Militancia líquida (APE) Por Alfredo Grande No le importaba romperse... Por eso el cántaro fue tantas veces a la fuente. Siempre supo que vendrían más cántaros y q...

Militancia líquida (APE)

Alfredo Grande

Por Alfredo Grande


No le importaba romperse... Por eso el cántaro fue tantas veces a la fuente. Siempre supo que vendrían más cántaros y que alguna vez se rompería la fuente.

(Aforismo de la esperanza implicada)


"Todo va mejor con Coca - Cola", pero lo dice la Coca - Cola. ¿ Porqué le creemos ?

(Aforismo de la perplejidad implicada)

 

(APe).- Zygmunt Bauman, al que comencé a leer por recomendaciones de mi compañero José Schulman, plantea interrogantes valiosos. La oposición “sólido / líquido” desde la cual analiza la modernidad permite pensar, o sea, conceptualizar, aconteceres diversos. En una traducción a mi diccionario “español – implicanés”, lo sólido remite a un instituido burocratizado y lo líquido a una multiplicidad de instituidos que pugnan por solidificarse de una vez y para siempre. Más o menos unidos, más o menos organizados, se unen con la alucinatoria esperanza de mantener la casa en orden.

El sólido es un fósil que no se dobla y tampoco se rompe. La diferencia entre el envase y el contenido se pierde. Terminan siendo una cosa y la misma cosa. Las vendas de la momia forman parte de la momia.

Las estrategias de dominación cambian, la dominación sigue. Y se perfeccionan porque al ser una dominación líquida, o al menos chirle, grumosa, es más fácil volcarla en envases socialdemócratas, socialcristianos, centro derechosos y centro izquierdosos. La dominación sólida es lo que llamamos exterminio o genocidio. Excepto los propios victimarios, el reconocimiento del carácter depredador de esa modalidad de dominación es reconocido política, jurídica y culturalmente. Inútil esperar que el Estado Turco reconozca primero y repare después, a 99 años vista, el genocidio del pueblo armenio.

Ese concreto histórico puede ser desmentido, pero no puede ser disuelto. Lo sólido permanece y en este sentido es válida la observación del químico Lavoissier: “nada se pierde, todo se transforma”.

Y justamente se transforma en las formas de dominación líquida que permiten pasar de un Estado Privatizador a un Estado Nacionalizador sin cambiar actrices y actores, tanto principales como de reparto. Incluso se puede repudiar una obra en la que se actuó durante 10 años pretendiendo que se le de crédito al nuevo estreno, que algunos llaman relato.

Todo esto pasó, está pasando y nunca pasará. La dominación líquida tiene demasiados envases en los cuales venderse y compradores sobran, algunos por amor, otros por espanto, y seguro que por eso la votan tanto. Uno de los envases más atractivos de la dominación líquida es el denominado Frente. Más aun si se puede meter la cualidad unidad, unidos, unida, juntos, amuchados, en dulce montón. Sin duda razonable o irrazonable, el “todos unidos triunfaremos” caló hondo, y aunque su verificación histórica es controversial, la tentación de sumar, sumar, sumar, deviene irresistible.

Una expresión conocida para designar la dominación líquida es el clásico “gatopardismo”. Las formas cambian todo lo que sea necesario y oportuno, más bien diría oportunista, pero la esencia es la misma. Quizá la dominación sólida terminó con la Revolución Francesa, o al menos fue herida de muerte, más acá de Napoleón Bonaparte.

Pero llegó la dominación líquida, que más allá de que hierva o sólo caliente, llega a nuestros días. La tragedia política de nuestros días es intentar enfrentar la dominación líquida en sus múltiples envases con una militancia líquida. Sin trasvasamientos generacionales, que estaría bien, sino ideológicos y políticos, que está demasiado mal.

Un militante líquido se vierte en el envase de un partido de ultraizquierda y habla y piensa como un bolchevique de 1917. Un militante líquido se vierte en el envase de un partido nacional y popular y habla y piensa como si el 17 de octubre de 1945 hubiera llegado primero a la Plaza de Mayo. Un militante líquido se pone una remera amarilla, repite por boca de pavo cuanto slogan cursi y berreta escucha, y ya habla y piensa como un burguesito pequeñito no ilustrado aunque viva en el conurbano.

La militancia líquida transforma a la juventud maravillosa en una juventud maravillada. Los diamantes de las distintas formas del poder encandilan. El agravante es que la militancia líquida no es propiedad privada o colectiva de las nuevas generaciones. Generaciones fogueadas en luchas libertarias, en las cuales se derramó sangre para ser miserablemente negociada, también buscan presurosos nuevos envases. La recuperación de la democracia ha sido también, no solamente, pero en demasiadas situaciones, una lucha sin cuartel entre grupos más o menos aguerridos, para quedarse dentro del envase de las primeras y segundas marcas que las góndolas electorales ofrecen.

Del sólido de la revolución permanente, la revolución por etapas, la revolución como sueño eterno, la revolución como mandato de la historia, se pasó al líquido de los consensos, los acuerdos dirigenciales, los oportunismos de urnas, las uniones por arriba y los divorcios por abajo, perdiendo la ternura con los enemigos y ejercitando la dureza con los compañeros, traicionando una de las herencias culturales del Che. La militancia líquida se diluye en las arenas de la historia. Ni la humedad de lejanas batallas quedará como testigo de las traiciones consumadas. No será derrota, como en los heroicos 70.

Solamente será fracaso, que es derrotarse a sí mismo. Los que por cobardía, por comodidad, por servilismo, por seguidismo, decidieron fracasar, no tendrán ninguna otra oportunidad. Aquellos que descartaron todos los envases y pudieron sostenerse cuando la solidez de muchas convicciones y muchas esperanzas desaparecían, no puedo afirmar que reino conquistarán, de los cielos, de la tierra, de ambos o quizá de un reino que nadie todavía inventó. Pero serán los cántaros que verán como un día se rompe la fuente.

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