Heredarás el tiempo (APE). Heredarás el tiempo (APE)     Por Alfredo Grande Aquel que cree disturbios en su casa heredará el viento: y el tonto se convertirá en el sir...

Heredarás el tiempo (APE).

Heredarás el tiempo (APE)
 


 


AlfredoGrande


Por Alfredo Grande



Aquel que cree disturbios en su casa heredará el viento:
y el tonto se convertirá en el sirviente del sabio de corazón


Libro de los proverbios 11:29


“hay personas que quieren ir por todo. Hay otras que se conforman con venir por nada”


(aforismo implicado)


“El modelo sindical en discusión. Resulta interesante comprobar que en la última década, el movimiento de trabajadores en la Argentina contiene colectivos sindicalizados y otros en similar cantidad agrupados en organizaciones sectoriales ó territoriales, dando cuenta de un fenómeno global de extensión de la masa de los trabajadores por fuera de la relación laboral y por ende de la sindicalización. Hay que destacar que en los 90´ surgió en la Argentina la CTA, para intentar expresar ese fenómeno y constituir un nuevo modelo sindical, superador de la contención corporativa y burocrática persistente en el sindicalismo tradicional en las diferentes variantes de la CGT. La CTA contiene en su seno a trabajadores ocupados o no, sindicalizados o no, incluyendo afiliaciones individuales, solo por su carácter de trabajadores. (Julio Gambina. Extraído del artículo “Sobre el 1 de mayo de 2012)”



(APe).- Sabido es mi repudio a la conmemoración de días específicos. Madre, Padre, Mujer, etc. En el marco de la cultura represora, esos días funcionan al modo de un fetiche. Es una parte, en realidad una 1/365 ava parte del año, pero se lo glorifica como si tuviera potestad sobre 12 meses y más. Como este artículo lo prueba, convoca incluso a sus detractores. Detractores no de la memoria, sino de su cristalización en días o feriados determinados. En este caso en particular, la conmemoración sufrió, padeció una metamorfosis. Se institucionaliza como recuerdo y finaliza como memoria heroica. El recuerdo es el de los mártires de Chicago, de los cuales hago breve reseña.


George Engel (alemán, 50 años, tipógrafo).


Adolf Fischer (alemán, 30 años, periodista): Solamente tengo que protestar contra la pena de muerte que me imponen porque no he cometido crimen alguno... pero si he de ser ahorcado por profesar mis ideas anarquistas, por mi amor a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad, entonces no tengo inconveniente. Lo digo bien alto: dispongan de mi vida


Albert Parsons (estadounidense, 39 años, periodista. Aunque se probo que no estuvo presente en el lugar, se entregó para estar con sus compañeros y fue juzgado igualmente): El principio fundamental de la anarquía es la abolición del salario y la sustitución del actual sistema industrial y autoritario por un sistema de libre cooperación universal, el único que puede resolver el conflicto que se prepara. La sociedad actual sólo vive por medio de la represión, y nosotros hemos aconsejado una revolución social de los trabajadores contra este sistema de fuerza. Si voy a ser ahorcado por mis ideas anarquistas, está bien: mátenme.
August Vincent Theodore Spies (alemán, 31 años, periodista):


Honorable juez, mi defensa es su propia acusación, mis pretendidos crímenes son su historia. [...] Puede sentenciarme, pero al menos que se sepa que en el estado de Illinois ocho hombres fueron sentenciados por no perder la fe en el último triunfo de la libertad y la justicia


Louis Lingg (alemán, 22 años, carpintero) para no ser ejecutado se suicidó en su propia celda: No, no es por un crimen por lo que nos condenan a muerte, es por lo que aquí se ha dicho en todos los tonos: nos condenan a muerte por la anarquía, y puesto que se nos condena por nuestros principios, yo grito bien fuerte: ¡soy anarquista! Los desprecio, desprecio su orden, sus leyes, su fuerza, su autoridad. ¡Ahórquenme!


José Martí, corresponsal de La Nación en Chicago, escribe estás líneas: ...”salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: "la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable...”


Uno de los recuerdos más vívidos de mi adolescencia, es haber leído a instancias de mi padre, el texto de Martí sobre el asesinato de los trabajadores que luego ganaron la inmortalidad como mártires de Chicago. La dimensión del recuerdo es de los actos y de los afectos con los cuales esos actos están impregnados. Al recuerdo se lo puede llamar memoria emotiva. Recordar es sentir nuevamente en nuestro corazón la alegría o la congoja. En este caso, se agrega a la congoja, el dolor, la bronca, el hambre y sed de justicia.


