Desde hace seis décadas nos viene enseñando. Y lo sigue haciendo. Cada una de sus reflexiones encierra una sabiduría que tienen, o tuvieron, muy pocos líderes políticos y sociales del mundo. Lector empedernido, analista crítico y luchador incansable, Fidel es el maestro de muchas y de muchos revolucionarios que, por supuesto, no va a decir que nos olvidemos del socialismo como afirmó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Su claridad meridiana le permitió analizar lo que ocurrió antes, durante y después de ese 1º de enero de 1959 en la Isla y en el mundo. El cambio climático, las cuestiones medioambientales y la geopolítica mundial fueron algunos de los temas en los cuales se posicionó claramente. Y hasta ha dado un cachetazo a unos cuantos con la firma del manifiesto por Palestina. Aquí todavía estamos esperando a ver si lo firma la primera mandataria, aunque lo dudamos.
Su rostro marca las vueltas de la vida. De la que eligió. De la que supo hacer junto al Che y Camilo, acompañando a Allende y cuando su salud le avisó, supo retirarse a tiempo.
No le hace falta un aula. Hoy, la tecnología le permite enseñarnos a todas y a todos mediante sus publicaciones en el Granma o en Cubadebate. Y siempre estamos pendientes de sus palabras. Porque ellas nos guían en nuestro sentir revolucionario y nos dirige nuestra mirada hacia aspectos centrales de lo que sucede en el mundo.
Y el maestro cumplió 88. No es poca cosa. Ojalá pueda seguir enseñando el camino como hasta ahora. Por muchos años más. Como lo hacía con el Che. Con Camilo. Con Allende y todas y todos los que supieron gozar de su profundo conocimiento para, luego, aplicarlo en donde fuese necesario.
Por supuesto, que cumpla muchos años más porque todavía necesitamos de su palabra justa y de su pensar claro. De su honestidad intelectual y de su batallar por las ideas. Contra el capitalismo y por ese socialismo que tanto nos hace falta en Latinoamérica y el mundo.
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