Por Sara Rosenberg
Sin duda ha sido una semana de mucho espectáculo y de acontecimientos trágicos que han ocupado las portadas, las pantallas y las redes como si de una obra de teatro se tratara y como si se hubiera acelerado el ritmo para tocar exactamente aquellos lugares más sensibles, que anulan la capacidad de distanciarse y pensar. Grandes trucos empáticos y una progresión dramática impecable. Sincronizados golpes -bajos- de escena muy bien organizados por los medios de difusión de la Alianza atlántica. Uno a uno, los países que Bush definió como los del eje del mal, han ido entrando en escena. Según la dramaturgia clásica, los desenlaces han de ser rápidos y provocar un gran efecto catártico.
Para entender esta progresión necesito distanciarme y hasta equivocarme; entender el papel y la función de los personajes. En el teatro occidental los vivos y los muertos cumplen con un estricto orden de clase, un orden jerárquico rígido y que obedece a los arquetipos creados por el poder, y la tragedia especialmente es un modo de instalar y defender un orden político. Los lugares no son intercambiables. En la tragedia los seres humanos no valen lo mismo y están atravesados por las leyes de la propiedad, la ideología y ocultos bajo ropajes que apelan a la religiosidad y la raza, pero que son realmente disfraces que poco tienen que ver con el contexto real y con su función dentro de la trama.
La hibrys -locura o irracionalidad- es una parte importante de la tragedia, y el destino sin ella no se cumpliría. Por eso es necesario extremar la creencia en la locura religiosa, el mandato y el error - terror de los dioses. Hoy quizás equiparables al teatro de las invasiones imperiales y la destrucción de pueblos enteros.
En este teatro occidental dos mil quinientos palestinos asesinados por Israel en agosto de 2014, Gaza arrasada y convertida en un campo de exterminio, no son equivalentes al espantoso crimen de los dibujantes franceses. Un caso oscuro, que quedará oscuro; al menos uno de los asesinos era asiduo del despacho presidencial del ex presidente Sarkozy. Los otros dos asesinos, ya muertos, no podrán argumentar ni decir por quién ni cómo fueron contratados. El caso desatará una ola de racismo y se culpará a los musulmanes. Un guión viejo, usado muchas veces para generar miedo y que garantiza un rápido recorte de las libertades civiles. Políticos europeos están pidiendo el retorno de la pena de muerte en nombre de la tan mentada seguridad que sirve para recortar las libertades ciudadanas y manejar la paranoia de masas.
Tampoco los doscientos mil asesinados en la guerra de Siria -donde todas las potencias occidentales que dicen defender la libertad desde esa alianza criminal y bombardera que es la OTAN, más Israel y los gobiernos saudíes- tienen la misma importancia. Los jefes de estado occidentales no marcharán por los cientos de miles de masacrados en Medio Oriente y en Africa. Hablarán de guerras humanitarias como si eso existiera, pero continuarán haciendo negocios con la guerra y el crimen que financian y visten con nombres tales como EI, Boko Haram, Al Nusra, etc. etc.
En esta tragedia el coro, encargado de preguntar y de ser la voz del sentido común del pueblo, debería preguntar: ¿ Porqué en ningún caso se llama a la paz, se convoca a una mesa de negociaciones, se evitan las atroces guerras y sus cientos de miles de muertos ? ¿ Por qué no se investiga a fondo cuáles son las tramas criminales que están operando y gestionando el terrorismo de estado ? ¿ Cómo lograr seguridad si cada día financian y extienden más la guerra en nombre sólo de los negocios criminales del gran capital financiero - militar y farmacéutico ? ¿ Acaso si en vez de bombarderos, mercenarios y escudos antimisiles enviaran misivas de paz, sería posible detener la tragedia ? ¿ Y porqué no lo hacen ? ¿ Podrían acaso invertirse tantos millones en la vida en vez de invertir solamente en muerte, tortura y destrucción ? Pero el coro no está o no será escuchado, ni siquiera tendrá un lugar en esta tragedia posmoderna. Las masas desorientadas saldrán a la calle a pedir más sangre y el teatro morirá a manos del circo, tal como pasó en la decadencia del imperio romano. El teatro como lugar de la política desapareció y fue reemplazado por el circo. Muerte en directo, muerte en cámara viva, como sucede hoy, mientras crece la irracionalidad y el fascismo, amparados por los viejos disfraces religiosos, nacionales y raciales.
En este momento de ofensiva imperial, el débil coro insiste y alerta contra la delincuencia y sus políticas racistas que llevan sólo a la violencia generalizada. A la guerra en todas sus formas. Sobre todo en un tipo de guerra imposible de controlar con métodos legítimos y cuyo núcleo es el terrorismo.
En el segundo acto, asistimos al suicidio de un fiscal argentino a las órdenes de Israel y de Estados Unidos, a quien se le encomienda acusar a una Presidenta elegida democráticamente. El fiscal debe acusar y levantar revuelo contra el diabólico Irán, supuestamente aliado con una diabólica Presidenta que está decidida a luchar contra las patrañas de los fondos buitres, las calumnias de la muy intolerante burguesía argentina y a defender los derechos humanos, la paz y la soberanía nacional y latinoamericana, además de mantener muy buenas relaciones con Rusia y China, y con los BRICS.
Falta el tercer acto, teniendo en cuenta que Francia y Argentina son los países donde la comunidad acosada por los diabólicos yihadistas es mayoritaria. La comunidad judía de Argentina es la tercera en número después de Usa y Francia.
