Algo no anda bien… Por Norberto Ganci, Director de "El Club de la Pluma"   Los cruces de opiniones, declaraciones, acusaciones, falsas denuncias, ...

Algo no anda bien…

NORBERTO GANCI 6

Por Norberto Ganci, Director de "El Club de la Pluma"

 

Los cruces de opiniones, declaraciones, acusaciones, falsas denuncias, diseminación descarada de “carne podrida” y un vertiginoso transcurrir entre varios niveles de histeria política nos ponen, a los que andamos de a pie, entre el fanatismo, la incredulidad, la incertidumbre y la estupidez…

La irrupción de diferentes herramientas comunicacionales, tuvieron desde un primer momento, más allá de los discursos sobre las bondades de “estar comunicados”, la implementación de la inventada lógica consumista, instalada compulsivamente desde, por tomar una referencia, las viejas radios a válvulas.

Las herramientas actuales, superando todas las expectativas delineadas en laboratorios que ensayan cómo dominar conciencias y voluntades, dejan al descubierto y en forma descarada, hipócrita, la total falta de ética, lealtad y fundamentalmente seriedad.

El infernal e impresionante desfile de “personajescos” por las variantes comunicacionales, ya hacen dudar de la “utilidad” y “servicio” que brindan las mismas.

No por la crítica infundada, desnaturalizada. Sí por la comúnmente denominada “tomada de pelo” que se practica, con elegancia corbateril, suponiendo o especulando con la incredulidad y la distracción social.

No vamos a caer en eso de hacer apologías hacia un lugar u otro, como tampoco vamos a caer en la simpleza de nombrar a estos “personajescos” que discurren entre la política y los medios.

En lo que sí vamos a caer es en reflejar, de alguna manera, la imbecilidad con la que pretenden poner en dudas nuestras capacidades intelectuales, reflexivas.

Hasta hace poco tiempo atrás, la distracción estaba centrada en los bailes con un caño. Hoy la “forrándula” se ha trasladado a la pretendida imagen de un investigador muy bien informado que al final no sabe ni medio, ya que sus estruendosas manifestaciones terminan en la ridiculez y el aburrimiento. Otra de las “distracciones” son las declaraciones, expresiones que realizan, vociferan pretendidos candidatos a ocupar sillones que les quedan demasiado altos.

Esto no es lo peor que nos puede pasar como sociedad: ya estamos (mal) acostumbrados a tolerar el descaro, el importunismo. Lo peor que nos sucede es que continuamos “discutiendo” si son verdades de Perogrullo o reales las imbecilidades inventadas por trasnochados incomunicadores o si tienen asidero las declaraciones formuladas por “`personajescos” politicachos que sólo responden a un poder que va más allá de nuestras fronteras y a sus intereses ultra personales.

Lo que sí es grave es que continuemos en el limbo de la distracción comunicacional, sin reparar en nuestra absoluta responsabilidad para poder transformar las realidades que nos aquejan.

Y una de esas realidades que nos aquejan, más allá de que nos toque de cerca o no, son las desapariciones de personas en democracia.

En tiempos de dictadura era moneda corriente, al igual que el silencio de millones de “compatriotas”, estados y organizaciones sociales. Cabe recordar en este punto las complicidades con la dictadura por parte de, por ejemplo la ex Unión Soviética que privilegió sus acuerdos comerciales con Argentina, a denunciar las violaciones a los Derechos Humanos; las complicidades de los monopolios de desinformación, de las estructuras religiosas y de muchos “vecinos” que veían cómo se nos los llevaban…

En la actualidad hay otros tantos silencios que preocupan y nos hacen pensar que “algo no anda bien” por estas tierras.

Vamos a tomar una desafortunada frase expresada por la Presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner: “…Hoy, afortunadamente, nadie puede desaparecer de ningún lado…" Y a ello sumamos el aporte que se hiciera, a modo de recuerdo, en una de las redes sociales: “…Jorge Julio López, Luciano Arruga, Marita Verón, María Cash, Facundo Rivera Alegre... ¿dónde están?

ivan-torresIván Torres, Andrés Núñez, Pablo Guardati, Héctor Gómez, Martín Basualdo, Elías Gorosito, Sergio Ávalos, Osvaldo Raúl Saliwonczyk, Luciano González... ¿quién los llevó? ¿Dónde están?

Miguel Bru, Adolfo Garrido, Fernanda Aguirre, Florencia Penacchi, Andrea López, Otoño Uriarte, Agostina Sobisch... ¿dónde están?

Herminia Armoa, Peli Mercado, María Elena Moreno, Florencia Sire, María Luz Galarza, María Cristina Quevedo Luquez, María Victoria González Ríos, María Auxiliadora Figueredo Guillem... ¿a dónde las llevaron? ¿Por qué no aparecen?...”

