Por Juliana Giménez *
En septiembre de 2012, la Asamblea del Parque Centenario había frenado el enrejamiento perimetral, juntando más de 11 mil firmas, realizando un acampe y una huerta comunitaria, y haciendo pública la denuncia de que el acceso a los espacios públicos debe ser libre e irrestricto. Sin embargo, con mucha gente de vacaciones y el activismo concentrado en el acampe cultural de la Sala Alberdi, a fines de enero de 2013, los vecinos vimos cómo el Pro volvía a la carga con su irracional idea.
Sin cartel de obra, sólo a través de algunos comuneros pudimos saber que el monto de la misma era de $ 12 millones, otorgados por adjudicación directa a Salvatori SA, la misma empresa que había dejado al parque en un estado desastroso desde abril de 2012.
La respuesta a este vergonzoso plan fue más organización, y mientras 400 vecinos deliberábamos en asamblea, las noches del 28 y el 29 de enero sufrimos la represión de la Metropolitana, dejando un saldo de 26 personas detenidas y una decena de heridos, producto de los gases lacrimógenos y las balas de goma.
Durante 24 días, el parque estuvo cerrado, mientras la Avenida Díaz Vélez era escenario de festivales y asambleas. Allí maduraron varias ideas y acciones: entre ellas, lograr la aprobación de consultas populares en las comunas 5 y 15, preguntando no sólo por el enrejado sino por la existencia de un plan de manejo conjunto, con participación popular. Los respectivos presidentes de Junta, Bouzas y Crevena, nunca enviaron los proyectos al Boletín Oficial y las consultas quedaron en la nada. En la Comuna 6, el pedido de consulta popular fue directamente rechazado.
No nos quedamos quietos. En mayo recuperamos –por y para los vecinos– la entrada de la calle Warnes y sus pasajes internos, ocupados ilegalmente por Salvatori SA. Durante el festival de festejo, sufrimos el ataque de una patota con total connivencia de la policía de Montenegro, que miraba y no hacía nada.
Cabe aclarar que desde que reabrió el Parque Centenario, además de las rejas perimetrales se instalaron cuatro garitas, hay 60 agentes de la Metropolitana, un centro de monitoreo y 25 nuevas cámaras. Es decir, todo un parque temático del control social. Control social utilizado como campaña electoral y aplicado a la organización popular mediante feroces represiones como la del Indoamericano, la Sala Alberdi y el Borda. En contraposición, se fortaleció la coordinación por abajo, surgiendo la Asamblea en Defensa de lo Público, para enfrentar la embestida macrista de privatización, exclusión y criminalización de la protesta social. Esta fuerza impidió avanzar con otros planes inconsultos, como el enrejado del Parque Lezama.
Mientras tanto, la Asamblea del Parque Centenario continúa su trabajo en uno de los mayores pulmones de una ciudad gris, que sólo cuenta con 6,4 m² por habitante de espacios verdes. De aquí surgen las consignas tomadas por la Red Interparques y Plazas: no más cemento, no a los bares en parques y plazas, no a los estacionamientos, sí a las huertas.
¿Será que las rejas protegerán mesas y sillas de un Starbucks donde antes había mates y pasto? ¿Será que proyectos como el del Parque del Bicentenario, en Caballito, son desestimados porque dejan menos ganancia que un megashopping de IRSA (a favor de la especulación inmobiliaria, las inundaciones y los cortes de luz)?
No bajamos los brazos, nos mantenemos organizados en favor de una ciudad no excluyente ni exclusiva, con más parques y plazas libres.
* Integrante de la Asamblea de Parque Centenario.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario