Por Norberto Ganci, Director de "El Club de la Pluma"
Represiones, persecuciones y hostigamientos varios en diferentes partes del planeta. La globalización de la violencia institucional, de la violación a los derechos humanos…
Mientras, “autoridades religiosas” se “unen” en rezos y plegarias para “pedir” por la paz, cuando está en sus manos el frenar las aberraciones contra los pueblos. Por supuesto que la ironía es uno de los capitales fundamentales para ejercer el poderío del que hace ostentación.
De nada sirven, por ejemplo, el “pedir” por el reconocimiento de un Estado Palestino en medio de los asesinatos que ese pueblo padece día tras día, como tampoco sirven de nada las “visitas” a los campamentos de refugiados en el Sahara Occidental; la paralización definitiva de las violaciones provocadas por Marruecos con el paraguas y consentimiento, complicidad de España, sería suficiente para comenzar a hablar sobre libertades, autodeterminación, independencia, etc.
Vamos saltando de un lado a otro del mundo, viendo cómo la violencia institucionalizada se lleva puestas las libertades de los pueblos y sus derechos a la existencia, a la manifestación, a los reclamos.
En la provincia de Córdoba, Argentina, tuvo lugar otro episodio de violación institucionalizada por parte de la fuerza represiva. Y más allá de las posibilidades de la infiltración en movimientos sociales por parte de agentes desestabilizadores y desnaturalizadores de las genuinas luchas, siempre hay motivo para reprimir, encarcelar y condenar la libertad de expresión y la defensa, por ejemplo, del medio ambiente.
Mientras tanto, en otra parte, parece que nada ocurre, al menos en relación a violaciones, carencias, ausencias…
Pareciera que cada cuatro años, al igual como cuando llegan las fechas de celebraciones al culminar cada calendario gregoriano, las contiendas, los enfrentamientos, las luchas, todo se paraliza y no precisamente para analizar y revertir. Bueno, al menos es lo que nos quieren hacer creer…
En relación al deporte que supuestamente han creado los ingleses, Matías de Stefano expresa en un escrito diciendo: “…Vi entonces a unos monjes, sosteniendo una pelota de cuero en un altiplano, corriendo con la pelota en sus manos y entre sus pies, tratando de llegar del otro lado, mientras otros monjes, en una especie de movimientos ritualísticos, quitaban esta pelota llevándola a la otra punta. Ninguno debía permitir que la pelota llegase al extremo opuesto. El sentido, era tratar de mantener el balance del mundo…”
Si miramos todo el panorama a nivel global, podemos corroborar que no hay balance alguno. Las desigualdades, las exclusiones, no posibilitan que ese balance se concrete. Y no se trata de constituirnos en “aguafiestas”, para nada, intentamos ver qué es lo que ocurre cada cuatro años, cuando parece que un gran número de personas de todas las latitudes son “anestesiadas” por eso que han denominado “pasión de multitudes”.
En relación a ello el Dr. Javier Garín expresó, entre otros conceptos: “…los brasileños ponen gente disfrazada de selva en la apertura del mundial, mientras destruyen día a día el Amazonas. Qué hipocresía…” Quien tenga pruebas y argumentos para confrontar con esta apreciación, que demuestre que en realidad el Amazonas no sufre el avance de su destrucción sistemática, sería interesante para tener en cuenta, mientras tanto, no por una cuestión de elección, sino por los datos que a diario se filtran y reflejan cómo van destruyendo nuestros recursos y bienes naturales.
De seguro estarán quienes descalifiquen nuestro modo de ver el acontecimiento que por estos días se está desarrollando, concitando la atención de millones de personas. No obstante vale tener en cuenta comentarios como el que expresa Marta Carrizo cuando dice: “…La historia de las alianzas entre el poder y los mundiales es muy larga. Tanto como la del “Pan Y CIRCO “Basta como muestra el horror del mundial 78, en el que los gritos de los goles argentinos tapaban el de otros argentinos torturados.
Es doloroso lo que pasa, más doloroso lo que temo que pase, pero no dejo de mirar con esperanza este signo de madurez popular. SE ACABÖ LA FIESTA. Es decir la manipulación de las masas, la cortina que esconde la exclusión, la mentira disfrazada de espectáculo, la certeza repugnante con que los poderosos de este mundo pretenden ponerse a la gente en el bolsillo…”
Hay mucho de cierto en eso de la manipulación de las conciencias y las voluntades, pero también hay algo que bien podrían algunos sociólogos explicar, la “facilidad” con que son manipuladas esas conciencias y voluntades. Suponemos que es casi imposible ejercer control sin la anuencia para ser controlados.
En alguna oportunidad expresamos que esto del mundial de fútbol es otra versión más del denominado “opio de los pueblos”, donde se confunden cuestiones que tienen que ver con el “patriotismo” y el “fanatismo”. En nuestro caso se ha podido escuchar o leer expresiones tales como “lo que pasa que vos no sos argentino !”, como si el cuestionar todo lo que está vinculado a esta práctica deportiva a nivel mundial, tuviese algo que ver con el ser o no ser argentino. Podríamos especular en que hay un dejo de mediocridad mezclada con la hipocresía mundializada…
Distraer para controlar es la estrategia que muchas veces privilegian quienes son los que “deciden” en este planeta, contando con la libre elección de millones que optan por distraerse. ¿Quién puede cuestionar un poco de “felicidad” al pueblo? Seguro que nadie. Pero cuando esa supuesta felicidad está vinculada a la necesaria distracción, para continuar sumiendo a la humanidad en el desconocimiento, en el mejor de los casos, y el desinterés general, se hace necesario que algunos nos pongamos a ver cómo despertar las conciencias y comprometer nuestras acciones para impedir continúen las violaciones a los derechos humanos que van regando nuestra historia con la sangre y la vida de millones de inocentes.
En la supuesta pasión de multitudes hay mucho de “negocio turbio”, mucho de especulación y mucho de control poblacional. Si al menos pudiésemos interpretar esta práctica como el desarrollo de una actividad tendiente a lograr el “balance del mundo”, en donde pudiésemos comprender que no se trata de competencia, contienda, sino de conciencia, de hacernos cargo de nuestras responsabilidades a nivel planetario y poner nuestros mayores esfuerzos por lograr paz y desarrollo para el bien de todos, sin exclusiones ni excluidos, habría alguna esperanza. Tal vez así, en un futuro, podamos “todos” lograr que éste y todas las otras disciplinas que conforman las variantes deportivas, puedan ser celebradas reconociéndonos artífices de una realidad más amable desprendida de la avaricia que nos ha sumergido en el desinterés y la alienación.
Que así sea.
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