Reclamos perpetuos Por el Prof. Juan Carlos Sánchez, Director Editorial de Gacetillas Argentinas A 10 años de kirchnerismo, a 32 años de la sanción de la Ley...

Reclamos perpetuos

Prof. Juan Carlos Sánchez

Por el Prof. Juan Carlos Sánchez, Director Editorial de Gacetillas Argentinas

A 10 años de kirchnerismo, a 32 años de la sanción de la Ley Nacional Nº 22.431 y a 16 años de la Ley Nacional Nº 24.901, la calidad de vida de las 7.873.011 personas con discapacidad, según el Censo Nacional de Población del 2010, no ha mejorado sustancialmente y tampoco se han dado respuestas desde el Estado a sus problemáticas más comunes para dar paso a la perpetuidad de su marginación y de los reclamos que vienen haciendo desde hace años.

Sin embargo, ello no es casual porque es fruto de la misma irrelevancia social e indiferencia estatal hacia un colectivo sobre el cual la mirada común es la de la inutilidad para la vida en sociedad y para el desempeño de roles en lo educativo y laboral.

Ni siquiera la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (ONU - 2008) ha pisado tierra firme en materia legislativa y tampoco se ha traducido en acciones concretas desde lo estatal.

Las diversas políticas de cooptación estatal, sumadas a la implementación del paradigma de la responsabilidad social empresaria, derivada del neoliberalismo de los '90, han impedido que las personas que integran este colectivo tengan una plena representación en la sociedad y en el Estado. No obstante, tampoco se ha advertido interés para asumir un rol más protagónico a la hora de participar políticamente para modificar los paradigmas existentes.

Lo anterior, sin dudas, es la causa principal de la perpetuación de los reclamos para una plena accesibilidad a los derechos y favorece la nula actividad estatal en la materia como también el silencio social que la acompaña.

Mientras algunas y algunos siguen pensando en la mera accesibilidad física, se impone revisar la mirada para que ello se transforme en una accesibilidad a todos los derechos establecidos por una normativa que necesita ser revisada y actualizada mediante una ley de la democracia que, aún burguesa, permita ampliar los horizontes existentes y la implementación de políticas activas que excedan al mero otorgamiento de pensiones asistenciales.

Pero ello solamente será posible mediante un esfuerzo colectivo hacia la construcción de una unidad política que lleve a interpelar al Estado y a la sociedad en forma activa. No basta con meras manifestaciones como en un día como hoy, que conmemora el Día Nacional e Internacional de las Personas con Discapacidad, donde muchas y muchos cifran sus esperanzas en ser escuchados por el poder político mientras los multimedios prefieren seguir dando a conocer las miserias de la discapacidad, antes que sus enormes potencialidades a nivel educativo y laboral.

Por otra parte, la ausencia de organismos ejecutores de políticas activas a nivel estatal, conducidas por personas con discapacidad, también es otra de las causas por las cuales se dispersa la actividad del Estado e impide que llegue a quienes realmente lo necesitan.

Con meras comisiones, poco se hace y se habla demasiado, mientras todo un colectivo continúa sumergido en la pobreza y en la indigencia. Ocurre que ellas están conformadas por quienes están ligados a intereses personales y económicos que hacen al hambre de poder para seguir perpetuando el negocio de la discapacidad, tal como le conviene al capitalismo que, desde luego, considera marginales a las personas con discapacidad.

Reclamos perpetuos son los que se dan en materia de accesibilidad física, tanto en el transporte como en la infraestructura de edificios públicos y privados; educativa, para que nuestras y nuestros niños, jóvenes y adultos puedan formarse para la vida y para el trabajo; laboral, para que puedan insertarse en el mundo del trabajo con una formación acorde a sus tiempos y necesidades, y de pasajes, para que puedan movilizarse para ir al hospital, a una escuela o al trabajo mismo.

Cambiar esta realidad depende de las políticas estatales, pero también de una activa participación de los integrantes de un colectivo que crece, gracias al hambre, que lleva a la desnutrición y a la discapacidad mental, y al desempleo eterno, como producto de la falta de una política educativa que permita la inclusión efectiva de las personas con discapacidad y de una política de empleo activa, sin olvidarnos del incumplimiento sistemático del cupo laboral del 4% a nivel nacional y del 5% en la Ciudad de Buenos Aires.

Cuando ello se transforme en una realidad tangible, sin dudas, otra será la vida de un colectivo que hoy continúa postergado, soslayado e ignorado, inclusive hasta para la misma izquierda que supimos conseguir...

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