Por Norberto Ganci, Director de "El Club de la Pluma"
En el 2009 hubo en circulación en la web un listado que daba cuenta de los muros diseminados por el globo, una gran muestra de la vergüenza que se expone con ellos, respecto de nuestra supuesta evolucionada raza.
Se hablaba de cerca de dieciocho mil kilómetros (18.000 km.) de muros que se habrían de alcanzar, entre ellos los del muro en Río de Janeiro, Brasil, para cercar algunas favelas en los Juegos Olímpicos de 2016. (1)
Muros de concreto, de alambre, como en Ceuta y Melilla, metálicos como entre México y EE.UU.; muros virtuales que comprenden la utilización de satélites, radares infrarrojos, etc. como el fortificado en Arabia Saudí que comprende unos nueve mil kilómetros (9.000 km.), etc.
Pero hay otros muros, los invisibles, los que separan actitudes, posiciones, diferencian convicciones de connivencias, establecen posturas marcando las desmesuras.
Hay muros que se imponen, con los que pretenden dividir nuestras sociedades.
Están los muros de la historia, esos que separan la historia distorsionada y manipulada de la real, la documentada, la rescatada de entre olvidos y mentiras.
Hubo quienes pretendieron levantar un muro de silencio, cuando inoculaban la idea de que era salud. Silencio cómplice de la barbarie genocida, silencio partícipe responsable del dolor y las lágrimas.
Esos cada tanto pretende retornar para intentar imponerse por sobre los pueblos. La historia va cambiando, las correlaciones de fuerza también… Ya nada es como pretendieron los silenciadores seriales. Son pocos, son menos, pero están y no podemos permitir se reproduzcan. Lo ideal es que se vayan extinguiendo entre la miseria de sus pretensiones y bajezas.
Al muro que divide al Sahara lo titularon “El Muro de la Vergüenza”, pero no es el único, hay muros de la vergüenza en todo el planeta, a los que se les enfrentan las diversas manifestaciones de la resistencia. Una de esas expresa “porqué callar si nací gritando…”
Tiene que ver, en parte, a las diferentes formas de silencio que nos han querido imponer. Un silencio que es utilizado no sólo para amedrentar y contener el grito rebelde que avanza, sino también para “controlar”, detener la posibilidad de transformar.
La resistencia contra los muros tiene varias expresiones, desde las frases poéticas a las manifestaciones políticas, se dicen y gritan más allá de los impuestos silencios.
Y esa resistencia no sólo queda en dibujos, frases, palabras, leyendas, va construyendo escalones que nos permiten avanzar y ascender en la comprensión de lo que nos sucede y en la elaboración de nuevas ideas, de alternativas posibles que nos conduzcan a espacios comunes, colectivos.
Un muro levantado cual manifestación del silencio en repudio a la alegría de los pueblos, imposible sostenerse ante los escalones de la participación colectiva en respuesta a urgentes necesidades.
Claro que muchas veces resulta algo incomprensible la respuesta que dan quienes tienen en claro que en soledad y en silencio nada puede alcanzarse. Y lo incomprensible se convierte en reproche, en queja, en reclamo, expresiones sordas y hasta inconexas.
Los escalones resisten y revolucionan descomprimiendo la precariedad tanto intelectual como humana de los odiadores de profesión.
Estamos en tiempos de construcción donde, desde la esperanza, retomamos los sueños que intentaron silenciar, anteponiendo los escalones de la memoria y la alegría.
Recuperamos bastante de aquél tiempo ocultado, y nos erigimos en adalides de nuevas realidades.
Desde diferentes frentes y organizaciones, con también diferentes pensamientos y posiciones, bregamos y edificamos la escalera que nos devuelve a esa militancia comprometida con las convicciones y los deseos.
Ya no hay silencio posible ante tanta batucada. Como en otras épocas pero con mayor número y participación, uno a uno los escalones levantados nos conducen a un presente y futuro “…donde quepan muchos mundos, donde quepan todos los mundos…” (2)
Hemos aprendido mucho en todo este tiempo que nos ha tocado transitar, y hemos comprendido que en la individualidad es imposible construir nada. Incorporamos como saberes el aunar todas las manos en procura de un objetivo y convocar multitudes para enfrentar la desesperanza.
Pero, fundamentalmente hemos asimilado que el personalismo, con el cuál pretendieron fundirnos en la estéril competencia destructiva, no entendía de futuro, y nos encaramamos, desde los cimientos de la historia negada, en la construcción de los escalones necesarios para recrearnos como seres completos. Ya sin silencios, ya sin olvidos, ya con toda la historia.
No obstante, creíamos que la inquisición, el racismo, todos los holocaustos que hubo, habían pasado a la historia, que habíamos "aprendido", que habíamos "crecido"... Cuán equivocados estamos... Hay un importante y preocupante sector de la humanidad (humanidad???) Que lamentablemente quedó atrapada en los tiempos de la más terrible oscuridad... El odio que destilan, la incomprensión que manifiestan y la ignorancia con que se expresan, son una clara muestra ello...
“Yo soy palestina, soy qom, mapuche, toba, aymara, soy saharaui, yo soy árabe, musulmán, cartonero, yo soy excluido, homosexual, transexual, travesti, roquero, yo soy todas las gentes, todas las expresiones, la disidencia, el reclamo, la expresión, yo soy el anhelo, la esperanza, la frustración, yo soy a pesar de todos y de todo, nosotros...”
Debemos asumir también como compromiso ineludible el continuar levantando escalones y escaleras que terminen por destruir definitivamente la desidia y el olvido, el odio y la desesperanza.
De todos depende sostener lo alcanzado e ir por más, por nosotros y los que vienen, en memoria de los que no están y también soñaron otro mundo diferente.
Que así sea.
Notas, referencias y material consultado
(1) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=95194
(2) Sub Comandante Insurgente Marcos.
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