Por Raisa María Lobo
"Se autoriza el alzamiento simultáneo, o con la mayor simultaneidad posible, de las regiones comprometidas, para la fecha en que en conjunción con la acción del exterior será más fácil y favorable, que es durante la segunda quincena, no antes, del mes de febrero". Esa fue la orden emitida por José Martí el 29 de enero de 1895, a través de Juan Gualberto Gómez, y que se hizo realidad el 24 de febrero de 1895, cuando Cuba se levanta en armas contra la opresión colonial española.
Por esta razón, esta fecha marca la fecha del reinicio de la lucha por nuestra independencia. Se extendía así, el proceso revolucionario que iniciara Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Máximo Gómez, Antonio Maceo y otros patriotas que, en La Demajagua, rompieron los vínculos que apresaban a Cuba por cuatro largos siglos.
El fervor revolucionario estremeció a la Isla. En varias regiones de Cuba, el mambisado respondió con el grito de ¡Libertad o Muerte!. Y a diferencia de la contienda anterior, el patriotismo había calado en el alma de los guantanameros.
La respuesta a la orden de alzamiento en la finca La Confianza, encabezado por el Mayor General del Ejército Libertador Pedro Agustín Pérez y secundado por los patriotas Silverio del Prado, Prudencio Martínez, Emilio Giró Odio, Luciano Peguero y otros, no se hizo esperar. Era el momento.
Al amanecer del 24 de Febrero comenzaron las operaciones. El más tarde Coronel Tudela, al frente de un reducido grupo, asaltó y tomó el fuerte de Hatibonico, cercano a Caimanera, sitio desde el cual, los españoles vigilaban una zona del puerto de Guantánamo. Fue esta la primera acción de la guerra necesaria preparada por José Martí.
En Guantánamo y bajo las órdenes de Pedro Agustín Pérez, hecho con que se demostró su capacidad organizativa, se efectuaron otros alzamientos simultáneamente en siete lugares: Santa Cecilia, Tiguabos, Baitiquirí, Yateras, Morrillo Chico, Arroyón del Vínculo y La Confianza.
Pero no fue hasta el atardecer, cuando ocurrieron insurrecciones, según los historiadores, en Baire, Yara, Jiguaní, Santiago de Cuba, Alto Songo, San Luis, El Cobre, Loma del Gato, Palma Soriano, Holguín, Manzanillo, Jagüey Grande y Aguada de Pasajeros, entre otras.
Se reiniciaban las luchas independentistas en Cuba y Guantánamo se había convertido en el centro de los preparativos del desembarco de los principales jefes de la guerra: Antonio y José Maceo, José Martí, Máximo Gómez, Flor Crombet y otros patriotas.
El imperativo era apoyar esta acción en la que Antonio y José Maceo entrarían a Cuba el primero de abril por Duaba, en Baracoa, y el 11 el de José Martí, Máximo Gómez y otros patriotas por Playitas de Cajobabo, dos localidades guantanameras que devienen símbolo de la fortaleza de las generaciones que nos antecedieron.
Los objetivos de la insurrección estaban bien definidos. ¿El fundamental? Mantener en jaque a los soldados españoles, alejándolos de las zonas costeras por donde desembarcarían los principales jefes de la Guerra Necesaria. Era el momento de ser libres e independientes y lanzarse a la guerra.
El alzamiento simultaneo en varias regiones de Cuba, era el punto de partida para la querella iniciada el 10 de octubre de 1868 que duró diez años. Y aunque no alcanzó los objetivos anhelados, abrió las puertas para la lucha que descollaría el Primero de enero de 1959 con el triunfo de la Revolución.
Ha pasado 120 años del levantamiento en armas y aún se siente la clarinada tan alta como en aquellos días. Aún se siente el llamado de Pedro Agustín Pérez y de los compatriotas que lo acompañaron aquel 24 de febrero de 1895, para prender por siempre la llama de la libertad.
No hay dudas de que los guantanameros favorecieron positivamente a la gesta independenctista de Cuba. Por ello no es casual que Guantánamo, se levante todos los días para seguir construyendo su destino. Un destino que se edifica desde las escuelas, los centros de trabajo, desde un parque, desde las calles de esta ciudad que se construye y se alza como aquel 24 de febrero de 1895.
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