Sumario:
1. La Plaza es de los y las que luchan.
2. Otra vez el oportunismo macrista utiliza nuestro trabajo antirrrepresivo.
3. Moyano, el paro y la “seguridad”: el camión de la burguesía.
4. Insfrán, el alumno destacado del modelo kirchnerista
5. La misma represión. ¿La misma lucha?
1. La Plaza es de los y las que luchan.
Nos resulta realmente vergonzoso tener que aclarar ciertas cosas, cuando sabemos que nuestra militancia cotidiana es nuestra mayor herramienta y palabra testigo, pero para ser justos con la historia, creemos necesario y mejor hacerlo que no hacerlo.
En los últimos días hemos recibido comentarios, y sobre todo acusaciones, que se desprenden de los hechos ocurridos el 23 de marzo en la ciudad de La Plata, hoy de público conocimiento. Algunos de ellos, que despotricaban injustamente contra nuestra organización refiriéndose hacia nosotros / as como un reducto de irrespetuosos; incluso acusándonos -en un incomprensible uso de la generalidad- de ser “esa izquierda” que se alineó con la Unión Democrática en el ’55, y la misma que marchó con la SRA en el 2008, cuando no se nos tildó lisa y llanamente de tener inclinaciones de derecha. No vamos a caer en la innecesariedad de explicar a estos sectores cuál es nuestra línea política y cómo la desarrollamos en la realidad concreta. Cualquiera que esté francamente interesado en saberlo, no debe más que revisar nuestra construcción militante, la misma que hemos desarrollado desde hace más de veinte años, de conjunto con y al servicio de la clase trabajadora y el pueblo.
Siempre hemos reivindicado el valor simbólico y la entereza política que representó para la resistencia contra la impunidad, la lucha histórica de las Madres de Plaza de Mayo. Por sobre todas las cosas, porque, en su momento, su lucha representó el nexo coordinante entre la impunidad de ayer y la de hoy. Defendemos las convicciones con las que nació la organización y reivindicamos la lucha de grandes compañeras, como Azucena Villaflor entre muchas otras. Nuestras diferencias llegaron junto con las decisiones políticas que manifestó el sector presidido actualmente por la Sra. Hebe Pastor de Bonafini, no sólo en los dichos, sino particularmente en los hechos, cuando el abandono paulatino de la crítica y -sobre todo- de la lucha, se tradujo en la pérdida de sus valores históricos.
No nos referimos a cualquier hecho, sino a los más explícitos -y a los más dolorosos-, como fueron el trago amargo del abrazo con el genocida Milani, del caso omiso, y la cara torcida a la denuncia de todas las atrocidades que forman parte de la impunidad de hoy, al silencio frente a los desaparecidos en democracia y las víctimas del aparato represivo del Estado, la ley antiterrorista, la brutal condena a los petroleros de Las Heras, el descaro con que se ninguneó la desaparición del compañero Jorge Julio López. Son esas, y tantas otras cosas, las que marcan nuestras diferencias, y no las que se intenta meter por la ventana.
Esas diferencias son las que nos hacen movilizarnos los 24 de marzo, desde hace años, en marchas diferentes. Por eso marchamos, con los/as compañeros que luchan contra la impunidad de hoy todos los días, en la calle, codo a codo, como los compañeros de HIJOS La Plata y las organizaciones que formamos parte del Encuentro Memoria Verdad y Justicia; con las Madres que hoy siguen luchando, porque entendemos -como diría Norita Cortiñas- que "Un Milani en las Fuerzas Armadas es un retroceso, porque Néstor Kirchner hizo bajar un cuadro de un genocida por otro genocida".
Por eso luchamos, y por eso lo seguiremos haciendo. La Plaza va a seguir siendo, de los y las que luchan.
2. Otra vez el oportunismo macrista utiliza nuestro trabajo antirrrepresivo.
En medio de la discusión mediática entre el gobierno nacional y el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sobre el uso de pistolas Táser X26 para la Policía Metropolitana, el vicepresidente de la Legislatura y precandidato a jefe de Gobierno porteño, Cristian Ritondo, respondió a las acusaciones oficialistas de que el gobierno de Macri es represor, usando como buen oportunista los datos del Archivo de CORREPI: “El Gobierno Nacional de los Kirchnner es el más represor desde 1983 hasta la fecha, así lo demuestra una investigación realizada por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPIi)", dijo. “Desde la asunción presidencial de Néstor Kirchner en 2003, los asesinatos por gatillo fácil, torturas en cárceles y comisarías, así como por represiones en manifestaciones políticas, crecieron un 141 por ciento en comparación con la línea de tiempo que va desde la gestión de Raúl Alfonsín en 1983 hasta la de Eduardo Duhalde en 2002".
En ningún momento, ni el Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández del Frente Para La Victoria, que acusó a Macri de que las pistolas eléctricas para la Policía Metropolitana servirán para "torturar", ni la contraofensiva de Ritondo de usar nuestras estadísticas para demostrar qué gestión es más o menos represora, critican la lógica de la “seguridad” como elemento legitimador de la represión, sino que la apuntalan. Ambos están de acuerdo con lanzar más y más policías a las calles, y en armarlos cada vez mejor.
