Por Guillermo Caviasca
La deuda, el estilo kirchnerista y el relato
La deuda externa ha ingresado en nuestras vidas nuevamente, y por la puerta grande. Durante casi 10 años el discurso, o relato kirchnerista, se sustentó en varias patas. Una de ellas era la “solución” del tema de la deuda que había sido una de las claves de nuestras crisis desde la última dictadura. Cuando Néstor abonó al contado 10.000 M U$S al FMI, haciendo una enorme difusión de este hecho como una acción patriótica de independencia nacional, mucha gente lo interpretó como el fin del problema de la deuda. De la misma forma se presentó la inmediata anterior “quita” a los bonistas. Sin embargo el fallo judicial de un ignoto juez de Nueva York parece colocar nuevamente a nuestro país al borde del abismo (1). En primera instancia dejamos discutir para más adelante si es cierto ese “abismo” que se abriría ante nosotros con el “default”, o cuales son las políticas que nos conducirían directamente hacia un abismo (que no son precisamente un “default”) que ya conocemos de varias experiencias a lo largo de nuestra historia (2).
Las decisiones de Griesa representan solo a un porcentaje menor de bonistas, del 7% que no aceptó las condiciones del canje kirchnerista. Parecería una exageración tal alharaca por tan pequeño problema de unos usureros irreductibles. Y así lo interpretó al gobierno desde el comienzo, pensando que nada iba a pasar. Sin embargo la cosa ya hace dos años comenzó a crecer como una bola de nieve.
Las decisiones del juez en parte son extremas (tal como se presentan en la prensa) y expresan la política más audaz de los sectores más duros del sistema financiero. Su éxito necesariamente potenciará a nivel mundial un poder supranacional radicado en los estados imperialistas centrales de occidente. Será un paso en la concentración de poder de la fracción capitalista más vinculada al mercado financiero. Un paso más de la globalización neoliberal. Esto último es sorprendente, ya que se produce en un momento en que hace años el “neoliberalismo” como modo de acumulación de la etapa parece haber agotado sus posibilidades llevando país tras país a la catástrofe.
Sin embargo, lo viejo parece no querer morir y contraataca con fuerza. En realidad la crisis sigue siendo una oportunidad de negocios del capital financiero. En nuestro país los bancos siguen siendo el sector de la economía que más gana, aún cuando los demás pierden: recordemos que también fue Néstor quien llevo adelante la compensación a los bancos por la pesificación asimétrica, un salvataje al sector mas ganador y clave de las reformas neoliberales (3). Y ese sector sigue siendo ganador hoy.
Muchos economistas burgueses plenamente partidarios del imperialismo y la globalización miran con recelo este fallo porque impide flexibilidad en la solución de las crisis y coloca la soga al cuello de los países endeudados poniéndolos al límite de sus posibilidades, desestabilizando gobiernos y debilitando los consensos en el sistema mundial. Pero no nos olvidemos que es neoliberal el pilotaje de la crisis en Europa, que es neoliberal el golpe que en Ucrania desató la guerra civil actual. O sea, si bien el fallo de Griesa puede ser extremo para el caso de buenos pagadores como Argentina, no lo es tanto, ya que el neoliberalismo sigue imperando en las ideas globales de las políticas económicas de los países occidentales y de los organismos financieros.
Además es un fallo posible jurídicamente ya que nuestro gobierno, desde la época de Menem y ratificado por Kirchner, aceptó someterse a esa jurisdicción judicial, renunciando explícitamente a la soberanía. Aunque solo afecta a un pequeño grupo de acreedores, la posibilidad de un fallo de este tipo siempre existió, si bien muchos lo desestimaban por sus consecuencias políticas y económicas, o sea extrajudiciales (4). Debemos señalar tal como muchos lo hacen hoy que la cesión de soberanía es excesiva y muestra la cara más nefasta y corrupta del sistema. La recuperación es a todas luces necesaria, es una tarea recién se “discute” hoy en esferas gubernamentales (por imposición de Griesa) después de 10 años de gestión.
Lo raro para el relato, lo que hace ruido, es la forma en que el fallo afecta a nuestro país gobernado por un equipo que basó su consenso en el ataque al neoliberalismo y que buscó hacer de eso conciencia. Pero aquí también hay un límite, ya que si nos salimos del discurso los cambios no fueron tantos. Cuando comenzó el gobierno de Néstor, a Cristina se le atribuye una frase que sintetiza el problema: “nuestro gobierno va a ser de mucha política y poca economía”. Indudablemente hubo mucha economía. Pero el sentido de la idea planteada era que se avanzarían en muchas acciones políticas destinadas a reconstruir las instituciones, el consenso en el sistema; se realizarían los cambios necesarios para su funcionamiento y para calmar el conflicto social, y para reconstruir la capacidad nacional de generar riqueza. Una riqueza que se repartiría en partes desiguales entre transferencias al exterior, acumulación de los burgueses locales, consumo de las clases media y trabajadoras sindicalizadas, y asistencia a los “sectores vulnerables”. Sin alterar sustancialmente las relaciones económicas fundamentales que hacen al modo de acumulación.
Este programa debía ser atractivo al mundo financiero internacional y a los monopolios encargados de canalizar la “acumulación primitiva” en el centro. Y a su vez debía satisfacer a los empresarios locales, a los trabajadores y a los marginados. Una utopia donde se debía combinar nacionalismo popular, con neoliberalismo, en un delicado equilibrio solo viable por las enormes riquezas generadas en nuestro país. Uno de los factores de equilibrio que debía ser abordado era el de la deuda externa.
La deuda y el kirchnerismo
El 22 de septiembre de 2003 Néstor Kirchner ofreció, desde Dubai, una quita del 75% sobre una fracción de nuestra deuda externa: unos U$S 78.000 millones de los títulos en default, como propuesta para encontrar una forma de pago ajustada al nivel de crecimiento de la economía local. Esa quita implicaba para estos “buitres buenos”, si aceptaban la propuesta, que se les entregaban nuevos papeles a cambio de los defaulteados. Se embolsarían una ganancia que podía llegar al 300% sobre el capital invertido en el momento de la compra de nuestros devaluados títulos de deuda en cesación de pagos (5), sin dudas menor al más del 1000 % que pretendían, pero igualmente suculenta. Estos nuevos títulos ajustaban su rentabilidad a las tasas de crecimiento del PBI, etc., lo que preanunciaba sin dudas un beneficio enorme.
Así lo entendieron los fondos que administran el 93% del total de esas perversas cuestiones. El gobierno argentino les aseguraba una ganancia muy importante (6), así la rentabilidad futura prometía ser mayúscula, ya que en general la Argentina anunciaba un ciclo de buenos dividendos a la salida de la crisis, como se estaba verificando con la recuperación acelerada de la economía por esos años. Los cupones atados a la marcha de la economía que se ofrecieron como incentivo a los bonistas contemplaron todos los años -hasta 2012 y con excepción de 2010- un promedio de 1.500 millones de dólares anuales, que por sí solos permitieron recuperar hasta el 50 % de la inversión inicial. Esta es una de las claves de la visión kichnerista sobre la deuda: acordar con los acreedores y los organismos financieros una forma viable en la que Argentina garantice el pago de su tributo anual al sistema.
¿Cómo fue la evolución de la deuda en esta década larga que llega a su fin?
