Salta, la bella y la brutal (APE).     Salta, la bella y la brutal (APE) Por Silvana Melo    (Ape).- Las lenguas del sol se deslizaban por debajo de los viñedos cuando el Gobe...

Salta, la bella y la brutal (APE).

 


 


Salta, la bella y la brutal (APE)



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Por Silvana Melo   




(Ape).- Las lenguas del sol se deslizaban por debajo de los viñedos cuando el Gobernador pasó, con su moto BMW, a despedir la campaña. Se iba la tarde. Desde un par de casitas que apenas se sostienen alguna mano asomó para saludar al Juan Manuel. Los wichis sintieron poquito el tronar de la cilindrada, que apenas hizo vibrar la tierra a sus pies. El Gobernador pasó lejos, tan lejos como Alfredo Olmedo, que paseó los últimos minutos antes de la veda con su 4x4 y de furioso amarillo. Antes, sorteó una Toyota Hilux entre los entusiastas militantes que poblaban sus actos.

Entre los dos sumaron el 80 por ciento de los votos del domingo en la Salta paradójica, dual, contrastada. En la Linda, como su gobernador, joven, bello y presentable. Para los afiches y las cámaras. En la oscura, dolida en los impenetrables, desnutrida en su tremenda vulnerabilidad de gente que se cae de los márgenes, de huesos que empujan en la piel, de ojos que saltan, de dientes que se mueren, de cuellos venosos ya sin sangre.

Doce niños se le murieron al gobernador Urtubey por hambre desde que empezó el año y la campaña vibrante para ser re-elegido. No los evitó. No los rescató de la puerta del infierno por donde estiraban los deditos flacos para aferrarse de la brisna cerril. Una docena se le murieron. Contados como huevos o manzanas. En Tartagal y en Embarcación y en Pichanal los hospitales están cargados de desnutridos hijos y madres.

La moto parece que apenas dejó la tos potente de su acelerada en los lejanos oídos de los que hace tiempo que no están. No son. No forman parte. No figuran en los expedientes ni en los programas ni en las agendas.


En la segunda mitad de 2009 el mismísimo gobierno admitió que uno de cada tres salteños es pobre. Que la desnutrición iba en crecida. Y que las villas empezaban a rodear la casa del Gobernador. Pero ese mismísimo gobierno -éste que ganó con un 56% ayer- regó de responsabilidades a un pasado del que nadie es inocente. Ni el justicialismo triunfante, hegemónico desde 1983 -salvo un período- ni el romerismo feudal que hoy no gobierna salvo desde el único medio gráfico de la provincia, propiedad familiar. Que puso sus fichas en el packaging con contenido ácido del macrista Alfredo Olmedo, amarillo y feliz, en foto mentirosa con Messi, acusado de trabajo esclavo, rey de la soja y los desmontes, príncipe del servicio militar en regreso, barón de todos los retrocesos en clave de moralina.

Entre los dos -el amarillo feliz y el bello gobernador- sumaron el 80 por ciento de las voluntades.

La mayor parte de las criaturas muertas por desnutrición pertenecían a etnias de pueblos originarios. Hasta hace algunos años sus padres y sus abuelos vivían de la oferta feraz de la naturaleza. Cazaban, pescaban, comían los frutos de ciertos árboles. La deforestación y los desmontes destinados a monocultivos (Olmedo y su estridente campaña amarilla deberían enrojecer de vergüenza) y avalados interesadamente por los gobiernos provinciales -éste y todos los anteriores- les saquearon su hábitat. Y los dejaron sin tierra ni comida ni siquiera un retazo de porvenir al que se pueda echar mano cuando se ve volarse a la vida.

Urtubey, mientras el cabello se le despeina en la BMW, sueña con la presidencia. Alrededor de su Casa de Gobierno se van cerrando las villas, como fantasmas que le avisan. Una de ellas, a metros. Y le pusieron su propio nombre. “Juan Manuel Urtubey” escrito a mano en una madera podrida en la boca del asentamiento. Que le golpea el llamador para que anote en algún día de su agenda los desempleados en miles. Los pibes que prefieren no caminar hacia el futuro si es en patas y con piedritas filosas que se les quedan con la sangre. Los que no tienen y no están en las planillas oficiales. Pero que un día aparecen, así, como de la nada, a complicar la estética de los que le pintan la cara a Salta, la Linda. Labios carmín y ojos delineados pero la panza vacía y las costillas denunciantes. Salta la absurda, la del 40% de pobreza según el Instituto Argentino para el Desarrollo de las Economías Regionales, la del 20 por mil de mortalidad infantil y el 19% de chicos de 1 a 6 años en desnutrición inexorable. La bella, la paradójica, la brutal. La Salta ícono de un país rotulado cuidadosamente para incluir a una parte. Y dejar a la intemperie a una otredad vasta y devastada.

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