Por Ángel Guerra Cabrera
El 40 aniversario de la victoria de Vietnam sobre Estados Unidos fue celebrado como propio hace dos semanas por todas las fuerzas revolucionarias, patrióticas y progresistas del mundo entero. Me hice el propósito de escribir entonces sobre un hecho tan profundamente aleccionador para las luchas que libramos hoy, pero razones imponderables me lo impidieron y decidí hacerlo en esta entrega.
El 30 de abril de 1975 las tropas al mando del épico general Vo Guyen Giap culminaban una fulminante ofensiva iniciada a principios de marzo que puso en sus manos todo el sur de Vietnam. Ingresaron a Saigón (nombrada Ciudad Ho Chi Min 24 horas después), arrollaron lo que quedaba del desmoralizado ejército de la dictadura militar, pusieron en fuga a los remanentes de militares estadunidenses y se apoderaron de todas las posiciones estratégicas de la ciudad, incluyendo la embajada del país agresor. La fotos de un helicópteros cargando desde la azotea de esa instalación a gringos y jerarcas del régimen títere arracimados hasta en el tren de aterrizaje pasó a ser uno de los símbolos icónicos de la ignominiosa derrota yanqui.
Para entonces Ho Chi Min, el general Giap y el pueblo vietnamita tenían en su haber la humillante derrota del colonialismo francés en la batalla de Diem Bien Phu (1954) y una sucesión interminable de enormes sacrificios, duro aprendizaje y luego brillantes hazañas militares, que iniciados en 1959 condujeron a la apabullante derrota de las tropas estadunidenses y de sus títeres.
De la lucha del pueblo vietnamita contra la intervención japonesa, francesa y estadunidense se desprenden valiosas enseñanzas no solo para los pueblos que se ven forzados a tomar las armas para defender su patria, sino para todas las luchas protagonizadas por vía política contra la dominación imperialista - oligárquica, las políticas neoliberales, el saqueo de los recursos naturales, la degradación medioambiental, el entreguismo, la represión y la corrupción de las elites dominantes.
Vietnam demostró que el ser humano, animado de ideales, es capaz de los mayores sacrificios y de alcanzar lo que parece imposible. Probó que los pueblos pueden vencer fuerzas muy superiores en número y tecnología cuando actúan en defensa de una causa justa, están bien organizados, educados políticamente, unidos en un solo haz y sujetos a una disciplina consciente.
La creatividad política de la dirección vietnamita encabezada por Ho Chi Min se manifestó en la capacidad de movilizar a todo un pueblo en defensa de la patria, mediante audaces y flexibles alianzas, y ofreciendo a todos y todas, incluyendo niños y ancianos, una responsabilidad en ese cometido. Igualmente, en la sabiduría de ir de menos a más, al transformar los pelotones en compañías, éstas en batallones y luego en regimientos, divisiones y cuerpos de ejército, basándose fundamentalmente en el apoyo de la población, que aportaba nuevos reclutas, y la captura de las armas al enemigo, hasta que comenzaron a llegar las de procedencia soviética y china.
Estados Unidos se vio forzado a desplegar más de medio millón de soldados en Vietnam y todavía sus jefes pedían el envío de 200 mil más para asegurar la “victoria”. Usó también los bombardeos masivos sobre el sur y zonas densamente pobladas del norte del país, así como contra regiones de Laos y Cambodia.
Arrojó sobre un territorio de extensión semejante a la de estado de Nuevo México, más bombas que todas las empleadas por las fuerzas estadunidenses en la Segunda Guerra Mundial. Además, regó desde el aire 76 millones de litros de defoliantes, principalmente del agente naranja, fabricado por las corporaciones Monsanto y Dow Chemical que contiene una dioxina con “quizás la molécula más tóxica jamás sintetizada por el hombre”, probada causante de varios tipos de cáncer y malformaciones congénitas. Al menos dos millones de vietnamitas han sido afectados por el agente naranja sin contar con las víctimas de éste por la contaminación de la cadena biológica y los cursos de agua. Los defoliantes arrasaron millones de hectáreas, tanto de selva tropical y manglares como de cultivos y alcanzaron a 30.000 núcleos habitados.
La CIA condujo en Vietnam la operación Phoenix, que costó la vida a entre 26.000 y 41.000 supuestos colaboradores de la guerrilla del Frente de Liberación Nacional. Se calculan entre dos y seis millones los vietnamitas muertos en la contienda.
Ninguna de estas acciones genocidas pudo evitar la victoria del Vietnam heroico.
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