El 23 de diciembre en medio del levantamiento popular y la crisis orgánica más fuerte que se haya desatado en Argentina, Rodríguez Saa asumió la presidencia y dio un discurso de barricada en el que anunció la suspensión de pagos de la deuda en medio de la ovación de la Asamblea Legislativa. La deuda pública ascendía entonces a U$S 132.143 millones y los títulos públicos (7) representaban el 72,2 por ciento del total. Al momento de declararse el default, algunos principales acreedores del país eran argentinos tenedores de bonos, que los habían adquirido principalmente a través de los fondos de jubilación y pensión que administraban las AFJP (como vimos, la quita incluyó un bono para ellas los cuasipar que les reconocían el 70%).
En el año 2008 Cristina estatizó las AFJP lo que revirtió en una “nacionalización” de una parte de la deuda externa, que se contabiliza dentro de la deuda “intraestado”. La segunda medida de Saa se basaba en no devaluar sino crear una moneda paralela. Con la caída de Saa (en solo una semana) el bloque devaluador encabezado por Duhalde, la UIA (e integrado por Kirchner, De la Sota, los medios etc.) impuso la brutal devaluación del 2002. La devaluación implicó un cambio de la coyuntura económica y financiera del país.
Néstor paró su política económica sobre tres situaciones que le fueron ventajosas. La devaluación con su tremenda transferencia de recursos a la burguesía y protección para los productos nacionales, cuyos costos sociales heredó Kirchner (salario real pulverizado entre otras), pero ya superado el momento más duro del costo político; el ciclo favorable de precios internacionales de bienes primarios con su doble “beneficio”: el ingreso a las arcas del Estado por impuestos a la exportación y por el atractivo a inversiones “extractivistas”; y el “default” declarado por Rodríguez Saa (8) a fines del 2001 durante la semana que ejerció la presidencia, en medio de la crisis orgánica, social, económica y política (9) más fuerte de nuestra historia, un no pago que permitió reconstruir la capacidad económica del país, al igual que a Carlos Pellegrini 120 años atrás durante la crisis del ' 90 y de la Baring Brothers (10).
La suspensión (parcial) del pago de la deuda fue aceptada como necesaria por el imperialismo (como en la época de Pellegrini), siempre que fuera para poner en orden la casa y así poder seguir pagando en poco tiempo.
Un dato interesante es que frente a la cesación de pagos la presidenta maneja un doble discurso; por un lado, ataca la medida como para despegarse frente al poder imperialista y mostrar que ella no haría jamás algo así (quizás por el marco político que le dio Rodríguez Saa: como hecho de soberanía y no de negociación económica) y por otro, aclara, entre sonrisas cómplices, que fue durante los meses que no pagamos la deuda cuando el país volvió a crecer.
La deuda (según como se calcule) equivalía a mas del 160% del PBI en el 2002. El canje fue aceptado por el 76 % de los bonistas en el 2005 y por el 93% en el 2010, quedando fuera y litigando en tribunales extranjeros el 7% restante, los llamados Buitres. El camino elegido por Néstor dejó de lado otras posibilidades, como avanzar con la investigación sobre la legitimidad de parte de ella (notoriamente ilegal). También aceptó que los nuevos acuerdos de pago y de vinculaciones con el mundo de las finanzas reconocieran desde el Estado la validez del CIADI (11), de tribunales extranjeros “poco amigables” (mejor digamos imperialistas, que es más correcto) y demás vinculaciones al sistema.
Sin embargo, el gobierno resolvió distanciarse de los monitoreos de nuestro planes económicos por parte del FMI pagando en bloque 10.000 M U$S (sin desafiliarse). Esto permitió llevar adelante medidas económicas con autonomía sin confrontar ni iniciar un proceso de desglobalización. Tampoco avanzó en el impulso de mecanismos financieros internacionales con países amigos, o alternativos a los occidentales (a pesar de que aumentó notoriamente nuestra vinculación comercial con China y que el marco geopolítico regional e internacional era favorable). El gobierno eligió el camino de sugerir en diferentes foros la “reforma” del sistema vigente sin avanzar efectivamente en otras alternativas.
En el 2002, según datos del INDEC, el PBI tocó un piso de 230.000 M U$S. Con las “situaciones” nuevas como base: default, ascenso de los precios de los bienes primarios exportables y devaluación. Ya en el 2003 (año de la asunción de Néstor a la presidencia) la tendencia de aumento del PBI había comenzado y se encontraba en unos 260.000 M U$S. A principios del 2014 se encuentra en más de 510.000 M U$S (con frenazos en el 2008 y desde el 2012).
La deuda evolucionó de la siguiente forma: durante el período menemista - aliancista la deuda (total) creció en forma constante en valores absolutos y relativos (al PBI) de representar un 20% del PBI a la salida de la crisis del 1989 (12) hasta cerca de un 80% del PBI el 2000.
Con la crisis y el derrumbe del PBI la deuda sube en el 2002 a más de un 160%. Pero es de destacar que, con el paso del pico de la crisis, ya a fines del 2002 la deuda está en disminución, un 135%. La deuda pública era de 191.000 M U$S en 2004, el 95% del PBI (13). Siguiendo los números presentados por el gobierno, con la quita (14) del 75%, unos 65.000 M U$S, la deuda pública bajó a 126.000 M U$S (145.000 M U$S era la deuda total). Hoy se encuentra en unos 240.000 M U$S; de los cuales, entre el 50 y el 60% es “intraestado” (15) (Sumando todos los ítems posibles, pero no a los “buitres”, son unos 320.000 M U$S la deuda total: 65.000 M U$S de deuda privada, unos 10.000 M U$S de deudas provinciales, CIADI, Club de París, cupones PBI).
Es un dato de la realidad que, durante la gestión K, la relación deuda PBI caerá en forma constante hasta rondar en el 2011 la deuda total en el 40% y la pública el 20%. Lo que parece cambiar con una tendencia a aumentar en este último año a partir de la “nueva política económica” de retorno a los mercados hasta el 46% actual. También debemos destacar que Argentina es el país de la región que mayor caída tuvo de la relación PBI deuda (ver Gráfico 1).
Gráfico 1
Evolución de la Deuda externa en % del PBI (lo de Estado de Bienestar es una audacia de la fuente) Ya que las variables a ser tenidas en cuenta para categorizar a un “Estado de Bienestar” no son centralmente la relación Deuda / PBI, sino grado de participación de la clase obrera en el ingreso nacional, grado de beneficios indirectos, grado de sindicalización, homogeneidad del proletariado y de los beneficios sociales de las clases asalariadas, pleno empleo, etc., variables que no analizamos en este trabajo.
Aunque debemos destacar que si eliminamos el pico de la crisis del 2001 / 2 esa caída es menor que la difundida, aunque sigue siendo la mayor de la región. Es necesario mencionar que ningún otro país de la región sufrió una situación como la del 2001 / 2, todos tuvieron sus crisis pero ninguno un derrumbe catastrófico que haya afectado los guarismos económicos de la misma forma (16). Lo cual habla de la tremenda perversidad del modelo argentino de neoliberalismo. O sea que en los términos elegidos por el gobierno y valorados por las mediciones de los mercados la política K fue exitosa.
Aunque el “fallo Griesa” coloca en un aprieto esta estrategia, aparece como un apriete: o cesión total a las presiones y con esta cesión, lograr la ansiada “vuelta a los mercados” que nos suministren los fetiches dólar vs. alternativas de financiamiento con recursos propios o mercados alternativos (descartamos una política de liberación nacional que no se encuentra en la mente del gobierno).
