Por Silvana Melo
(APe).- Cómo se complica la infancia en estas tierras. Ser niño es un estadío incómodo en la escena de la sospecha, cuando el cuadro de Luis Agote, acechando en los despachos, sigue apuntando con el dedo de la acusación a los pibes de los malabares, del trapo en el parabrisas, del faso precoz. El expediente para bajar la edad en que un chico pasa a ser imputable está sobre todos los escritorios. Y entra a la cancha no bien vuelven a arreciar los coreutas de la inseguridad pública. Es decir, ahora. Y en la arena sueltan a los chicos, para que luchen con los lobos. Los que "cuando están mezclados con otros chicos en la escuela, son muy difíciles de controlar, se le plantan a las maestras, entonces hay que darles un tratamiento especial para que no maten a nadie o no tengamos que matarlos". Dice Julio Pereyra. Intendente de Florencio Varela. Que sacó del bolsillo un proyecto de “encierro de formación” para la infancia que suele fabricar el sistema. Del que Pereyra Julio es un engranaje de perfecta eficiencia. Veintidós años intendente de uno de los municipios más pobres y más injustos de la provincia que se le cae a la capital por los costados.
Veintidós años. Y un proyecto de instituto de menores - reformatorio a la mejor usanza del Patronato de 1919, como para volver a aquello que comenzó a abandonarse por siniestro y cruel. La desinstitucionalización (un nombre bastante más largo de lo que vive un niño en un barrio de confines en Florencio Varela) permitió que la infancia pobre y abandonada (la mayor parte de quienes dejaron en los institutos y reformatorios la inocencia, la ternura y cualquier intento de sueño para el futuro) no sufriese cárcel infantil castigada justamente por pobreza y abandono.
Pero para Julio Pereyra (veintidós años intendente de Florencio Varela) hay que formarlos en el encierro para que no maten a nadie o no tengamos que matarlos. Se adelanta, tal vez el intendente, a la cacería que implantará la Emergencia; cuando la 9 mm tendrá el gatillo ligero y dispuesto para que la vecindad no sienta la necesidad de atrapar a un chico sin armas y desangrarlo a golpes.
“Cuando un chico comete una macana, dos, tres, y se lo seguís dando en guarda al padre, no se va a recuperar. Lo que propongo es que esté durante muchas horas estudiando en una especie de instituto, que le demos cultura, deporte, que lo formemos y lo incluyamos en la sociedad que estamos construyendo”. ¿Qué sociedad está construyendo Pereyra, Julio, veintidós años intendente de Florencio Varela? ¿En qué sociedad quiere incluir a los chicos? ¿Para qué sociedad quiere formarlos? ¿Será para aquella donde tendrá que quedarse a la cola de las oportunidades?, ¿será para aquella donde es sospechoso por origen, delincuente por estigma, marginal por domicilio, desterrado por piel, cesanteado por tatuaje y capucha, condenado por huesos al aire y ojos como cristales que ya no ven más que la nada a los pies?
Pereyra habla -dice- con (Alejandro) Granados y (Sergio) Berni para coordinar el encierro de formación con la Provincia y con la Nación. Unos días antes dijo que “los menores que reinciden en el delito” deben ser llevados a "colegios como pupilos". Después fue perfeccionando la idea hasta llegar al encierro de formación. La creación de “institutos de formación” para que “cuando salga sea una buena persona, no que se haya especializado en el delito”. Es decir, el regreso de la institucionalización por pobreza y/o abandono. Del encierro “cuando la criatura tenga conductas violentas, ya sea a los 8, 9 ó 10 años”.
Difícil ser niño por estas tierras. Contaminadas de glifosato y odio. Con metales pesados en el agua y en las alforjas del futuro. Con plomo en el aire y en el gatillo ligerísimo de las policías que de a centenares acosan y acosarán a los barrios como torniquetes para que la hemorragia de los confinados no llegue al pecho social. Donde laten los que pueden.
Porque Pereyra les arma institutos y encierros y el Gobernador, mientras invierte millones en armas, chalecos y policías, pide “revisar el régimen de personas menores de edad infractoras a la ley penal”. Tanto van a insistir que finalmente habrá un régimen punitivo para los niños que, al decir de Pereyra (Julio) “se le plantan a la maestra”. Apenas el 2,9% de los 1044 imputados por homicidio en el primer semestre de 2013 tiene menos de 16 años. El 11%, entre 16 y 17 (Las emergencias del Gobernador, Pelota de Trapo - 08/04/14).
Difícilmente la reducción en la edad punible sea un alivio para una sociedad muerta de miedo que condena sin juicio ni defensa a cualquier adolescente flaco, morocho y atravesado por una historia filosa, como una faca con orificio de salida.
Hay que encerrarlos. Antes de que maten o “tengamos que matarlos”, dice Pereyra. Y les deja apenas dos caminos. O tres. Incluidas la muerte de otro o la propia. No hay alternativa. No hay destino que pueda torcerse. Castelli lo escribiría una vez y mil más. Si te encontrás con el futuro, por favor que no venga. Al menos de noche y a la vuelta de esta esquina.
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