Una bandera, una tribuna (APE) Por Carlos del Frade Al padre del testigo le había llegado el telegrama de despido en la mañana del 24 de diciembre de 1977. Aquella noch...

Una bandera, una tribuna (APE)

JM - PAJARO CANTERO

Carlos del Frade 3

Por Carlos del Frade

Al padre del testigo le había llegado el telegrama de despido en la mañana del 24 de diciembre de 1977. Aquella nochebuena, el ex bancario lloró a mares sobre la mesa redonda de madera que daba la ventana que mostraban un cielo con más estrellas que el de ahora en ese barrio rosarino. Ellos, el ahora desocupado y su hijo, solían hablar en la cancha de Central más que en cualquier otro lugar del universo. Meses después, cuando la polenta era la comida más repetida porque era la más barata, empezó el Mundial organizado por la dictadura argentina. Un amigo le regaló una entrada y la otra, la única que le pudo comprar su viejo, sirvieron para ver los triunfos de la selección de Fillol, Gallego y Kempes contra Polonia y Perú. En esa tribuna que da la espalda al club Regatas, en la cancha del barrio doctor Lisandro de la Torre, el popular Arroyito, escuchó por primera vez el grito de “Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar”, al mismo tiempo que otros rebeldes anónimos, hijos del pueblo, se animaban a gritar con la musiquita de la canción oficial: “25 millones de boludos, pagaremos el Mundial”. Y también en esa tribuna escuchaba cantar la marchita peronista como rebeldía ante la policía que pegaba y pegaba. Y muchos de los que entonaban aquellas estrofas perdidas no fueron ni serían peronistas. Pero esa tribuna era, durante mucho tiempo, un símbolo de rebeldía.

El viernes 8 de agosto de 2014, en esa misma tribuna, apareció una bandera con los colores auriazules de Central que decía: “Pájaro Cantero Pte..”. Hacía alusión a Claudio “el Pájaro” Cantero, el líder del principal grupo narco de Rosario asesinado el 26 de mayo de 2013 a la salida de un boliche en la vecina ciudad de Villa Gobernador Gálvez. El “trapo”, tal como se lo define en la jerga tribunera, estaba sobre la emblemática bandera que distingue a la barra brava del club, “Los Pillines”, que cuelgan en donde juegue el viejo club de Arroyito: “Los Guerreros Pte.”, dice ese estandarte amarillo con grandes letras azules.

La clara reivindicación del líder narco por un grupo de tareas siempre vinculado a los peores hechos de la realidad cotidiana de los últimos diez años en la ex ciudad obrera y ferroviaria.“El líder de la barra brava de Rosario Central Andrés Pillín Bracamonte está sospechado de haber tenido vínculos estrechos con la banda de los Monos, a pesar de que la familia Cantero estaba identificada con Newell's, donde también hicieron pie en la barra del club del parque Independencia. Ramón Ezequiel Machuca, conocido como "Monchi", hijo de crianza del fundador de la banda, quien se encuentra prófugo, aparece en una foto junto a Andrés "Pillín" Bracamonte, jefe de la barra brava de Central. Ese material gráfico fue secuestrado el 20 de septiembre en un allanamiento realizado en una de las propiedades de la familia Cantero y está dentro del expediente 913/12, en el que se investigó a la banda de los Monos. Emanuel Ferreyra, un ladero de Bracamonte, está detenido acusado de formar parte de una asociación ilícita junto a Los Monos. En su prontuario, hay una condena a 14 años de prisión por atacar una casa a balazos que le causó la muerte a un nene de 3 años”, contó la excelente crónica que apareció en el diario “La Nación”.

En esa misma tribuna que alguna vez fue sinónimo de la rebeldía popular, ahora apareció la síntesis de la nueva forma de explotación, desaparición y control social de las pibas y los pibes de las mayorías.

Triste y prepotente postal de impunidad. Del otro lado, sobre Génova, hay otra bandera que dice "Central y Perón un solo corazón", un consigna que viene del fondo mismo de la historia de un club hijo de trabajadores ferroviarios y que no tiene nada que ver con el negocio infame que se come la vida de nuestros pibes, piensa el testigo mientras recuerda a su viejo, aquella nochemala de 1977 y las innumerables tardes de sol o lluvia que desde esa misma tribuna bajaban gritos de conciencia social y política que ya no están.

Fuentes: Historia personal del cronista y diario “La Nación”, sábado 9 de agosto de 2014.

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