Son de destacar tres cosas. Una, que es importante comparar la evolución de la deuda no con respecto a momentos excepcionales como el ' 89 o el 2002, sino frente a momentos típicos y que permiten ver tendencias; dos, que el volumen de la deuda nunca dejó de aumentar (salvo el año de la quita) (Ver Gráfico 2). Y tres que si bien es cierto que la relación deuda-PBI es más importante que el volumen, es tan importante como la capacidad de pago del país respecto de los vencimientos y demás temas relativos al drenaje de divisas al exterior que hacen a la balanza financiera del país y con ella a la balanza total.
Gráfico 2
Evolución de la deuda total desde 1976 hasta 2014
(tomando como referencia inicio y fin del mandato)
Durante la década del noventa la balanza comercial fue deficitaria en un promedio anual de U$S 8.400 millones en dicho período. La evolución del saldo favorable del comercio internacional se debió a varios temas; entre ellos, los precios de los productos exportables y las medidas de base presentadas más arriba que permitieron durante la década K un promedio anual de la balanza comercial favorable de unos U$S 14.000 millones, lo cual expresado en términos del tamaño de la economía argentina significó pasar de un déficit promedio anual de 1,6% del PIB en el trienio 1998 - 2000 a un superávit de 4,6% del PIB en 2008 - 2010. Aunque en % del PBI el superávit comercial viene cayendo desde un 16% a un 4% es bueno destacarlo. También, hasta el 2009 aproximadamente, la actividad industrial creció en mayor medida que la actividad relacionada con el sector primario (aunque en “sector industrial” se incluyen minería y otros productos muy poco elaborados destinados a la exportación) (Ver Gráfico 3).
Gráfico 3
Evolución del comercio exterior argentino en las últimas tres décadas
En importaciones, las de bienes intermedios (o sea insumos semielaborados para la industria) son el rubro mas destacado. Su participación es mayor al 50 % del total y es mucho mayor porcentualmente que en otras etapas de nuestra historia donde primó el modelo de sustitución de importaciones. Y el segundo rubro son los bienes de capital. Ambos rubros hablan de la debilidad del modelo industrial K, que continúa extranjerizado y nada eslabonado, con lo que su sostenimiento implica un drenaje de divisas permanente, muy superior a otra épocas y señalando su carácter estructuralmente dependiente (17). Pero esta crítica es arena de otro costal (aunque es parte de las causas de la crisis general del modelo desde nuestra perspectiva que no escinde el tema macroeconómico del tipo de economía que se pretende desarrollar). Lo cierto es que durante una gran parte del periodo kirchnerista la balanza de pagos (18) fue excedentaria, sostenida en gran parte por el alza de los precios de nuestros bienes exportables (saldo positivo de la balanza comercial) y eso permitió encarar las políticas de gastos y de “desendeudamiento” del gobierno. Desendeudamiento que implicó compromisos de entre 5 y 10.000 M U$S anuales.
Sin embargo la balanza de pagos (resultante entre la balanza comercial y la balanza financiera) en general tuvo una evolución diferente (preocupante desde el 2009). Para el 2012, el déficit de la balanza de pago superó los 4.000 M U$S; para el 2013, superó los 7.000 M U$S (19) (ver Gráfico 4).
Gráfico 4
Cuenta Corriente
Esto no se relaciona solo con el tema de la deuda sino con otros desequilibrios no previstos (aunque previsibles) como el tema energético, el aumento de las importaciones debido al poco integrado desarrollo industrial. Los déficits de los sectores electrónico (4.000 U$S), automotriz (7.000 M U$S), etc.), entre otras ramas (20).
Otro hecho destacado del modelo K es que, desde el default, Argentina no recibió financiamiento externo digno de ser mencionado con preocupación. Lo cual marca una ruptura con el pasado desde la dictadura (quizás la principal ruptura). Además, como bien señala Cristina, fueron los años de cesación de pagos los que permitieron la rápida recuperación de nuestra economía (al menos en números macroeconómicos). Muchos critican desde “la derecha” este hecho que implicaría haber desaprovechado financiamientos internacionales a tasas bajas. Pero eso parece más bien un artilugio destinado a propagandizar el modelo de integración pleno al mercado financiero mostrando los beneficios que trajo a países como Chile. Modelo que claramente nosotros consideramos nefasto.
Desde el comienzo de la recuperación se pagó con recursos genuinos del país entre 6 y 10.000 M U$S anuales. Para ser claros el aumento del pago de intereses desde el 2011 viene en esta progresión (no sé el capital sino solo parte de los intereses): 8.800 ó 9.400 M U$S en 2011; 10.200 M U$S, en 2012; 10.800 M U$S, en 2013 y 12.200 M U$S, en 2014 (21). En este sentido la medida mas destacada, que tuvo enorme impacto político, fue el pago por adelantado al FMI de 9.810 M U$S en diciembre del 2005 (22), poco después de haber acordado la primer quita a otra porción de acreedores y que representaba el 9% del total de la deuda pública en ese momento. El pago permitió al gobierno llevar adelante programas económicos sin recibir monitoreos ni tener que rendir cuentas al Fondo. Brasil había anunciado la misma medida solo unos días antes con el mismo objetivo abonando de un solo pago 15.500 M U$S. Recordemos que la deuda con el Fondo es la relacionada con los créditos que éste realiza para “ayudar” a países en problemas (los famosos Stand By) y están condicionados a su utilización en los temas que se acuerdan con el organismo. Néstor lo presentó con enorme publicidad y muchos creyeron que se había pagado la deuda, desde ese momento, es cierto, el tema deuda desapareció de entre las preocupaciones cotidianas de los argentinos. Algunos detalles que pasaron desapercibidos, es que el Fondo recibió el total de la deuda sin quita ni investigación.
Según la presidenta, los pagos de deuda totalizan unos 130.000 M U$S (otros datos dan 170.000 M U$S). Contradictoriamente, en los últimos 4 años la deuda aumentó casi 60.000 M U$S a pesar de haber pagado más de 40.000 M U$S (esta es la clave del “sistema de la deuda”), A lo que hay que sumarle unos 80.000 M U$S de “salidas” de capitales. Además el gobierno estima en 205.000 M U$S los capitales argentinos en el exterior (las estimaciones más pesimistas hablan de 440.000 M U$S). Las cifras son aproximadas y sin dudas sujetas a discusión, pero aún las estimaciones más conservadoras muestran capitales que equivalen a una Argentina completa construida de nuevo, salidos del país durante este periodo. Todos recursos genuinos producto del trabajo argentino de los últimos 12 años.
Un elemento más de la política kirchnerista de desendeudamiento que el gobierno destaca es que existe un alto porcentaje de la misma que es “intraestado” (23). O sea que el Estado se debe a si mismo principalmente al ANSES y al Banco Central. La evolución es clara y demuestra una estrategia del gobierno: la deuda a organismos públicos pasó del 21,8 % en 2008 al 46,8%, en 2010 y en el 2011 al 53,8%. En el 2012 era de 58% y en el 2013, 59%. La tendencia es notoria desde el 2008 cuando estalló la crisis mundial y continúa con el actual cuello de botella económico local. Es evidente que el gobierno no recurrió a préstamos del exterior (en grado destacable) y que tomó recursos propios para financiar la economía. Ello fue posible a partir de dos medidas fundamentales: la reforma de la carta orgánica del Banco Central y la nacionalización de las AFJP. Ambas medidas recuperaron para el Estado el manejo de dos instrumentos centrales de política económica y social, pero también fuentes de recursos importantísimas.
