22 de agosto Por Nechi Dorado Muchas veces la memoria cuando siente vergüenza se esconde en el olvido y eso es algo que no debemos ni podemos permitir...

22 de agosto

Trelew 6

Nechi Dorado 2

Por Nechi Dorado

Muchas veces la memoria cuando siente vergüenza se esconde en el olvido y eso es algo que no debemos ni podemos permitir. Somos sobrevivientes de una generación diezmada, donde el “no te metás”, “yo no vi nada”, “en algo andarían”, “los argentinos somos derechos y humanos”, “el silencio es salud”, pasaron a conformar una constante que marcaba la peor de las tendencias. Para ello se fue haciendo uso de la complicidad del silencio, valiéndose del miedo, y hasta de la indiferencia, apoyada por el sempiterno inividualismo que poco favor le hace al género humano.

Sin este último concepto no hubiera sido posible que el Terrorismo de Estado sentara sus bases manipulando una de las situaciones más brutales, más vergonzosas de que da cuenta nuestra historia.

No obstante y a pesar de la instalada Teoría de los dos demonios (instalada y no inocentemente) existimos quienes nos negamos a avalar semejante burrada.

Somos los que no lloramos a nuestros muertos, desaparecidos, masacrados, sino que los nombramos como guías en nuestro cotidiano andar sacudiendo páginas para que quiénes quieran, sepan qué pasó realmente cuando la muerte se ensañaba con quienes la repudiaban. Con quienes querían una patria en paz con justicia social, en contraposición con la pax del sepulcro promovida, alterando el statu quo imperante.

Somos los que sabemos que el disfraz de la historia tiene un elástico muy flojo en la cintura por lo que, vuelta a vuelta, anda en pelotas dejando al descubierto una verdad insoslayable.

Somos los convencidos de que hay otra vida posible y de que hubo hombres y mujeres que lucharon por alcanzarla.

Somos los que sostenemos que nuestros mártires no están muertos sino que germinan, fueron semillas sembradas por la brutalidad de un estado que apeló a la muerte dirigida desde el norte. Pero fueron tan brutos, tan imbéciles, que no entendieron que muchas veces la muerte no puede matar nada.

Nuestras compañeras y compañeros fusilados en Trelew son un ejemplo cabal de este concepto, un paradigma que habría, con el tiempo, de multiplicarse por miles a lo largo y ancho de nuestra geografía.

Por eso a 44 años de un espanto -al que sucederían otros-, seguimos diciendo: NO OLVIDAMOS, NO PERDONAMOS, mucho menos NOS RECONCILIAMOS.

NO NOS DA LA GANA, ¡¡¡ nos sobran valores y conciencia !!!!!!!!

COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS DE TRELEW

¡ LOMJE, AVOMPLA !

¡ HASTA LA VICTORIA SIEMPRE !

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