…

Pero el “¿qué es lo que votamos?” puede ser una de las cuestiones más importantes.

Como frases de campaña hubo en alguna oportunidad algo así como que no se votaban nombres, sino proyecto, y ello podríamos acordar en que es lo que en realidad importa.

Los proyectos, más allá de quién o quienes los lleven adelante, sus fines, instrumentación, aplicación, costos y beneficios, destinatarios, tienen que ver con cuestiones más amplias y profundas en comparación con una larga lista de nombres y rostros que, en muchos casos, no tenemos la más mínima idea de quién o quiénes se trata…

Y cuando decimos o nos referimos al “qué”, pocas veces reparamos en ello. Pocas veces se evalúa a conciencia, por ejemplo, los resultados de alguna acción determinada que logra romper con décadas de descuido, abandono.

Pareciera que los fanatismos puedan ganarle a los “qué”; o las disputas en “a ver quién esgrime la más inteligente chicana”, corriera del centro lo más importante a la hora de una votación.

Los primeros años de democracia en Argentina, tal vez, podrían ser considerados como los ensayos con nuevo ropaje social. Algo que por los golpes, las represiones, desapariciones, torturas y tantos otros vejámenes nos era lejano casi como desconocido eso de la práctica diaria de la discusión sobre política, realidad, hechos, circunstancias, juicios, memoria, etc.

Los primeros tiempos de esta aún adolescente democracia tuvieron un desarrollo con variados condimentos: desde aquellos que pretendían retornar a los tiempos de las sombras y la sangre, pasando por la desfachatez farandulesca que vendió al peor postor las joyas de la abuela, lo suelos y juguetes de los nietos, la casa, la herencia, nuestras historias, nuestros recursos y bienes…; decíamos, desde aquellos primeros pasos a estos en que, luego de tanto despilfarro para pocos se comenzó a ver, a palpar una distribución un poco más equitativa que rescatara de la invisibilidad a sectores por décadas postergados, hay un necesario balance para hacer, evaluar y considerar…

Las personas pasan, los proyectos quedan. Las ideas crean, los slogans mueren, a lo sumo quedan como vagos recuerdos.

Nuestra historia está atravesada por sangrientos enfrentamientos en los que, en líneas generales, se enfrentaban aquellos que pretendían sostener un modelo exportador de materias primas, asesinando la producción y manufactura nacional, y aquellos que defendían el derecho que los pueblos tenían a su crecimiento, autoabastecimiento y su inserción en el mundo como otra nación más, soberana, libre e independiente.

Los traidores de adentro y los colonizadores de afuera hicieron su trabajo para destruir las conciencias y las posibilidades de lograr una nación totalmente independiente e integrada al sueño de nuestros libertadores: “La Patria Grande”.

Los tiempos han transcurrido y transcurren pero las viejas prácticas entreguistas y traidoras no han variado mucho. Y si bien aún faltan tantísimos problemas por resolver como temas a discutir respecto de qué es lo que más le conviene al País y La Región, no hay que perder la oportunidad histórica que tenemos de ser actores en esta transformación continental que, después de tantos despojos, vuelve su mirada a los pueblos reconociéndolos como tales y abriendo las puertas a la participación colectiva.

La importancia de ejercer el voto, acción que debería ser independiente, despojada de viejas y remozadas consignas inconsistentes, debería ser considerada por cada uno de nosotros como la utilización de nuestra voluntad para transformar todo aquello que creemos necesario revertir en beneficio del conjunto.

Asumamos nuestro compromiso con la historia, con nuestros pueblos. Cuando cada vez que concurramos a las urnas, no nos ganen las vanas sonrisas o los vacíos slogans. Apostemos a la integración y a ser responsables actores en estas nuevas páginas que juntos estamos escribiendo.

Que así sea.

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