Por Sara Rosenberg
Fue muy emocionante la conmemoración del día de La Victoria, en el 70º aniversario de la derrota del nazismo. Suelo ver poca televisión pero ayer (09/05) no pude despegarme de Telesur y de RT que retransmitían en directo esta fiesta del antiimperialismo y del internacionalismo triunfante.
Sí, fue un gran desfile militar, los cronistas hablaron de demostración de fuerza y de esplendor. Pero lo que me emocionó profundamente fue el sentido profundo de este despliegue: un ejército inmenso, popular, bien organizado para defender la PAZ en el mundo. Y volvió a mi memoria aquella estrofa del himno guerrillero que cantábamos:
“Vas haciendo la PAZ con la guerra
Con las armas de la libertad”
La prensa occidental trató de ocultar y tergiversar este significado. El diario el País, modelo de prensa neoliberal, tituló “Rusia celebra la victoria sobre los nazis con un desfile al estilo soviético” y subtituló “ La mayoría de los líderes europeos no acude al evento en señal de protesta por el conflicto de Ucrania y la anexión de Crimea”. No se puede esperar que medios que dependen de las grandes corporaciones financieras tengan un gesto de decencia o de verdad. ¿Podrían acaso atreverse a decir que USA y la UE están financiando al criminal gobierno de Ucrania, para crear alrededor de Rusia el anillo militar de la OTAN y sembrar más guerra, más saqueo?
Hay una coherencia enorme entre ocultar y negar a los más de 27 millones de héroes soviéticos que dieron la vida para detener la máquina militar del nazismo y el actual apoyo de Europa a los fascistas en Ucrania. Esa es la Europa real, la de la OTAN.
Han tratado de ocultar esta victoria en todos lo textos escolares, han ocultado siempre que fue el pueblo soviético quien plantó la bandera comunista sobre las ruinas de Reichstag y que sin duda volvería a plantarla una y mil veces. Lo demostraron con claridad los millones de personas -veteranos, nietos, hijos, familiares de esos 27 millones- que caminaron por todas las ciudades de Rusia portando las fotografías de los combatientes y de todos aquellos que lucharon en esta terrible guerra. El presidente Putin marchó llevando la fotografía de su padre, combatiente en la dura batalla y sitio de Leningrado.
La no asistencia de los mandatarios de Europa los pone en evidencia y les quita la careta de demócratas. Sabemos que no les preocupa para nada el crecimiento de los grupos nazis y neo-nazis y que, como hace setenta años, el enemigo principal siguen siendo aquellos pueblos que luchan por su soberanía y contra el imperio. Por eso no pueden ni siquiera reconocer un hecho histórico de este calibre, reconocerlo sería cambiar de política, acabar con las agresiones y las guerras de saqueo en las que Europa está comprometida. Guerra colonial, tal como la que los nazis llevaron adelante en territorio europeo y que Europa hoy continúa en Ucrania, Medio Oriente y África. Y participa, como no, en los intentos constantes de golpes “blandos” en América Latina.
¿Por qué iban a asistir a un desfile que los pone en cuestión profundamente?
Sin embargo, allí estaban todos los representantes de los países que luchan y seguirán luchando contra el imperialismo y por la paz en el mundo. Nuestra Cuba, Venezuela, China, Viet-Nam y treinta presidentes más.
Además de tantas emociones justas y profundas es interesante resaltar que antes de ayer, el día 8, el día en que se firmó la capitulación de los fascistas, el arte también recuperó su viejo sentido perdido en las fauces del mercado imperial. El arte, en nombre del que tantas tonterías se producen para llenar subsuelos de bancos imperiales y entrar en las ruedas de molino seco que valoran más la espectacularidad vacía que el importante sentido del lenguaje artístico, dio un gran salto adelante. Un grupo anónimo proyectó sobre la fachada de la Casa Blanca, el desfile de los tanques rusos. Ya que el gobierno de USA no va al desfile de la Victoria contra los nazis, el desfile viene a ellos. Eso es Memoria activa y creación.
Es un hecho asombroso en varios sentidos. El arte, la capacidad de nombrar lo que nos sucede y abrir nuevos sentidos, abandonó el negocio del espectáculo y se sumó a esta memoria internacional desde el corazón mismo del imperio. Con los medios contemporáneos dijo No al silencio, No a la tergiversación y rompió con ese condicionante propio del arte imperialista que siempre está centrado en las intimidades y/o asuntos individuales e inertes. Porque con esa proyección salieron del salón de las casas de los ricos, del sótano de los coleccionistas - blanqueadores de dinero, de las mafias corporativas que dirigen lo que han llamado “cultura”, las imágenes que devolvieron la verdad a su sitio. Y pusieron en su sitio también la función del arte y la cultura: la educación para la igualdad y la memoria de los oprimidos. Un tema que estuvo en el comienzo de la gran revolución de Octubre. Así el arco internacional se tensó y sucedió en la Plaza Roja con la memoria activa del pueblo ruso y también sobre el monumento central del gobierno de un país (USA) en el que muy poca gente sabe que los nazis fueron vencidos por el pueblo soviético y su glorioso ejército rojo. Y en este sentido, el arte sirvió nuevamente para hacer preguntas, para conocer y comprender. Muchos jóvenes han visto esas imágenes y seguramente se habrán preguntado algo más sobre la larga historia de la lucha de los oprimidos del mundo.
Dos grandes imágenes para siempre. Las fotografías de los combatientes en manos de los que continúan su lucha, y esa proyección que nos habla de que también en el corazón del imperio las cosas están cambiando y deberán cambiar rápidamente, para acabar con el crimen y la explotación de los seres humanos.
Gran fiesta de la memoria, gran fiesta del internacionalismo y de la Victoria.
Un gran triunfo de los pueblos del mundo. Gracias, hermanos de Rusia.
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