Toda esta tragicomedia a la que aún le falta el tercer acto, aunque (ayer) hubo un inicio con la visita del primer ministro japonés Abe a Israel al mismo tiempo que el Estado islámico amenazaba con degollar a dos rehenes japoneses y Netanyahu declaraba estar enojado por la falta de respuesta de Europa a sus demandas económicas y apuntaba que ese era el motivo por el que la relación con Asia era una necesidad estratégica de Israel en contra del demonio iraní… (continuará), como continúa parte de este mismo tercer acto en Ucrania, donde los bombardeos a la población civil no cesan, etc. etc…
En todo caso, en esta tragedia el antagonista principal es Irán y hacia el converge el relato heroico y victimista de las grandes potencias occidentales lideradas por Estados Unidos e Israel.
En dramaturgia, como ya dijo Aristóteles, la historia comienza con la acción en marcha. Los antecedentes son conocidos por el público y por eso la tragedia empieza in media res. Los antecedentes en el caso del terrorismo israelí son largos y antiguos, pero hemos de analizar los más recientes para entender porqué se acelera la acción de una manera tan desaforada.
El antecedente inmediato tiene que ver con la entrada -como miembro sin voto- del estado palestino al consejo de seguridad de la ONU y con la posibilidad de que se abra una querella contra Israel por crímenes de guerra. Las pruebas son innumerables y es urgente evitar que la punta de lanza de la política colonial en Medio Oriente sea puesta en cuestión. Hay que redoblar el caos, hay que crear consensos para la agresión al héroe, hay que construir un buen caballo de Troya. Porque los crímenes de guerra de Israel están absolutamente probados y nadie podría negarlos, es preciso equiparar, confundir y justificar nuevas masacres. Es necesario otra vez y mil veces agitar la paranoia, desplegar las banderas del terror y no dejarse arrebatar el papel de la víctima por esos actores –secundarios siempre- que son palestinos, sirios, irakíes, afganos, libios y por supuesto iraníes. Han de crear entonces una buena y potente sensación de terror, como indica Aristóteles en su Poética, que lleve a una anagnórisis o reconocimiento y a una catarsis colectiva. La víctima / héroe no permite que se dispute su lugar, ha de seguir manipulando la Shoa y la culpa hasta el final. Los miles de muertos palestinos y la condena a una vida en las más terribles condiciones después de haber sido expulsados de su tierra, no cuenta gran cosa y son justificadas. No pueden transformarse en un icono, y si lo hacen deberán quitarle ese protagonismo con un golpe de escena. Así se reconoce en la tragedia la intervención de aquello que en ciertas circunstancias salva o condena definitivamente al héroe.
Dentro de esta estructura secuencial, que todo buen guión exige, hay sin embargo tales repeticiones y tantos nudos mal resueltos que el público está un poco cansado. Al público no se le puede dar siempre el mismo final. Con los malos siempre muertos -y sin posibilidad de juicio- no se llega a entender ni siquiera porqué esos malos actuaron así. Desde hace mucho tiempo, la industria del espectáculo se ha dedicado a presentar a los malos como malísimos que quieren irse de putas al otro barrio; series, películas, libros y hasta música se han dedicado a una nada sutil y constante caracterización del antagonista. Tal como en los años ' 40 - ' 50 se hizo con el rudo y malvado ruso de ojos azules fríos que generalmente se llamaba Nikita, era inescrutable y estaba listo para matar.
Mientras todas estas secuencias pasan y la realidad (ese lugar donde supuestamente hemos de tener un espacio para razonar y actuar) se confunde con el circo (que contradice las leyes del teatro y moviliza otro tipo de sentimiento de masas que pide más muerte real) el ritmo se acelera. En este contexto, son impactantes los carteles de la burguesía argentina en Plaza de Mayo, pidiendo la muerte y el despellejamiento, la sangre de una Presidenta electa. Leyes del circo. De dónde sale este espíritu criminal en ese público manipulado y vociferante que vive bien, come bien y dice que es demócrata. Una cultura colonizada que tuvo en Plaza de Mayo su poquito de Francia (je suis Nisman), casi los escucho gritar “que querés que te diga, a nosotros también nos pasa y la yegua está aliada con el islamismo y el yihadismo y con Mahoma. Hay que matarla.” Algo pasó, es temprano para tener todos los datos, pero el falso héroe se fundió antes de cumplir con su misión de dar el golpe y la oscuridad se cierne, porque en el circo el único desenlace posible es la muerte en directo. La especulación y la mentira grosera se difunden en los medios, la oscuridad una vez más se cierne sobre los causantes, los verdaderos señores del terror y la bulla espectacular ocupa las portadas de los voceros del caos. Tampoco en este acto o escena se permite saber y razonar. El gobierno argentino desclasificó de inmediato todo el legajo que supuestamente el falso héroe iba a usar para acusar a la Presidenta y a su ministro, pero el efecto de la paranoia sostenida en la ley del circo, clama por sangre y sigue clamando por más sangre y venganza.
A los que amamos la paz y conocemos en carne propia los estragos de la mentalidad punitiva, linchadora, violenta y brutal de los asiduos al circo, nos queda seguir echando luz sobre los verdaderos actores e impulsores de esta tragicomedia brutal en que están convirtiendo el mundo.
Lo dicho, avanzamos dentro del la legalidad, pero el circo se resiste a perder su sustento en la ilegitimidad y la violencia. La ley y el derecho de las mayorías hace temblar al circo. La delincuencia imperialista - sionista organizada no tolera las leyes que son capaces de detener sus avances criminales y de poner coto al saqueo.
Necesitan ahora más que nunca utilizar la marca del terror para expandir el terror y el terrorismo de estado. Quizás por eso hay una especie de aceleración fallida en la estructura de este tan espantoso como turbio guión de acción circense.
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