En el boletín informativo número 753, señalamos un dato contundente de la realidad respecto a este aparente debate entre el macrismo y kirchnerismo: "Nadie se queja, en cambio, de que ese tipo de arma de tortura sea utilizada por los cuerpos especiales de las policías Federal (GEOF), de Buenos Aires (Halcón), Mendoza (GES), Santa Fe (TOE) y Eter de Córdoba. Hasta en la ciudad de Las Heras (Santa Cruz) se usan, desde que el intendente de Las Heras en 2010, Teodoro Caminos, representante del kirchnerismo local, creó su propia policía municipal y las dotó de Taser. Ante el cuestionamiento dijo “las picanas no matan”. No claro, solas no matan a nadie, salvo cuando algún representante del aparato represivo las usa para represaliar".
Por eso, ante esta nueva utilización del macrismo de los datos de nuestro Archivo, como ya lo hicieran después de los asesinatos del Parque Indoamericano, de los que son co-responsables ambas gestiones, volvemos a señalar que estas utilizaciones mediáticas del fruto de nuestra militancia por parte del machismo no diluyen ni desdibujan su propia naturaleza represora, equivalente, cuando menos, a la de su contrincante kirchnerista.
3. Moyano, el paro y la “seguridad”: el camión de la burguesía.
Hugo Moyano, el burócrata sindical que está al frente de la CGT, al sumarse al paro decretado por los gremios del transporte, se manifestó "preocupado por la inseguridad” y se quejó porque, pese al aumento de efectivos policiales en las calles, el "flagelo sigue azotando a la gente".
Sin nombrarlo, Moyano criticó al gobernador bonaerense y precandidato presidencial por el kirchnerismo, Daniel Scioli, al señalar que "vemos cómo los políticos anunciaron el ingreso de más policía a la fuerza, que se quedan dormidos en sus lugares de trabajo por el agotamiento, ya que tienen que realizar otras actividades para poder subsistir".
Estas declaraciones hablan de la coherencia del burócrata cuando es llamado a defender los intereses de la clase que explota a quien él debería representar. Hace rato que Moyano presta el camión para transportar las ideas de la burguesía.
Hablar de flagelo y de mejores retribuciones y condiciones para la fuerza represora cuya presencia azota las barriadas dónde subsiste la mayoría de los trabajadores, es legitimar los ejes que propone la clase dominante.
Moyano sabe de lo que habla. Sabe que no hay ningún flagelo, sino una consecuencia prevista e inevitable del sistema que defiende. También sabe que, cuánto más y mejor se retribuya a los policías, toda la energía que reparten en adicionales puede ahorrarse y direccionarse hacia la entraña del problema que -para él y sus socios- no es la pobreza, sino los pobres.
Pero también Moyano dice lo que dice porque, en su condición de oportunista inveterado, sabe que obtiene consenso.
Su pensamiento se ha generalizado, se ha naturalizado aún en el seno de la clase trabajadora y del pueblo.
¿Acaso no son los más pobres los que sufren cotidianamente las consecuencias de un sistema que no repara en la descomposición social que genera?
¿No suena paradójico que las respuestas a esta situación, que las recetas para resolverlas, provengan de quienes crean esas condiciones?
Rápidamente se colige que no es Moyano el problema. Él, como quienes lo secundan, es enemigo de clase, un burócrata sindical, a la vez empresario por "inclusión". El problema es desarmar este discurso hacia adentro de la clase trabajadora y del pueblo; combatir su naturalización entre nuestros compañeros; es plantearse ¿qué hacer para que las víctimas no griten con la voz de sus victimarios?.
En ese sentido, ayuda que los principales problemas que tiene la clase trabajadora se vean, se pongan de manifiesto diferenciados de sus traidores. Que se vaya al paro contra el trabajo en negro y la precarización que ha crecido notablemente con los K. Que se vaya al paro contra los despidos y las suspensiones que ningunean las estadísticas del gobierno. Que se vaya al paro por el 82% móvil para los jubilados que niega el gobierno "pagador serial" del sistema de la deuda externa. Todas necesidades reales pero ausentes en el discurso de Moyano.
Desde las necesidades materiales más elementales, hasta aquellas que no se computan sólo económicamente, sino con la sangre de pibes pobres, como la represión que la vierte en los barrios y en nombre de la seguridad... pero de los que más tienen.
