Por el Prof. Juan Carlos Sánchez, Director Editorial de Gacetillas Argentinas
El paro del pasado jueves constituye una clara muestra de la alianza que comienza a tejerse entre la burocracia sindical, encarnada en el moyanismo y el barrionuevismo con el tibio apoyo del michelismo, y los sectores patronales en un claro posicionamiento de cara a las presidenciales del año próximo.
Pero también demuestra la absoluta ausencia de democracia sindical en las diferentes centrales obreras, incluyendo a la oficialista, por cuanto continúan personajes nefastos como Hugo Moyano, colaborador de la Triple A; Luis Barrionuevo, aquel que mandara quemar las urnas en las elecciones catamarqueñas y fuera el "recontraalcahuete" de Menem y Gerardo Martínez, el buchón del Batallón 601.
Ellos son acompañados por los golpistas de siempre: la Sociedad Rural Argentina, la Unión Industrial Argentina, la Federación Agraria Argentina y Coninagro, entre otros, que siguen apostando a la desestabilización contínua y aprovechando la actual coyuntura que, a la vez, fomentan mediante el incremento de precios en forma sostenida para provocar el reclamo de las y los trabajadores por la caída del salario real desde la devaluación de enero pasado.
Sin dudas, fue la oportunidad para marcar la cancha en favor de Massa, el presidenciable del establishment pero también, y no es un dato menor, para que la izquierda parlamentaria junto con los obreros fabriles, de empresas multinacionales como Kraft, Pepsico Snacks, Donnelley y otras o del sector ferroviario, como la Lista Bordó liderada por el "Pollo" Sobrero, mostrara su crecimiento político a través de los variados piquetes realizados en la Panamericana, Puente Pueyrredón y la céntrica intersección de Corrientes y Callao en esta Capital.
La jornada de paro fue una auténtica pulseada de poder en donde no puede advertirse el apoyo real a la medida de fuerza, por cuanto la ausencia de movilización impidió medirla. Pero no fue casualidad. Era necesario demostrar la capacidad de paralización del país por parte de antiguos aliados del kirchnerismo para condicionar al Gobierno Nacional y sumar agua para su molino para el rejunte opositor entre Massa, Macri y De la Sota, los mismos que denostaron los piquetes de la izquierda.
¿Y los trabajadores?. Los reales, los que viajan en tren o en colectivo tuvieron que comenzar a dilucidar el viejo dilema: parar o no parar. Pero ello tampoco es casual. Sucede que, desde hace mucho tiempo, no existe una verdadera conciencia de clase y si bien es cierto que esta medida de fuerza fue "mostrada" como representativa de los intereses obreros, no lo es menos que pretendió disfrazar los verdaderos intereses de las patronales que siguen apostando al desgaste progresivo del Gobierno Nacional.
La ausencia de una verdadera democracia sindical es la que impide una representación obrera que sea la expresión de sus verdaderas reivindicaciones, más allá de las certeras que fueron afirmadas por los sectores combativos. Ella fue la causa de un paro devaluado para los trabajadores que, no obstante, permitió la acumulación de poder por parte del rejunte opositor de cara a las próximas elecciones y que cuenta con la bendición mediática de Clarín y La Nación.
De burócratas, patrones y trabajadores fue un paro para medir fuerzas entre ellos mismos y contra la actual gestión a nivel nacional. Pero no puede tomarse como un claro punto de referencia para marcar una acumulación sustantiva de poder. Aunque no cabe duda que demostró un crecimiento de la convocatoria del trotskismo, erigido como "la izquierda" y que puede dar pelea en una eventual apertura democrática a nivel sindical.
De fondo, y muy alejados, quedan los reclamos de los trabajadores: el incremento salarial para hacer frente al atraso acumulado y al creado por la devaluación y la derogación del impuesto a las ganancias, o el incremento del mínimo no imponible ante la virtual "confiscación" de los salarios por esta carga impositiva luego de las paritarias.
Ahora la pelota está en el campo del kirchnerismo. Con Precios Cuidados, que no son tales porque los supermercados siguen con la pistola de remarcar e incumplen sistemáticamente los acuerdos, gracias a la falta de penalización de las infracciones comprobadas y con el desafío de reinventarse si pretende seguir en el poder.
Sin embargo, ya eligió hace rato: se volcó a la derecha y cayó en la trampa puesta por los mismos de siempre, transando con la burguesía transnacional.
Y se vienen tiempos de lucha. De paros y movilizaciones. Es hora de estar atentos porque el capital no descansa. Y nosotros no podemos darnos el lujo de dejar pasar. Es hora de estar en las barricadas.
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