Por Gustavo Robles
Mariana es docente. Trabaja en la escuela pública. Ama su vocación. Ama a sus alumnos. Se desvive por ellos, por enseñarles. Cada cosa que aprenden enciende el brillo de sus ojos. Cada sonrisa que le regalan, es una caricia en su alma. Mariana se preocupa por sus vidas, y llora cada dolor de esos chiquilines que son, a lo largo de un año, como sus hijos.
Mariana se levanta cada mañana muy temprano y se viste de blanco. No importan el frío, la lluvia o el calor. No importan los malestares, las amarguras y sinsabores. A pesar de la falta de materiales y de las paredes derruídas. A pesar de las incomodidades y las aulas desbordadas. Mariana va.
Mariana, además de empezar su jornada muy temprano, la termina tardísimo. Mariana no sólo debe corregir las tareas de sus alumnos, sino preparar cada clase con esa responsabilidad que sólo tienen los que aman lo que hacen. Lee, investiga, elabora, pone plata de su bolsillo para hacer de cada clase un fiesta de la enseñanza.
Mariana necesita trabajar dos turnos para intentar tener una vida y un salario dignos. Mariana trabaja 8 horas en las aulas, y necesita 4 ó 5 más para corregir y preparar. Mariana trabaja cada año desde mediados de febrero hasta fin de diciembre. Mariana duerme poco, y eso afecta su salud. Mariana por eso se ofende cuando la presidenta con total descaro dice “que no trabaja” y que tiene “tres meses de vacaciones”.
Mariana hace 10 años que ejerce, pero aún cobra la mínima. Le habían prometido que a partir de abril de este año iba a cobrar $ 7.000 por turno, pero eso nunca ocurrió. De esa cifra, encima, gran parte es en negro.
Mariana, este mes, no cobró por lo que trabajó en uno de sus turnos. Mejor dicho, la administración kirchnerista de la provincia de Buenos Aires en manos del menemduhaldikirchnerista Daniel Scioli, no le pagó. Sí, ese mismo que quiere ser presidente. A pesar de su esfuerzo y su enjundia, sus patrones, sin darle explicaciones, se quedaron con parte de lo que se había ganado legítimamente.
Mariana no es la única que ha sufrido esta injusticia. Es una de lxs miles de trabajadorxs de la educación que pasan por lo mismo. Una de lxs miles que son explotados de la peor manera por los gobernantes y traicionados por las conducciones oficialistas de su gremio. Mariana se queja, y no puede creer lo que le pasa y lo que pasa. Mucho menos puede creer que pueda existir un sindicato donde la dirección celeste, encabezada por Yasky y Baradel, defienda a, y sea apéndice de su patrón, los gobiernos nacional y provincial que administran esos respectivos Estados. Eso que en definitiva es el FPV, el kirchnerismo pejotista, siempre siempre, poniéndole techo y corset a las aspiraciones de los trabajadores.
Mariana lucha. Mariana no se va a a quedar callada. Ella y todas la Marianas del país merecen ser escuchadas, acompañadas, abrazadas y sus reclamos solucionados. Porque sin Mariana y todas las Marianas, nuestros pibes y este pueblo no tienen futuro.
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