Por Víctor Ángel Fernández
En Cuba tenemos problemas hasta para regalar y esta afirmación no significa que desee descubrir el agua tibia. Cada día algún medio de transporte no sale, sale tarde o simplemente no llega y, desgraciadamente, a veces esta no llegada significa un accidente. La viandas, las hortalizas u otros productos de la tierra, aparecen, desaparecen y cambian sus precios, casi siempre hacia arriba, con excepción del Aguacate - 2014 que de forma curiosa ha roto con las expectativas y como si fuera parte de la bolsa, sus valores se mueven a la baja.
La lista sería interminable, tecnologías, construcciones, comunicaciones y hasta nuestras perlas doradas, salud y educación sufren los embates de los problemas, sobre todo esta última, cuando terminando el curso escolar, nos despertó con denuncias y demostraciones de fraude.
No obstante las aceptadas limitaciones, muchos de estos hechos aparecen con frecuencia reflejados en nuestra prensa, o comentados en el día a día de los cubanos, remarcando las carencias e imperfecciones de los seres que formamos parte fundamental del andamiaje de este nuestro sistema social.
Pero no vienen por ese camino mis preocupaciones, pues cada una de esas situaciones las saben, las viven, las sufren y tratan de arreglarlas, la inmensa mayoría de los que habitamos en el verde caimán.
Mis inquietudes siguen otro derrotero. He tenido la suerte de estar vinculado al acceso a Internet desde sus más incipientes inicios y desde aquellos momentos fundacionales, me he dedicado al análisis de la presencia de Cuba en la red de redes, visitándola, observándola, escribiendo sobre ella y estudiando muchas de las cosas que allí se publican, incluyendo no sólo el contenido, sino los autores de esas informaciones.
De forma demasiado frecuente y, a lo mejor es sólo mi opinión, veo en la web que se ha convertido en un hábito la búsqueda de cuanto problema puede ser un trampolín para saltar a la ciberfama. Da lo mismo si Antonio Pacheco decide cambiar su residencia para EE. UU. o si la Aduana cambió sus leyes. Las empresas de correos y telefonía son blancos preferidos, sobre todo la última, porque puede ser ligada con el acceso a Internet. No importa el Código del Trabajo, con sus ventajas e insuficiencias, pero contribuye más a la crítica, decir que alguien se opuso a su aprobación, pues de un solo golpe se logra mucho más efecto.
Y digo algo, estoy de acuerdo con todos esos análisis y con todas esas críticas que ojalá fueran mayores y que también incluyeran, de cuando en cuando, alguna propuesta de solución que tome distancia del discurso más previsible donde las instituciones cubanas siempre son las únicas culpables. Total, mucho antes de Internet, ya Silvio había dicho que prefería un golpe, así, de vez en cuando, pues la inmunidad le carcomía los huesos. Claro, no olvidemos que es el mismo Silvio que con su “necedad” a cuestas, anduvo por prisiones y camina por barrios, para que todos disfrutemos de su necesario arte.
Y, como en aquella película de Cantinflas: ahí está el detalle.
Vale la crítica, pero vale también, alguna que otra vez, utilizar el trampolín para promover una causa políticamente incorrecta. Hemos tenido un verano donde la máxima personalidad de la OMS reconoció el sistema de salud cubano como referente. Los críticos, silentes. Israel comete en Gaza genocidio reconocido internacionalmente. Los críticos, silentes, aunque algunas imágenes de niños destrozados no nos dejen olvidar nunca que alguien pidió tres jornadas de orgía sangrienta para aplicar en nuestros predios. Los presidentes de Rusia y China vienen a negociar en una Cuba que se abre a la inversión extranjera. Los críticos, silentes. La Associated Press denuncia una vez más los intentos contra Cuba y los críticos, en su misma posición.
Un ME GUSTA en Facebook o un SEGUIR en Twitter, siempre ayuda. Pero ojo… cuidado… para los citados analistas, puede tener su costo al ser malinterpretado por alguien y tomarse como un cambio de posición hacia el oficialismo, con las consecuencias exteriores no precisamente deseadas.
Repitiendo la antigua sabiduría: Una vez es casualidad, dos veces es coincidencia, tres es un patrón. Y esto, de lo que deseaba comentar, sucede cada día mucho más de tres veces, de tres comentarios y de tres personas.
Como dice el título, a lo mejor es sólo mi opinión. ¡ Cuánto me gustaría estar equivocado !
No hay comentarios. :
Publicar un comentario