Esta política tiene dos caras. La deuda intraestado es un mecanismo que permite obtener recursos genuinos en forma inmediata a muy bajo costo económico y ninguna dependencia externa. Sin embargo los recursos no surgen por alquimia, son emisiones de pesos, bonos, fondos del Anses, Banco Central o Banco Nación cuya reposición es necesaria en algún momento. El no hacerlo colocaría en quiebra al sistema jubilatorio o a los bancos o se saldaría con inflación y/o ajuste. El tema esta en que ese financiamiento sea utilizado en inversiones que multiplique la riqueza. Este fue el pilar de la economía de la deuda K en los últimos años.
Balance y perspectivas
“El kirchnerismo será reconocido por haber resuelto el problema de la deuda externa”, sentenciaban los escribas kirchneristas en sus diarios y en la TV generando una sensación en las masas de que “ya no había deuda externa”. Ese relato sirvió para hacer política y generar el consenso K que tanto peso tuvo en los sectores progresistas y populares en estos 10 años. Sin embargo cuanto más grande e innecesaria es la mentira más fuerte puede ser el golpe al despertar.
¿Pero fue “todo negativo”? Frente al relato de la nueva independencia, sin dudas, decimos sí. Pero por fuera del relato podemos ver otras cosas. Es evidente, a partir de los números que se presentan más arriba, que hubo algunos cambios en el modelo K de gestión de deuda que debe ser analizado como relativamente positivo (relativamente a las gestiones de deuda anteriores desde la última dictadura): balancear rupturas y continuidades y ponerlas en contexto. La relación deuda PBI ha vuelto a ser normal, una parte sustancial de la deuda es con organismos del Estado (o sea del Estado consigo mismo) y una parte sustancialmente mayor de la deuda es en pesos.
De los datos presentados antes se puede observar un sistema que el kirchnerismo adoptó para el tratamiento del tema. Hemos elegido números de diversas fuentes (Indec, BM, FMI, Banco Central, diarios especializados, economistas críticos, CEPAL, etc.) y hemos visto que, a pesar de que esos datos difieren y las conclusiones de largo plazo que planten son diferentes, no alteran la posibilidad de hacer un balance general de la economía argentina en el tema deuda. Para los próximos al gobierno las curvas tiene picos de éxito más agudos y caídas mas atemperadas, números mas abultados, etc. y para los más críticos, eso se atenúa en sus picos y se profundiza en sus caídas, peor nunca tanta como para cambiar la tendencia general. No era nuestra intención hacer un análisis exacto de los números sino determinar tendencias, para presentar nuestras hipótesis.
Otra advertencia se relaciona con los números argentinos en el contexto regional y mundial. Los países de America Latina en general mejoraron mucho sus indicadores de PBI (per cápita), pobreza, desempleo, etc. durante la última década. Argentina se mantuvo dentro de los mejores pero no descolló, fue parte de lo normal (Ver Gráfico 5).
Gráfico 5
Comparativo de América Latina
Sin embargo, un detalle es que si comparamos en un plazo mas largo previo a la crisis del 2001 o mejor, previo al menemismo, la situación argentina actual no es destacadamente mejor y quedaría muy por debajo de las pendientes alcistas de las curvas de los demás países. Cualquiera que mire una estadística completa de indicadores macroeconómicos va a ver un deterioro de los mismos acelerado en el lapso 1995 - 2002; y un deterioro también notorio de los indicadores sociales en el periodo 1990 - 2002 (según datos del BM y de la CEPAL).
Por último, creemos importante destacar que a veces estos indicadores macroeconómicos deben ser analizados y no vistos superficialmente, ya que los números que muestran pueden ser engañosos o deben ser interpretados de acuerdo a intereses de clase o nacionales. Nos preguntamos: ¿debemos medir el PBI o el PBN (Producto Bruto Nacional)? O sea excluyendo lo que generan dentro del país los capitales extranjeros que lo capitalizan fuera. Algunos pueden responder que esto se hace difícil por el grado de transnacionalización de las economías. Sin dudas es así. Pero también debe ser un dato a pensar cuanto vale un enorme PBI generado por una economía cuyo grado de extranjerización es extremo. Según el INDEC, ese rasgo estructural de la economía argentina llega al punto que de las 500 compañías que más facturan en el país, 324 son extranjeras. Situación que el kirchnerismo no alteró a pesar de las nacionalizaciones conocidas.
Por otra parte también nos debemos preguntar por la composición del PBI, ya que si un cartonero, un vendedor callejero, un trapito o un limpiavidrios facturan (o es incorporado a alguna formalización o blanqueo) aporta al PBI. Y conocemos, en Latinoamérica especialmente, economías cuya composición de empleo informal es enorme y tiene un gran PBI. Básicamente, no es lo mismo una fábrica metalúrgica por más pequeña que sea que el equivalente estadístico de lavacoches. No es lo mismo una economía primarizada que una industrial, etc. Aunque el kirchnerismo puede exhibir el mérito de ser el único país latinoamericano que no se re-primarizó (en términos relativos) en la región, a pesar de ser un modelo en que el “motor principal” es, sin dudas, primario exportador y apuesta a seguir así. Cada uno de estos temas debería ser iniciador de otro artículo.
El hecho de que una parte importante de la deuda sea en pesos y una porción sustancial con organismos del Estado da la sensación de hacerla también más manejable. Es cierto, si el Estado se debe a sí mismo se financia con su propio crecimiento en el largo plazo: si le sacó al ANSES 10.000 M $ debo generar esos 10.000 M $ de crecimiento económico real, un crecimiento que genere más riqueza colectiva. Una posibilidad aceptable, si usó bien los recursos y que el Estado puede manejar con más flexibilidad y libertad. Pero si no, si las inversiones que realizó con esos 10.000 M $ no generan riqueza, producirá presiones inflacionarias, déficits y cargo sobre la población mediante un ajuste, al menos en el área a la que le saque el dinero.
Si aceptamos las reglas que nos impone de la estructura socioeconómica, los números kichneristas son exitosos. Los kirchneristas aducen que una política más audaz implicaría un mayor grado de enfrentamiento al poder internacional y que nunca estuvieron dadas las correlaciones de fuerzas necesarias para ello. El campo de la derecha está dividido, a pesar que el relato lo muestra homogéneo. Una parte aparece denunciando al gobierno por haber desarrollado esta política con desvinculación de los mercados y haber desaprovechado financiamiento barato y por ello derrochado recursos y engrosado peligrosamente el gasto público. Pero una parte sustancial de la derecha ve con buenos ojos en general la gestión K en tema deuda. Tal es así que algunos de los más conspicuos economistas de la misma afirman que el equilibrio entre PBI y deuda logrado por el kirchnerismo es, sin dudas, un piso auspicioso para volver a endeudarnos, y por eso apoyaban explícitamente la “nueva política económica” kirchnerista que Griesa parece haber hecho fracasar.