Lo expuesto no pretende ser utilizado como chicana ni nada que se le parezca. Lo que pretendemos es instar a hacernos cargo de lo que ha ocurrido y ocurre en nuestra tierra, y que ante la falta de compromiso social, de todos para con lo que nos pasa, más allá que sintamos no nos toca, es sinónimo de que nuestra sociedad está enferma, algo no anda bien…

Cuando hablamos de responsabilidad, compromiso social, estamos mencionando lo que a cada uno nos compete como pueblo, desde el más humilde al más encumbrado, desde el recolector de residuos a quien ejerce la máxima magistratura. Todos somos responsables de lo que nos ocurre; el País “somos todos”. Los desaparecidos, los más de treinta mil de la década de los setenta y los de hoy, son “nuestros desaparecidos”.

Imposible hacer referencia en este punto, que tiene mucho que ver, a las descerebradas expresiones del gobernador de la provincia de Córdoba al sostener, como por ejemplo y en relación a los genocidas que han sido juzgados y condenados: “…Argentina necesita un baño de reconciliación… () …en vez de negociar (con ellos) para conseguir información necesaria…”

Un gobernador elegido por más del cuarenta por ciento de los que concurrieron y estaban habilitados a ejercer su voto. Más de un cuarenta por ciento que, supuestamente no desconoce que en sus mandatos hubo y hay desaparecidos en democracia.

Algo no anda bien, y es nuestra sociedad que no asume su responsabilidad en cuanto a saber qué es lo que queremos para nosotros y quién creemos es el mejor capacitado para conducir hacia nuestras metas. De seguro somos muchos que no queremos un desaparecido, un marginado, un desclasado. De seguro somos muchos los que pretendemos otra realidad, pero no somos suficientes si continuamos “aceptando” las manifestaciones genocidas en democracia.

Los desaparecidos nos faltan a todos, como también nos afectan las represiones a originarios, campesinos, trabajadores y defensores del medio ambiente.

Más allá que no lo tengamos cerca, nos afecta a todos. Imposible esquivar las consecuencias del abuso de poder, de la falta de responsabilidad, de la intolerancia y la barbarie uniformada, entogada, sotanizada, trajeada…

Al momento de escribir estas líneas, una fuerte y despiadada represión se abatió sobre manifestantes del pueblo Qom del Impenetrable, Provincia del Chaco. Esta represión se llevó puesta la vida de otro más de los hermanos originarios. Esta represión, como tantas otras, nos alertan que los aparatos represivos en las provincias Argentinas, aún están sin desmantelar, que los intereses, explotaciones y pretensiones feudales siguen enseñoreándose contra los derechos de nuestros pueblos…

Nos están desapareciendo hermanos, nos están reventando a golpes a hermanos, nos están encarcelando a hermanos. Criminalizan las protestas sociales cuando son un derecho constitucional. Violan garantías sin recibir, al menos, una advertencia que obligue a frenar tanta irracionalidad.

Mientras tanto, nuestra sociedad fragmentada mirando hacia varios lados sin compromiso, sin la decisión firme de  asumir que La Patria Somos Todos, que si tocan a uno nos tocan a todos y que el dolor y la persecución de nuestros hermanos nos duele y nos corre a nosotros…

Mientras tanto, la distracción mediática, de uno y otro lado, hacen su trabajo, fanatizando, alienando y subsumiendo en el real desinterés y la apatía disfrazados de libre opción. No sólo Clarín dice que llueve cuando nos mean…

Algo no anda bien en nuestra tierra y no asumimos nuestras responsabilidades para mejorar las acuciantes realidades de “los otros”. El otro, la otredad a la que siempre hizo referencia Kusch, cuando se trata de la identidad, del ser, de la unidad.

Algo no anda bien y si bien es cierto que no hay recetas mágicas ni mucho menos inmediatas para la resolución de los males que nos aquejan, con las excusas de los tiempos políticos, judiciales y oportunos, nos siguen desapareciendo, torturando, reprimiendo…

¿Habremos de asumir en corto tiempo nuestras responsabilidades, despojándonos de inútiles fanatismos y connivencias varias para exigir y trabajar para frenar el delirio y la barbaridad que asola nuestras tierras y hermanos?

No habrá una Nación madura, próspera y justa, mientras uno sólo de los nuestros esté siendo perseguido por sus pensamientos y acciones en defensa de sus derechos, mientras uno sólo de los nuestros sea torturado por elegir una mejor vida para muchos, mientras uno sólo de los nuestros sea desaparecido porque no accedió a comerciar en el narcotráfico.

No tendremos, realmente, Nación mientras no asumamos que de nosotros, todos, depende el presente y futuro, haciéndonos cargo que de nosotros depende que lo que no anda bien cambie y sea mejor para todos…

Que así sea.

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