Ya en diciembre del año pasado se realizó la última reunión familiar donde, según declaró su compañera a los medios, comenzó a organizarse una fiesta por los 25 años de su llegada a México.
“Juan sabía que estaba mal, pero quería hacer una gran fiesta para celebrar ese aniversario y compré no sé cuántas botellas de vino, contratamos mozos y un servicio para la comida y empezamos a invitar a unos 30 amigos, además de la familia. Parecíamos locos, como estaba Juan y los dos organizando una fiesta”.
El pasado 22 de diciembre habían cumplido 25 años de conocerse Juan y Mara en Buenos Aires.
Pero la muerte llegó antes, aunque no pudo parar el festejo.
En una despedida íntima en la cual solamente pudieron acceder sus parientes cercanos, amigos y algunos funcionarios, se velaron sus restos en la funeraria García López que luego fueron cremados.
El pasado sábado, Mara Lamadrid; su nieta, Macarena Gelman y algunos amigos esparcieron sus cenizas desde un viejo puente ferroviario de los tiempos zapatistas, sobre un riachuelo en el poblado de Nepantla, ubicado en el municipio de Tepetlixpa, del Estado de México, mientras los amigos del poeta comían, brindaban y leían poesía en un parque cercano.
La compañera del poeta así lo explicaba a Prensa Latina: “Terminado el velatorio y regresando a casa, les leí, a los poquitos que quedábamos, un pequeño escrito que Juan dejó a la familia en abril del 2013 en el que pedía que desparramáramos sus cenizas entre Nepantla, lugar de nacimiento de Sor Juana Inés de la Cruz, y los volcanes, y allí decidimos que ya, ya.”
Sin prensa y sin instituciones, Mara; Paola Stefani, la hija de su compañera, Iván, Andrea, Nora, Jorge y Macarena llevaron a cabo sus deseos.
Sin dudas, un excelente homenaje a un poeta y un militante comprometido que será recordado por todas y todos por su lucha consecuente en pos de los Derechos Humanos.
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