Por Pedro Pablo Gómez
Uno de los principios proclamados en las sociedades capitalistas es el del respeto a la libertad de expresión, supuestamente su prensa refleja lo que acontece en el mundo sin eliminar nada que deba ser informado para conocimiento del público en general. Desde luego, esto siempre se respetaría si los dueños de estos medios de comunicación no pensaran que sus intereses pudieran afectarse o pongan en tela de juicio las “bondades” de su sistema político y económico, o las del gobierno que los representa.
Los Estados Unidos de América es, sin lugar a dudas, el líder indiscutido del mundo occidental y dicta las órdenes que deben seguir sus compañeros de viaje en el manejo de las informaciones que trasladan a sus ciudadanos. Las grandes cadenas de la comunicación, llámense televisivas, de prensa radial o escrita, las agencias cablegráficas del sistema y también los medios digitales, están de una forma u otra regidos por los intereses de quienes son propietarios de estos medios.
En los últimos días, una vez más, lo anteriormente expuesto vuelve a comprobarse. Desde el 4 de junio hasta el 10 se desarrolló en los EE. UU., una campaña de solidaridad con la causa por la liberación de nuestros Cinco héroes prisioneros en las cárceles norteamericanas en flagrante violación al más elemental respeto a la justicia y la legalidad.
Esto fue ignorado olímpicamente en los medios del sistema a pesar de haberse desarrollado manifestaciones públicas hasta frente a la Casa Blanca y el Congreso de ese país. La complicidad de los propietarios de los medios y de los gobiernos que acompañan las decisiones del dueño del mundo, una vez más puso en evidencia su doble moral.
Son capaces de mentir y ocultar las verdades mientras dan prioridad a cosas de segundo orden como el de una monja que canta o un artista que lo multan por violar leyes de tránsito, a la vez que destacan aquellas informaciones que se ajustan a sus deseos: El caso de Ucrania y el aislamiento que promueven contra Rusia, cuestionar el resultado de las elecciones en Siria, o realzar los problemas jurisdiccionales entre China y Vietnam.
De esta forma van logrando el adormecimiento de las poblaciones que aún confían en que sus medios de comunicación les dicen lo que pasa en el mundo, cuando en realidad viven ajenos a la verdad. Recordando lo dicho en un pensamiento de nuestro Comandante en Jefe, ‘’como si no valiera la pena que el mundo se hundiera, antes que vivir con la mentira’’.
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