Pero la cultura represora sabe bien de venganza. Mientras proclama el reinado de su majestad la justicia, derrama venganza sobre todos y cada uno de los luchadores por la libertad. No eran solamente trabajadores, eran trabajadores que impugnaban el orden burgués de explotación y sometimiento. El salario era la herramienta de dominación, a través de la cual el capitalista ejercía el poder de vetar, forma total o parcial la vida de aquellos a los cuales arrendaba la fuerza de trabajo. Total, no dando trabajo. Parcial, con salarios que no cubrían las necesidades básicas. Porque la lucha nunca fue solo por trabajo. La lucha fue para que el trabajo sostuviera la vida del trabajador y su familia, en condiciones de dignidad y salud. No solamente que la reprodujera.


Las necesidades básicas insatisfechas, o el permanente achicamiento de lo básico, son formas de la estafa del capitalista. El recuerdo implica recordar rostros, miradas, formas de vida, hábitos cotidianos, ideas, costumbres, simpatías deportivas, preferencias artísticas. El recuerdo es una palabra, una frase, un gesto, un aroma. De los mártires de Chicago, el recuerdo ha sido confiscado. Podemos aventurarnos en sus vidas, pero mediatizado por la lectura, por la mirada. Entonces, para que esos compañeros tengan la justicia por mano propia que es siempre colectiva, que es siempre solidaria, que es siempre combativa, tenemos que construir lo que denomino memoria histórica. Es decir: colocar el pasado en el presente y de esa forma proyectarlo al futuro.




La historia decanta en memoria y desde ese lugar, seguro y confiable, es brújula que nos guía y campana que nos acompaña. Por eso un solo día no solamente no alcanza, sino que incluso se aleja. La memoria histórica es una construcción permanente, y debe ser sostenida con la pluma y la palabra. De todos los días, de todos los meses, de todos los años. Es una formidable tarea, porque ya sabemos que la realidad, si bien no es complicada, es compleja.


Si la historia la escriben los que vencen, también la escriben de diferentes maneras. Hay demasiadas historias oficiales. Y, sin dudar, debe haber también muchas historias. No pocas veces, el sectarismo y el mesianismo, que es la cultura represora haciendo estragos en los colectivos libertarios, se disputan la hegemonía de la contrahegemonía. A revolucionarios revueltos, ganancia de explotadores. Y eso es lo que ha pasado, cuando por ejemplo se pasa de conmemorar el día de los trabajadores en lucha, trabajadores clasistas, combativos, cuya meta es destrozar al orden burgués y capitalista, a una conmemoración de trabajadores organizados y funcionales a la hegemonía, o peor aún, a una celebración del trabajo en abstracto. La neutralización del fundante clasista lleva a un elogio del trabajo como si fuera un valor en si mismo. Se lo transforma en una entelequia. En un fetiche más para las góndolas de los hipermercados culturales. Digámoslo directamente: no siempre el trabajo es salud. Ni siquiera, salud social. Hay trabajos que son tóxicos, que envenenan el cuerpo y el alma de personas, familias y pueblos. Hay mercenarios civiles que por bastante más que treinta dineros, maltratan, castigan, denigran, agreden a niños, adolescentes, adultos, ancianos.


Los estados tienen razones que ningún corazón podrá entender jamás. Y las burocracias buscan su propia supervivencia. Perdamos toda esperanza en las puertas de ese infierno. Por eso cuando decimos día de los trabajadores, no son todos los trabajadores. Solamente aquellos que siguen intentando que vocación, deseo, profesión, oficio, sean una cosa y la misma cosa. Y que el trabajo no esté disociado de lo colectivo, de lo libertario, de la justicia y el amor. Aquellos que están todos los días, feriados puente inclusive, sembrando discordia, apenas heredarán al viento. O sea: nada mas que aire en movimiento que no podrán retener jamás. Bocas abiertas, manos vacías. Pero las otras y los otros, que han sembrado lucha y amor, y cosechan libertad y alegría, heredarán el tiempo. El tiempo eterno de las victorias, el tiempo eterno de la memoria histórica, el tiempo eterno de las alegrías compartidas, el tiempo eterno de las derrotas que enseñan. Lo único que nada enseña es el fracaso. Pero nuestros mártires, los de Chicago, los del cordobazo, los de la resistencia peronista, los comunistas perseguidos por la sección especial, los que fueron masacrados por la triple A y por la dictadura cívico-empresarial-deportiva-artística y MILITAR, esos mártires nunca morirán del todo. Los encontraremos en una constituyente social, en una Cta clasista y combativa, en los frentes de trabajadores, en diferentes formas de combate en las cuales el pueblo se organiza. Esos mártires han heredado el tiempo histórico y en la eternidad de ese tiempo los encontraremos siempre.

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