La nueva situación que se desarrolla con sorpresa de propios y extraños con el fallo de Griesa abre la posibilidad de un nuevo canal de sangría. Pero es absolutamente necesario destacar que la actual discusión se encuentra dentro de la lógica general con la que el gobierno kichnerista abordó el problema de la deuda desde un comienzo. Esto es así ya que, como subraya la presidente en los más diversos foros, nuestro país es “pagador serial” y esa virtud ha sido llevada a un límite por el gobierno. Ya que, suponen los funcionarios, que hemos reconstruido nuestra economía de tal forma que se encuentra aún más integrada al mundo y produce excedentes suficientes para satisfacer una cantidad superlativa de pagos al exterior sin que eso implicara un colapso que volviera a poner en peligro a los acreedores.
El problema del gobierno con el tema de la deuda está en que no ve otro horizonte que los "mercados internacionales" y el "sistema mundial". Los discursos de la presidenta insisten en la necesidad de mercados "más justos" con mejores organizaciones y disposiciones que los "controlen". O sea el gobierno maneja la idea de que existe una identidad de intereses entre nuestro país y sus acreedores internacionales, basada en la necesidad de estos últimos de recibir su tributo anual en una medida razonable. Eso se deviene de una idea que también el gobierno sostiene en forma permanente: que se debe pasar del “anarco capitalismo” (sería el neoliberalismo de los ' 90 suponemos, modelo que seguiría vigente en los países centrales) hacia un “capitalismo serio” donde existiera una razonabilidad en lo que hace al comercio internacional, la competencia y el funcionamiento financiero global. La presidente insiste en esto, en la necesidad de una mayor y mejor organización del mundo globalizado. O sea, cree que existe un “imperialismo bueno” o no comprende la naturaleza del imperialismo, ni siquiera la del capitalismo, y menos aun del mundo financiero.
Si bien esa necesidad de cobrar existe y es una posible carta a jugar en ciertas situaciones de negociación, el límite de lo que significa pagar para el mundo de las finanzas no se ajusta a las posibilidades de un pueblo que necesita sus riquezas para su propio desarrollo. En las concepciones económicas de los acreedores internacionales, de la burguesía trasnacional y en la ideología de las potencias imperiales, el esfuerzo que deberemos hacer es siempre mayor. Además el kirchnerismo parece haber comprendido a fondo el “sistema de la deuda” cuya situación de equilibrio ideal no se basa en que los países paguen sino en que se endeuden y se globalicen.
El sistema es por naturaleza "malo", o más bien competitivo; el capital tiene hambre voraz de ganancias, cuanto más fáciles mejor, y si éstas son grandes no se detiene ni ante un genocidio. La naturaleza del capital es la competencia, la apropiación de recursos al más bajo precio, la explotación de la mano de obra lo más rentablemente posible, etc. El capital es como un animal salvaje: no puede ser domado. Sólo el Estado puede eliminar al capital de importantes sectores de la economía, construir murallas y puertas, que impidan su voracidad.
Por eso con la estrategia kirchnerista vamos a perder. Porque sólo se tiene la oportunidad de ganar cuando los generales a la cabeza de sus ejércitos tienen la capacidad de ver con realismo el escenario táctico y estratégico del combate. Y nuestros “generales” no construyen las herramientas necesarias para la batalla. No lo hicieron estos 12 años cuando fue posible nacionalizar la banca, el comercio exterior, regular la producción e inversión de capital para hacerla efectiva en la creación de un proceso industrial integrado. No construyeron las distancias necesarias de los organizamos financieros, no construyeron nuevos escenarios financieros internacionales capaces de ser nuestro respaldo, etc. Y eso lo pagaremos hoy.
Con la estrategia actual oculta también que la deuda es falsa e ilegítima, ya que su monto es, en gran parte, producto de refinanciamientos impagables de refinanciamientos anteriores también impagables. En muchos casos fueron transas fraudulentas tal como se demostró en la causa Olmos, cuya sentencia favorable fue dictada por un tribunal argentino del Juez Ballesteros. Allí se demostró que existían vicios de origen que ameritaban una auditoria antes de seguir pagando. Pero ningún sector político nacional se preocupó en hacer cumplir los dictados de la justicia, a diferencia de lo que hacen hoy con Griesa. Eso introduce un nuevo y superior elemento de análisis. No existe tal fallo judicial inapelable de un ignoto juez de Nueva York que ha puesto de rodillas a nuestro gobierno. Lo que se muestra a través del fallo Griesa es que la voluntad de presión de un pequeño grupo de especuladores financieros pretende ser más fuerte que la de nuestro Estado.
Las medidas tomadas durante este año tales como el pago al CIADI de 500 M U$S (donde Argentina tiene acumuladas demandas por 20.000 M U$S que, sin dudas, se refinanciaran en el tiempo con nueva deuda), el acuerdo con el Club de Paris por cifras que, en su conjunto, son superiores a la deuda que se anunciaba y el pago a Repsol de cifras superiores a lo razonable fueron todos pasos necesarios dados para volver a los mercados. El kirchnerismo arrió una de sus últimas banderas: la del “desendeudamiento”, la independencia del FMI. Pero estas medidas fueron vistas como una señal de debilidad más que como un gesto de “buena voluntad”. Confiar en el imperialismo es un error.
El gobierno busca encolumnar a todos tras la patriótica política de “vencer” a Griesa y nos permitan pagar a los acreedores que entraron al canje para que no caigamos en el “temido” default, que dejaría a todos sin cobrar nuevamente. Esa es su opción de máxima. Si lo logra, un nuevo hecho patriótico será anunciado: el acuerdo con los “buitres” que aceptarán bonos por una cifra muy superior a lo que reclaman. Dirán que vencimos a Griesa al haber pagado a los acreedores que entraron en el canje y haber acordado tomar nueva deuda para pagar a los “buitres”, sin caer en el default. En caso contrario, se seguirán buscando mecanismos para cumplir con los compromisos pactados hasta el momento.
Paradójicamente el “éxito” (acordar con los buitres pactando un arreglo intermedio) nos permitiría volver a los mercados. Para nuestra perspectiva sería la peor opción. La deuda pública aumentaría de inmediato si se repite la emisión de bonos consumada para acordar con REPSOL. Lo mismo ocurrirá si se abonan las comisiones y punitorios que obtuvo el Club de París. Pero lo más grave viene después, ya que los 1300 - 1500 millones de dólares que se llevarían los primeros buitres constituirán el anticipo de los 12.000 - 15000 millones, que exigirá la segunda oleada de bonistas en litigio.
Según lo pactado hasta hoy, los vencimientos de la deuda pública en el 2015 se elevarán hasta 13.800 M U$S y se mantendrán en torno a esa cifra o un poco más en los siguientes años hasta el 2018 en el mejor de los casos, si no se producen nuevos acuerdos como los del Club de París, se siguen pagando nuevos juicios al CIADI o nuevos bonistas realizan nuevos juicios (24). A partir de ese año los vencimientos caían mucho. Esa era la opción que manejaba el gobierno, si se observaban los vencimientos, antes de los últimos acuerdos se observaba un incremento notorio de los mismos hasta el 2018 (allí ya empezaba a caer) y posteriormente parecían extinguirse. Con esta argumentación los economistas K (y la mayoría de los opositores) consideraban que el endeudamiento era una opción posible, sustentable y hasta necesaria.