4. Insfrán, el alumno destacado del modelo kirchnerista.
“A dónde vayan los iremos a buscar”, gritaba la multitudinaria columna del Encuentro Memoria Verdad y Justicia cuando entraba a la Plaza de Mayo el 24 de marzo, a 39 años del golpe cívico - militar - clerical. Kilómetros al norte, quizás como una insignia, como un sello de su eternizado gobierno, Gildo Insfrán enviaba a reprimir a mansalva a las comunidades wichis que protestaban sobre la ruta 81 a la altura de Ingeniero Juárez, en la provincia de Formosa. En una fecha tan particular, el despotismo formoseño reprimió con balas de goma y plomo, tanto a hombres, mujeres y niños que reclamaban agua, trabajo, vivienda y los títulos de sus tierras, con heridos de graves lesiones. La memoria del poder formoseño se mantuvo intacta, en su rol represor, saliendo a la literal caza de las comunidades originarias como ha tomado por costumbre. “A dónde vayan los iremos a buscar”…matizado desde el poder, contra aquel que se pone de pie contra el abandono y el olvido, resabio de esta noche de cinco siglos para los pueblos originarios.
Pero Gildo puede más, siempre. Sólo dos días después, la policía formoseña volvió a reprimir a las comunidades wichis que decidieron retomar las medidas de lucha y ocupar la ruta 81 con sus reclamos. En esta oportunidad, Reyes Torres, de 50 años, fue herido de gravedad en uno de sus ojos con una bala de goma. En ambas represiones, el referente wichi Agustín Santillán fue herido y golpeado por la policía provincial.
Esta serie de hechos se da en el contexto de la denuncia contra el gobierno de Formosa, la policía de Formosa y la ministra de Seguridad de la Nación María Cecilia Rodríguez por el espionaje realizado a periodistas, partidos políticos, comunidades originarias-y los grupos de apoyo a éstas- y referentes como el qarashe qom Félix Díaz, el cual, incluso ha sido espiado desde su llegada a la Ciudad de Buenos Aires para instalar el acampe en la Av. 9 de Julio, detallándose quienes se han solidarizado con él, problemas de salud, gastos en volantes y demás actividades, que directamente son remitidas al comisario Walter Arroyo, jefe del Departamento de Informaciones de la policía de Formosa y al gobernador Gildo Insfrán.
La persecución, las represiones, los asesinatos, el espionaje y el completo aval del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, convierten a Insfrán en uno de los gobernadores con las mejores calificaciones a la hora de actuar contra los movimientos que se organizan y salen a luchar.
5. La misma represión. ¿La misma lucha?
24 de marzo, y una marcha dividida entre dos formas de ver la represión de ayer y de hoy. Mientras la marcha oficialista intentaba reaglutinar el sentido de los DD. HH., la “otra marcha” se llenaba de realidades, sobre la represión y el manoseo de una consigna que hoy se encuentra vacía en contenido pero llena de represión.
El tema parecía fuera de foco hasta que los cables de los medios independientes comenzaron a mostrar las sombras de las banderas celestes y blancas de la plaza. Qué tienen en común Formosa, Córdoba y Río Negro. Desde el centro, el norte y el sur Argentina se tiñe de sangre y uniformes azules que, enarbolando los derechos humanos, imparten la “justicia” de los injustos y los necios.
Como comentamos en este mismo boletín, en Formosa el significado de la memoria parece perder valor cuando es a los mismo pueblos originarios a los que se los reprime con balas de plomo y de goma por exigir que sus derechos más elementales se les sean considerados. Pero cuando las balas quedan anticuadas, las fuerzas siempre encuentran la vuelta para socavar las voluntades, como sucedió con el informe que dio luz sobre algo sospechado por militantes del PO de esa provincia. Un informe detallado sobre las actividades de una organización política que muestra una vez más que la persecución no tiene límites para los que menos tienen y los que deciden organizarse.
El mismo 24, en Córdoba, provincia signada por la represión, las detenciones arbitrarias y el gatillo fácil, el mismo día también se reprimió. Un grupo de jóvenes del barrio Las Palmas, que se dirigía a la marcha central en su provincia para pedir que el Estado asesino pague por el fusilamiento policial de Lautaro Torres, terminaron baleados y en una comisaría. Porque para los que dirimen la “justicia” de la calle, ser joven y de una barriada es algo que no se puede perdonar. Como le pasó a Ismael Sosa y como le pasa a cientos de pibes por año que ven cercenados sus sueños en manos de los verdugos de siempre.
Aunque comience el otoño y todo pareciera enfriarse en Río Negro, para los trabajadores estatales de esa provincia la cosa está más caliente que nunca. En el ministerio de Desarrollo Social, en Viedma, manifestantes fueron salvajemente reprimidos con golpes y gas pimienta cuando movilizaban contra la trata de niñas y adolescentes, contra la corrupción de los funcionarios del gobierno y por aumento salarial y mejores condiciones de trabajo.
El interrogante del título termina simplemente con una respuesta: a los que piden por la memoria y justicia de todos los compañeros detenidos y desaparecidos de esta u otra marcha, les decimos que, aunque se intenten disfrazar con los DDHH, los gobiernos que dan migajas a su pueblo siempre van a buscar que lo que quede grabado en la memoria sea que el que manda en la calle es el que usa “la gorra”. Y a eso le respondemos lisa y llanamente con organización y lucha.
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