Por Manuel E. Yepe *
Foto: Virgilio Ponce
“Los republicanos, los neoconservadores y los medios de comunicación nos han estado contando todos estos años que ya Estados Unidos ganó la guerra fría. Hablaron demasiado pronto. Desde los residuos de la antigua Unión Soviética, una nueva Rusia, con un nacionalismo nuevo, con armas nucleares y rica en recursos naturales, se ha alzado en desafío de los reclamos triunfalistas occidentales. Se nos plantea una nueva guerra fría y las élites estadounidenses no tienen otra sugerencia que hacernos que la de ponernos a guerrear otra vez”.
Es así como el tres de marzo último describió el documentado comentarista político estadounidense Tom Hayden, en su sitio digital “The Peace & Justice Resource Center”, la forma en que los poderes fácticos de su país están reaccionando ante la situación actual en Ucrania.
En Carolina del Sur, el estado donde se originaron la esclavitud y el militarismo en los Estados Unidos, el senador Lindsey Graham, respondiendo un ataque de un aspirante del Tea Party a su cargo, propuso "crear un cerco democrático en torno a la Rusia de Putin”. Aparentemente, según su criterio, la guerra fría no habrá terminado hasta que Estados Unidos ocupe Ucrania y Rusia quede totalmente rodeada de bien armados países neoliberales aliados de occidente.
Los dirigentes de la OTAN y el neoliberalismo corporativo simplemente son incapaces de detener su arremetida contra las fronteras de Rusia y sus regiones más apreciados luego de apropiarse de Croacia, Estonia, Letonia, Lituania, Hungría, Eslovenia, Polonia y República Checa, además de Albania, Bulgaria, Eslovaquia, Serbia y Rumanía, casi todo lo que ellos llaman el "espacio post-soviético".
Fueron repelidos militarmente cuando intentaron hacerse de Georgia. Eso debería haber satisfecho su sed de dominación. Pero han ido demasiado lejos, apoyando las protestas en la Ucrania occidental que provocaron el derrocamiento de su gobierno electo y ahora impulsan una agenda del Fondo Monetario Internacional que profundizará la crisis económica. Incluso antes de que se produjera el desorden actual, el gobierno de Kiev coqueteó con la OTAN y envió tropas a Irak y Afganistán.
El conflicto actual es muy distinto de la guerra fría en el sentido de que no hay ninguna "amenaza comunista". Por supuesto, hay partidarios comunistas en Ucrania estimulados por sus recuerdos de los nazis y fascistas que agredieron a su país cuyos descendientes están ahora activos en el partido Svoboda, apoyado por los países occidentales, que representa más del diez por ciento de la votación nacional y hasta 40 por ciento en la zona occidental de Ucrania.
Lo que se observa en el oeste de Ucrania, y en general en Rusia, son poderosas corrientes nacionalistas, étnico-culturales y religiosas en las que cualquier intervención occidental, directa o indirecta, incita la resistencia y toda presión exterior endurece su determinación, advierte Hayden.
Por su parte, el politólogo norteamericano Bill Blum al abordar la situación en Ucrania observa que “Estados Unidos se esfuerza por dominar al mundo y lograr la hegemonía siempre que sea posible… esta ha sido su ocupación principal por más de un siglo… es lo que hacen en Washington para ganarse la vida”.
Los Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea forman el Santo Triunvirato cuyas principales filiales son el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio y la Corte Penal Internacional... todos ayudan a mantener a raya los gobiernos que carecen del sello de aprobación del Santo Triunvirato. El FMI, el BM y la OMC imponen el fundamentalismo del mercado, en tanto que los líderes extranjeros que actúan en forma demasiado independiente son amenazados de ser entregados a la CPI para recibir duro castigo, en tanto Estados Unidos impone sanciones a gobiernos y líderes con la hipocresía y la ironía que los reyes estilan para imponer su voluntad a sus súbditos.
¿Y que amenaza la soberanía de los Estados Unidos? ¿Quién puede desafiar la hegemonía del Santo Triunvirato? Sólo Rusia y China, si fueran tan imperialistas como las potencias occidentales.
Al Santo Triunvirato le encantaría extraer a Ucrania del seno de Moscú, desalojar a la flota rusa del Mar Negro y establecer un ejército estadounidense o la presencia de la OTAN en la frontera de Rusia.
“La membresía de Kiev en la UE no estaría lejos; después, el país abrazará las alegrías del neoconservadurismo, recibirá los beneficios de la privatización-desregulación-austeridad y el paquete estandarizador y se unirá a Portugal, Irlanda, Grecia y España como pobres huérfanos de la familia.
“Pero ningún precio será demasiado alto si sirve para ser parte de la gloriosa Europa y del triunfante Occidente” ironiza Blum.
* Periodista cubano especializado en política internacional.
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