Los nuevos acuerdos, emisiones de bonos y refinanciaciones ya habían hecho crecer los vencimientos en una cifra cercana a los 75.000 M U$S hasta el 2020 que se pensaban “pilotear” con acuerdos de regreso a los mercados. Ahora bien, la nueva situación altera ese panorama ya que implica una vuelta acelerada y masiva al endeudamiento (25).
Contra estas opciones “catastróficas” es que lucha el gobierno, intentando llegar a un acuerdo de endeudamiento “razonable”. Pero como vemos, solo los nuevos vencimientos programados son una tremenda carga para una economía en crisis, o sea sin dudas deberán ser nuevamente refinanciados reinsertándonos a pleno en el supuestamente superado sistema de la deuda.
Epílogo
La construcción de la épica kirchnerista ha sido un punto clave del modelo de acumulación política K. Lo que llaman “el relato”. El relato tiene en algunos casos elementos de verdad, más o menos. Pero tiene un pivote sobre el cual se apoya toda su posibilidad de ser aceptado: la existencia de una abrumadora presencia de políticos, economistas, periodistas, divulgadores diversos que se ubican en posiciónes más reaccionarias que la política oficial. El gobierno dedica un gran esfuerzo a eliminar sus oposiciones por “izquierda”. Por ello la actual épica de defensa de la patria contra los buitres es posible. La oposición se muestra pidiendo ceder más, y más rápido. La polarización existe, y aunque sea de matices, cuando aceptamos las reglas esos “matices” no son menores: la “derecha” quiere pagar todo a cualquier precio, los “progresistas” quieren negociar algo. Entonces la política que describimos es fuertemente propagandizada para el consumo interno como “patriótica”.
El kirchnerismo expresa una idea particular respecto del peronismo, más bien una crítica particular al mismo. Desde el comienzo de su mandato, Cristina (con un énfasis que no se vio en Néstor) señaló que el rol del movimiento obrero organizado debía ser limitado. Señaló en una de sus alocuciones ante las cámaras del Congreso que “los sindicalistas no habían entendido en otras épocas la necesidad de limitar sus reivindicaciones y que eso era parte de la responsabilidad de los fracasos del pasado”. Esta crítica es, en realidad, un replanteo de la visión tradicional del peronismo respecto al rol del movimiento obrero en el Estado. Es un crítica que se entronca plenamente con la crítica tradicional, elaborada por el antiperonismo liberal, aunque más moderadas. Pero la cuestión es que precisamente era la organización obrera la base de poder del peronismo, como una idea fuerza de Perón en su convicción de buscar un equilibrio entre capital y trabajo.
Aquí entra el segundo tema. Cualquier política que se plantee un nivel de independencia respecto de los grupos dominantes a nivel nacional o internacional, o un cambio que implique choques con fracciones de las clases dominantes debe ser la expresión de una alianza social que exprese un poder capaz de sostenerla.
Se perdieron 10 años óptimos para acumular poder en ese sentido. Aún manteniéndonos dentro de una lógica reformista, sin perspectivas de cambio radical, algunos cambios claves no fueron realizados a tiempo o directamente desechadas cuando aparecieron como propuestas. Avanzar sobre la hegemonía del sistema financiero, nacionalizando la banca, o los depósitos, o creando una nueva ley de entidades financieras que controle ese sector del capital; controlar el comercio exterior, con un “IAPI del siglo XXI”; “desglobalizar” la economía, saliendo de los organismos que nos atan al imperialismo en sus formas mas evidentes como el CIADI o los tribunales internacionales; crear una economía más integrada nacionalmente, más industrializada y eslabonada, y aprovechar los nuevos escenarios mundiales con una óptica nacional de largo plazo y no sólo como negocios inmediatos, de hecho, Argentina hoy esta más vinculada económicamente a China y Brasil que a cualquier país de Occidente tradicional. Apostar a la creación de nuevos organismos económicos internacionales de reemplazo que nos articulen en forma mas democrática con nuestros posibles aliados regionales y mundiales, etc.
El fallo de Griesa dio un golpe a la estrategia de re-endeudamiento. El gobierno se plantea ahora como resistiendo una agresión imperialista e insiste en que podemos vivir con lo nuestro sin recurrir a los mercados financieros como lo hemos hecho hasta ahora. Es cierto, pero a esta altura de la situación requiere un paquete de medidas audaces que dudamos que se tomen. Sabemos que en realidad se quiere volver a la estrategia anterior.
Las últimas indicaciones hablan de que se avanzará en la judicialización del tema Griesa en la ONU y en La Haya. Nos parece extraño que eso tenga algún resultado positivo. Esos tribunales son solo foros imperialistas; por ejemplo, recientemente La Haya pretende obligar a Rusia a abonar 50.000 M U$S por la expropiación de una petrolera, en un fallo claramente político en medio de la lucha de Occidente por apropiarse de Ucrania y la resistencia rusa. La respuesta rusa corrió por otras vías; una de ellas, su interés por más asociación con América Latina. La estrategia de nuestro gobierno puede ser correcta si es para patear la cosa para adelante lo más posible, mientras se replantea una reorientación estratégica geopolítica. Pero si lo anunciado por nuestros funcionarios acerca de buscar litigar para democratizar el mundo financiero a partir de nuestra causa, son unos idiotas.
En realidad, la alternativa para nuestro país es un programa nacional de largo plazo que se sustente en las clases populares y que retome las ideas de liberación nacional. Un programa de reformas que, ante cualquier traba, aborde nuevas reformas y no concesiones, hasta llegar a la transformación profunda de las estructuras que nuestro país y América Latina necesitan.
NOTAS
(1) A lo largo de este artículo se repiten términos de la jerga económica cuya claridad entre los legos no es mucha. Por eso presentamos en esta cita algunas “traducciones” simplificadas. Otras las iremos aclarando en citas a medida que aparezcan. “Quita”: termino que significa que sobre el valor de mercado de los bonos de la deuda argentina en default tal como cotizaban en ese momento se ofrecería unos nuevos bonos a menor valor. “Default” es un termino técnico en ingles que significa que se suspende el pago de la deuda. “Canje”: es cambiar un instrumento financiero por otro; por ejemplo: acciones, bonos, cupones, (son papeles que representan un determinado valor, con un tipo de ajuste se su rendimiento de intereses) por otros bonos cupones, nuevos de diferente valor nominal con un diferente tipo de cotización y obtención de intereses.
(2) Desde el primer empréstito internacional de Rivadavia en la década de 1820, nuestro país pasó por diferentes procesos de endeudamiento. El primero es el que mencionamos de Rivadavia con la Baring Brothers. Posteriormente un nuevo proceso se da en el post rosismo, que estalla en la década de 1890. Bajo el gobierno peronista de los cuarenta la deuda prácticamente desaparece. El proceso de endeudamiento recomienza hacia el final del gobierno de Perón (suavemente) se profundiza, con el FMI en el periodo de Frondizi. Pero solo con la última dictadura comienza el actual ciclo de endeudamiento con sus fatales consecuencias. Este nuevo ciclo pega un salto cualitativo bajo el régimen menemista con el “megacanje” de 1994.
(3) El presupuesto 2004 había asignado 14.000 M $ para compensar a los bancos, cuando aun esas entidades estaban “blindadas” literalmente ante el temor de ser asaltadas por depositantes estafados; y con una amplia conciencia en la población de que eran responsables de la catástrofe.
