¡Ni una película menos!
No al ajuste al cine independiente
No al ajuste al cine independiente
Desde la Asociación de Documentalistas Argentinos hemos impulsado y destacado la gran conquista que significa el régimen de subsidios al documental digital vigente desde el 2007. Este fue un primer paso para comenzar a romper el cepo –anacrónico- de la finalización en 35 milímetros y la –monopolista e industrialista- obligatoriedad de participación de una productora para solicitar apoyo estatal para realizar una película. Así es que el régimen conocido como 632 se hizo realidad como una conquista democratizadora de la producción audiovisual. Sin embargo, hay varios factores que hacen peligrar esta conquista y que impulsan una tendencia totalmente contraria sobre los cuáles queremos abrir un debate entre asociaciones, realizadores y estudiantes:
¿Menos películas?
En una reciente entrevista que Liliana Mazure (presidenta del Incaa) dio en el sitio otroscines.com, dice textualmente que se “están aprobando proyectos de forma excesiva”. Llama la atención esta afirmación coincidente con la teoría -que fogonea principalmente Pablo Sirvén desde el diario La Nación- de que habría que producir menos cantidad de películas por año. Menos películas, más caras y taquilleras, esa es la tesis que pregonan los que defienden a las grandes producciones, generalmente ligadas a multimedios argentinos o extranjeros. Nos preocupa porque la tendencia que esboza Mazure se ha hecho vox populi luego del oscar obtenido por la película “El secreto de sus ojos”. Esta lógica distorsionada de “lo que la gente quiere ver” produce premios justamente donde dominan los intereses de la industria más concentrada y monopólica, en Hollywood. Nosotros por el contrario creemos que el Incaa debiera fomentar el “otro cine”, el independiente, el que piensa en llegar al público pero no con fines comerciales, sino políticos, culturales, artísticos, identitarios. Aquel cine que es legítima expresión artística y cultural tanto de cineastas, como de operaprimistas, como de estudiantes.
Monopolio de la exhibición
Esta lógica que sostienen los adoradores del mercado como regulador de la producción está basada en una absoluta desigualdad de condiciones en la otra pata de la cadena: el 80% de la distribución y exhibición de cine en Argentina está dominado por 5 grandes empresas multinacionales (las majors y las multisalas). Sobre la base de este control casi total, los tanques (extranjeros y nacionales) ocupan la mayoría de la oferta, tanto en salas como en horarios. Frente a esto el Incaa dice que no va a intervenir: por un lado la cuota de pantalla es completamente insuficiente y además no se cumple, y por el otro sólo se destina el 5% del presupuesto del Incaa al área de la difusión y exhibición del cine nacional. Dentro de esta realidad podemos mencionar que las más de 100 películas que ya se han (o están) realizando por el nuevo régimen de documental digital, no tienen aún un circuito de exhibición claro ni garantizado.
¿Ajústense los cinturones?
La crisis económica mundial no pasará desapercibida en el campo cinematográfico, particularmente la crisis de las finanzas públicas (déficit fiscal) puede estar preanunciando un ajuste sobre los sectores considerados “no productivos”. Nos preocupa particularmente el retaceo de pagos que se vivió en el Incaa los meses de diciembre, enero y febrero pasados, y la posibilidad de que esta metodología se convierta en modus operandi cuando las papas quemen (recordemos que todas las resoluciones del Incaa están “sujetas a disponibilidad presupuestaria”). Queremos advertir a la comunidad audiovisual sobre estos indicios preocupantes y llamar a abrir un debate público y masivo que pueda enfrentar esta lógica mercantil y desarrollar aún más el apoyo a la producción y exhibición del cine independiente concebido como producto social, cultural y político y no como un negocio.
¿Menos películas?
En una reciente entrevista que Liliana Mazure (presidenta del Incaa) dio en el sitio otroscines.com, dice textualmente que se “están aprobando proyectos de forma excesiva”. Llama la atención esta afirmación coincidente con la teoría -que fogonea principalmente Pablo Sirvén desde el diario La Nación- de que habría que producir menos cantidad de películas por año. Menos películas, más caras y taquilleras, esa es la tesis que pregonan los que defienden a las grandes producciones, generalmente ligadas a multimedios argentinos o extranjeros. Nos preocupa porque la tendencia que esboza Mazure se ha hecho vox populi luego del oscar obtenido por la película “El secreto de sus ojos”. Esta lógica distorsionada de “lo que la gente quiere ver” produce premios justamente donde dominan los intereses de la industria más concentrada y monopólica, en Hollywood. Nosotros por el contrario creemos que el Incaa debiera fomentar el “otro cine”, el independiente, el que piensa en llegar al público pero no con fines comerciales, sino políticos, culturales, artísticos, identitarios. Aquel cine que es legítima expresión artística y cultural tanto de cineastas, como de operaprimistas, como de estudiantes.
Monopolio de la exhibición
Esta lógica que sostienen los adoradores del mercado como regulador de la producción está basada en una absoluta desigualdad de condiciones en la otra pata de la cadena: el 80% de la distribución y exhibición de cine en Argentina está dominado por 5 grandes empresas multinacionales (las majors y las multisalas). Sobre la base de este control casi total, los tanques (extranjeros y nacionales) ocupan la mayoría de la oferta, tanto en salas como en horarios. Frente a esto el Incaa dice que no va a intervenir: por un lado la cuota de pantalla es completamente insuficiente y además no se cumple, y por el otro sólo se destina el 5% del presupuesto del Incaa al área de la difusión y exhibición del cine nacional. Dentro de esta realidad podemos mencionar que las más de 100 películas que ya se han (o están) realizando por el nuevo régimen de documental digital, no tienen aún un circuito de exhibición claro ni garantizado.
¿Ajústense los cinturones?
La crisis económica mundial no pasará desapercibida en el campo cinematográfico, particularmente la crisis de las finanzas públicas (déficit fiscal) puede estar preanunciando un ajuste sobre los sectores considerados “no productivos”. Nos preocupa particularmente el retaceo de pagos que se vivió en el Incaa los meses de diciembre, enero y febrero pasados, y la posibilidad de que esta metodología se convierta en modus operandi cuando las papas quemen (recordemos que todas las resoluciones del Incaa están “sujetas a disponibilidad presupuestaria”). Queremos advertir a la comunidad audiovisual sobre estos indicios preocupantes y llamar a abrir un debate público y masivo que pueda enfrentar esta lógica mercantil y desarrollar aún más el apoyo a la producción y exhibición del cine independiente concebido como producto social, cultural y político y no como un negocio.
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