Gladiolos rojos (Crónicas de una Inquilina) Por Ilka Oliva Corado @ilkaolivacorado Ayer (23/07), mi hermana - mamá  llegó con un ramo de gladiolos rojos y con la sonrisa de oreja ...

Gladiolos rojos (Crónicas de una Inquilina)

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Ilka Oliva Corado

Por Ilka Oliva Corado

@ilkaolivacorado

Ayer (23/07), mi hermana - mamá  llegó con un ramo de gladiolos rojos y con la sonrisa de oreja a oreja. “Mirá, Negra, lo que compré,” me dijo mientras los acomodaba en el jarrón. De golpe  llegaron mis recuerdos de infancia entre suspiros contenidos y una nostalgia irremediable por los años más hermosos de mi vida, en mi arrabal.

Volví a sentir el olor de las madrugadas de camino a la aldea, el de las mañanas de  los domingos cuando las patojas de la aldea bajaban a Ciudad Peronia a vender hortalizas y flores. Volví  a ver el sitio galán de la María del Tomatal, y los surcos de los sitios de los aldeanos, preñados de vida, de colores y amor.

Volví a sentir el aroma inconfundible del jardín de la que fue nuestra casa. Me repesé en la pared mientras veía a mi hermana - mamá arreglar el ramo en el jarrón, con esa delicadeza suya y con esos detalles tan propios.

Vinieron los recuerdos de la boda de mis papás y el ramo de gladiolos rojos y blancos que llevó mi mamá ese día.Vi a las dos hijas mayores de ese par ir en la madrugada a comprarlos a la aldea, junto con unas ramitas de velo de novia. Imágenes difusas pasaban frente a mis ojos nublados por la nostalgia de la diáspora y el tiempo pasado, irrecuperable, en el que fuimos tan felices como familia.

Mi mente viajaba en el tiempo, mi hermana arreglaba los gladiolos en el jarrón y mi cuerpo estaba ahí, inerme, repasado en la pared; en otro suelo, a miles de kilómetros de distancia, en otro tiempo también irreal.

Todos los veranos mi hermana compra gladiolos rojos y blancos, como reverencia a aquellos años hermosos y en recuerdo de la boda de mis papás. Yo, yo cuando los veo quisiera ser poeta y convertirlos en versos, para que lleguen en gotas de lluvia a la tierra que tanto amo y hagan florecer en el tiempo aquel jardín que guardo celosamente en mi memoria.

No pude más que tomarle una fotografía.

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