(4) Fue el Megacanje del ' 94 el que instauró el sistema. Y se realizó forzando la legislación vigente la cual preveía que “El Poder Ejecutivo queda asimismo facultado para prestar la garantía de la Nación, (…) para someter eventuales controversias con personas extranjeras a jueces de otras jurisdicciones, tribunales arbitrales con dirimente imparcialmente designado o a la Corte Internacional de Justicia de La Haya”. Sin embargo, desde Menem se sostiene que: “Autorízase la inclusión, en las condiciones de emisión de los Bonos emitidos, de cláusulas que establezcan la prórroga de jurisdicción en favor de los tribunales ubicados en la ciudad de Nueva York (…) y la renuncia a oponer la defensa de inmunidad soberana ...” artículo 4º, Decreto Nº 1161/94 del 15 de julio de 1994 firmado por Carlos Menem y Domingo Cavallo.
(5) La deuda que se dejó de pagar (eso significa “entró en default”) y renegoció Néstor era solo una parte del total. La deuda tiene varios componentes y diferentes acreedores. Uno de ellos eran papeles (títulos) que cotizaban en bolsa producto de procesos de renegociación anteriores como el “megacanje” de 1994. Ese porcentaje era administrado por diversos fondos de inversión que operaban con los bonos de una cantidad de accionistas individuales (personas o empresas) para hacerles ganar dinero mediante el juego especulativo.
Más allá de que en el sistema de la bolsa sean todos “buitres” se utiliza ese termino para designar a los fondos de inversión que aprovechan situaciones de crisis de países para comprar sus activos devaluados en el mercado y después sacar enorme rentabilidad en poco tiempo cuando esos países se estabilizan. ¿Cómo operan estos capitales especulativos en la era del neoliberalismo? (y como siguen haciéndolo en la actualidad): La apuesta es a nichos de valorización financiera rápidos, las llamadas “burbujas” que después de unos años estallan. Una movida de este tipo, muy significativa para nuestra economía, se produce después de la crisis del 2007 que es el inicio de la mayor crisis financiera mundial que comenzó con el estallido de la burbuja inmobiliaria en los EE. UU. (crisis de la hipotecas). A partir de ella, hay una búsqueda de nuevos vehículos financieros que permitan ganancias rápidas y seguras. A partir de la crisis de las hipotecas, fuertes flujos de dinero que escapaban de las economías centrales y encontraron en los mercados de las commodities; en particular, de la soja, un buen refugio. A partir de allí se inflan estos mercados con fuerte impacto en las economías emergentes. Cabe mencionar como muestra, el hecho que la tonelada de soja a fines de 2007 rondaba los U$S 300, mientras que seis meses después superaba los U$S 600 la tonelada. De allí el intento de apropiarse de esa renta por parte del Estado con las retenciones.
(6) Los bonos emitidos para el canje ajustaban su rentabilidad anual mediante un interés medido de diversas formas: CER, daban intereses de acuerdo a la inflación (de allí una de las razones aducidas para manipular el INDEC). PBI: daba interés de acuerdo al crecimiento del PBI, etc. El primer canje estuvo compuesto por un menú de títulos: bonos Discount (o Descuento), Par, Cuasipar y cupones de PIB, todos se emitieron bajo legislación local y de Nueva York, en pesos, dólares, euros y yenes, dependiendo del origen del tenedor. Los bonos Par se entregaron sin quita -por cada cien dólares de deuda a reestructurar se entregaron cien de bonos Par- y vencimiento en 2038. En el caso de las emisiones en pesos, se ajustaban por CER. El Descuento se entregó con una quita de 66,3 % y vencen en 2033. Finalmente, los Cuasi Par (emisión exclusiva para las ex AFJP) reconoció el 69,9 % y vence en 2045. Los cupones (no son bonos: de renta fija; ni acciones: de renta variable) pagan siempre que el crecimiento supere un umbral previsto en el papel (un promedio de 3,3 %). Hasta el momento pagó 398 millones de dólares en 2006, 815 millones (2007), 1329 millones (2008), 1407 millones (2009), 2482 millones (2010) y 3275 millones (2012). Estos papeles ya pagaron 50 % de la renta acordada como máxima.
(7) Los Títulos Públicos son papeles (bonos, cupones, etc) de deuda que emite el Estado Nacional, las Provincias o los Municipios. Como cualquier título de deuda, el emisor (en este caso el Estado) se obliga al pago del capital invertido más una ganancia (representada generalmente por intereses). En otras palabras, quien adquiere un título público, ya sea nacional, provincial o municipal, le “presta” dinero al Estado a cambio de la devolución del mismo en un período determinado más una suma de intereses. Recordemos que las deudas del Estado con los ahorristas confiscados en el 2001 y con los jubilados se pagan con bonos de este tipo.
(8) Rodríguez Saa, gobernador de San Luis en ese momento, accedió a la presidencia nombrado por la Asamblea Legislativa después de la huida de De la Rúa y su equipo como consecuencia de la rebelión popular iniciada el 19 de diciembre. Saa solo gobernó una semana por no conseguir consenso entre los grupos dominantes en medio de una situación de crisis orgánica. Mientras que “por abajo” las masas en las calles desconocían la representatividad del conjunto de la elite política tradicional. El día de su asunción, el puntano declaró la suspensión del pago de la deuda.
(9) Crisis orgánica, concluía Gramsci, era una oportunidad de reacción o de revolución.
(10) En 1890 el excesivo endeudamiento especulativo de nuestro país, infló el sistema monetario de tal forma que al estallar la burbuja creada hizo que fuera imposible saldar los pagos de la deuda. Ese año 1890 vio una revolución (la del Parque), la caída del gobierno de Juarez Celman, que fue reemplazado por el vicepresidente Carlos Pellegrini, quien suspendió el pago de la deuda y buscó reconstruir lazos con una porte de los revolucionarios. En poco tiempo, el país volvió a ser un buen pagador.
(11) El Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI) es una institución del Banco Mundial con sede en Washington. Una de sus finalidades es dotar a la comunidad internacional con una herramienta capaz de promover y brindar “seguridad jurídica” a los flujos de inversión internacionales. Nuestro país es el que más juicios afronta en esa institución (50 juicios) que coloca en “pie de igualdad” a privados con Estados. En general, los procesos de crisis donde existe intervención estatal sobre privados transnacionales, el CIADI interviene para obligar a los Estados a garantizar la renta privada tal cual se considera “normal” en el sistema financiero Neoliberal. Recientemente nuestro país arreglo 5 casos por 500 M U$S.
(12)
Año 1990: 27,8%, Solo Deuda Externa Pública (del Estado) sobre PBI 7,7%.
Año 1991: 20,4% y 6%.
Año 1992: 27,3% y 6,6%.
Año 1993: 46,8% y 19,2%.
Año 1994: 52,5% y 20,6%.
Año 1995: 52,5% y 21,6%.
Año 1996: 56,5% y 24,2%.
Año 1997: 62,4% y 25,7%.
Año 1998: 68,5% y 27,9%.
Año 1999: 75,3% y 33,4%.
Año 2000: 77,8% y 37,7%.
Año 2001: 79% y 38,5%.
Año 2002: 164,2% y 103,3%.
Año 2003: 135,4% y 95,4%.
Año 2004: 115,9% y 81%.
Año 2005: 91,4% y 61,1%.
Año 2006: 83,7% y 55%.
Año 2007: 72,7% y 46,6%.
Año 2008: 54,6% y 31,7%.
Año 2009: 53,3% y 30,9%.
Año 2010: 48,5% y 26,2%.
Año 2011: 40,9% y 20,8%.
Año 2012: 39,1% y 19,7%.
Según datos del Wall Street Journal.
Sin embargo, los datos de la secretaria de Finanzas decían en el 2012 que la relación deuda PBI había pasado del 2011 al 2012 había crecido desde 41,8% al 44,9%. Como vemos los datos “duros” también pueden ser engañosos de acuerdo que elementos se tomen para armarlos.
(13) La deuda total llegaba al 135%.
(14) En realidad, las observaciones de los críticos agudos señalan que las cifras del canje pueden ser otras menos alentadoras:
a) El canje se hizo sobre unos 82.000 M U$S entre diversos bonos de los que se podía optar. Fueron aceptados 62.000 M U$S en el 2005.
b) Para esos 62.000 M U$S se emitieron nuevos bonos por 35.000 M U$S, esto es una quita del 43.5 % (27.000 M U$S).
c) El Ministerio de Economía (ME) dijo que el stock de deuda se había reducido con esta operación en unos 65.000 M U$S (producto de 192.000 U$S antes del canje contra 127.000 M U$S después del mismo), lo que no era cierto porque el stock pre-canje no era de 192.000 M U$S -como decía el gobierno- sino de 173.000 M U$S y porque el stock post-canje no era de 127.000 M U$S -como consignaban los datos oficiales- sino de 147.000 M U$S.
d) El Ministerio de Economía abultó el stock de la deuda pre-canje incluyendo dentro de la misma 19.000 M U$S de intereses atrasados que no correspondía computar porque el devengamiento de los intereses se interrumpe al momento del default (pero los incluyó como si la cesación de pagos no hubiera existido, lo hizo para hacer más atractivo el canje omitiendo el período de “default” en un gesto de “buena voluntad” a los acreedores). También omitió en el stock post-canje el importe de los bonistas que no entraron en la operación (los buitres), entonces de 20.000 M U$S (por ello se sancionó la “ley cerrojo” que impedía cualquier renegociación con los que no habían aceptado el canje, aunque después se dejó de lado y actualmente está otra vez “sin cerrojo” para intentar que los buitres acepten negociar.
e) Se ocultó la cuantificación de tres nuevos rubros asumidos por la administración Kirchner con las obligaciones del Megacanje de Menem - Cavallo de 1994:
1. Unos 12.000 M U$S de intereses capitalizados por anatocismo (lo que no pagás se suma automáticamente al stock de deuda) durante el decenio 2005 - 2014
2. Ajustes por inflación de la deuda en pesos (según coeficiente CER) que, para los primeros años, implicaba un aumento por indexación del orden de los 4.000 M U$S anuales.
3. El pago de cupones ligados al PBI por valor de 30.000 M U$S (que representaban el 48 % de los bonos canjeados).
(15) El BCRA tiene prestado al Tesoro casi 70.000 M $ (45.700 + 23.200 = 68.900 M $), de los que los 2/3 son en dólares. También el ANSES.
(16) Argentina es el país de América Latina en que se dio la mayor caída de la relación PBI / deuda. Del 2002 al 2012 Argentina y Chile fueron los únicos países de la región que lograron esta situación de sus mediciones macroeconómicas, pasando del 164,2% al 39,1% y del 112,8% al 91,5% respectivamente. Aunque si tomamos como referencia el 2001, las cifras para Chile serian las mismas pero para Argentina hablaríamos de un 80% al 40%. Venezuela y Brasil fueron los países que más se endeudaron, pasando del 80,6% al 115,3% y del 93,5% al 109,7% respectivamente.
(17) Durante la década del ' 90 la apertura de la economía (relación entre importaciones, exportaciones con el PBI) alcanzaba al 22% mientras que en la década kirchnerista supera el 40% lo que hace a la economía más vulnerable a las coyunturas externas. Esto se acentúa teniendo en cuanta las características señaladas sobre la composición de klas importaciones y el absoluto “deseslabonamiento” de las ramas de nuestra industria. Estamos “mucho mas integrados al mundo", y somos muchos menos autónomos económicamente.
(18) La balanza de pagos es un registro de todas las transacciones monetarias producidas entre un país y el resto del mundo en un determinado periodo. La Balanza de Pagos en la Argentina está dividida en tres grandes bloques o subbalanzas: Cuenta Corriente: balanza comercial, servicios, rentas, Cuenta de Capital: transferencias de capital y activos no financieros y Cuenta Financiera: incluye inversiones en el interior y exterior del país, préstamos y depósitos. Para ver el conjunto, además, hay que tener en cuenta la variación de las reservas.
(19) Resultados del Balance de Pagos según el INDEC hasta el tercer trimestre de 2013 fueron los siguientes: Cuenta Corriente: - U$S 2.871 millones (déficit), Cuenta Financiera: - U$S 3.077 millones (déficit) y Errores y Omisiones: - U$S 1.966 millones (déficit). Estos números negativos dieron como resultado una caída en las reservas del Banco Central de U$S 7.879 millones.
(20) Es una apuesta posible desarrollar una rama industrial y que ésta resulte deficitaria para el país en un principio. Quizás pueda ser comparativamente deficitaria en relación a otras industrias de países mas desarrollados. Pero nuestro país mantiene y aumenta los déficits con los años. Por ejemplo la vedette del modelo, las automotrices incorporan en esta década un 70 % aproximadamente de componentes importados, mientras que hace 40 años la relación era inversa.
(21) Hablamos de 42.000 M U$S en 4 años, el equivalente a 750.000 viviendas de buena calidad, cifra cercana a la solución del déficit habitacional. O se podría reconstruir completo el sistema ferroviario e instalar industrias para la producción de material desde rieles hasta locomotoras. O 18 presas hidroeléctricas como la “Néstor Kirchner”.
(22) El pago representaba menos del 9% del total de la deuda pública argentina de 126.400 M U$S y según el Presidente, el pago adelantado le permitirá al país ahorrar casi 1000 M U$S, en concepto de intereses.
(23) La evolución de la deuda que el Estado tiene con otros organismos públicos, como el Banco Central, la ANSeS y el Banco Nación, pasó del 2011 al 2012 de 94.612 M US$ (22,1% del PBI) a 114.767 M US$ (26,1% del PBI). El aumento fue impulsado principalmente por los adelantos transitorios que el Central giró al Tesoro. Esta política le permitió al Estado cambiar de acreedor: antes eran principalmente privados y ahora son organismos públicos.
(24) Durante el 2014 hay vencimientos por 12.200 M U$S. Es el 73.8 % más que lo previsto pagar en el 2013. En este año los vencimientos de Capital son 44.300 M U$S y se prevé tomar nuevas deudas por 57.000 M U$S; es decir, por 12.700 M U$s más: Toda la deuda que vence se refinancia -íntegramente- y además se toma deuda nueva. La deuda viene aumentando: 14.600 M U$S, en 2011 y 18.800 M U$S en 2012; 12.100 M U$S en el 2013 y para el 2014 está proyectado otro aumento, de 12.700 M U$S. O sea, la deuda aumentó 58.200 M U$S en 4 años.
(25) En 2015, vencen 17.400 M U$S; en 2017 y 2018, 15.400 y 12.300 M U$S respectivamente; en 2019, casi 10.000 M U$S y en 2020, crecen de nuevo a 16.300 M U$S.
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