Sobre la Deuda. (Quinto y medio... un poco de ficción) Por Mario Mazzitelli   La paradoja entre la prescripción y el jubileo.   José Luis Pérez era un industrial. El volumen de su producción y ...

Sobre la Deuda. (Quinto y medio... un poco de ficción)

Fabrica - Usura

Mario Mazzitelli

Por Mario Mazzitelli
 
La paradoja entre la prescripción y el jubileo.
 
José Luis Pérez era un industrial. El volumen de su producción y de sus ventas era mediano. De hecho obtenía mensualmente una ganancia interesante que le servía para vivir bien y acrecentar el capital de su industria. Los clientes siempre sintieron afecto hacia él, igual que sus proveedores. Sus empleados mantuvieron una relación casi familiar.

Hace años que alguien quiso ponerlo bajo su influencia, el usurero de la zona Miguel Ventura. Una persona que utilizaba la seducción tanto como la presión para alcanzar sus objetivos. Sistemáticamente le ofrecía asociarse, realizar operaciones en forma conjunta con beneficio para ambos, financiarle alguna obra de ampliación o la compra de una máquina. José Luis tenía desconfianza hacia él. No le gustaba su forma de vivir, ni su actitud invasora. Previno a su familia de realizar cualquier entendimiento con ese tipo.

En cierta ocasión a José Luis le faltó un cheque en su registro. Le resulta extraño. Poca gente accedía a su chequera y suponía que toda era de confianza. Pasaron los días y quiso creer que solo pudo haber sido un error. O en el peor de los casos, pensó: el cheque no está firmado y nada grave puede ocurrir. No hizo la denuncia.

Sorprendentemente el cheque aparece en las manos de Miguel Ventura. ¿Cómo pudo llegar allí? Alguien de adentro lo traicionó. Le robo el cheque. Bueno, a no preocuparse que la firma es trucha.

Miguel Ventura le manda decir que tiene el cheque por $ 800.000 por el dinero que oportunamente le prestara. Que no se haga problema que puede llegar a un buen arreglo. José Luis le manda decir que no hay arreglo posible, que nunca le pidió un peso, que no tiene ningún bien comprado con el supuesto dinero y que nada va a poder probar; que ya mismo hará la denuncia por robo. Las llamadas fuerzas del orden recibieron la denuncia con cierta incredulidad, de hecho la cajonearon.

Ventura le da señales de molestia por el mal comportamiento de José Luis. “Las deudas se pagan” dice en la parte externa de un sobre vacío que llega al buzón de José Luis. ¿Qué querrá este tipo? se interrogó. Voy a hablar con él.

Acuerdan una cita en el estudio de un abogado. ¿Por qué allí? -se preguntó José Luis. Ventura lo recibe con el abogado a su lado. Las condiciones que le ofrecen son leoninas. Un 30% de la empresa y la gerencia general. José Luis les dice que están locos, que el cheque él no lo  firmó y que no va a reconocerles absolutamente nada.

Al cabo de un tiempo José Luis tiene una citación. Es en un juzgado. Es por una mediación con Ventura. ¿Cómo puede ser? ¿Me roban un cheque y tengo que ir a una mediación?

Como muestra de buena voluntad concurre. Terminada la reunión comienza a ver todo mal. No solo la policía le cajoneó la denuncia, ahora el juez da por válido el cheque y le exige un pronto pago. Pero él no tiene ese dinero disponible.

La fábrica tiene un valor 20 veces superior y no va a dejar arruinarse por estos tránsfugas. Comienza a pedir plata para pagar, pensando que será lo más barato. Esto le acarrea problemas de todo tipo. Su reputación decae y su propia familia empieza a sospechar si no se trata de deuda de juego o de origen oscuro. El piensa que va a salir. No reúne todo el dinero, es la mitad, pero cree que será suficiente. Ofrece cerrar todo por el 50%.

José Luis no puede creer lo que escucha. Ahora, frente a sí, tiene a Ventura, el abogado y el juez que le dicen que la deuda ya no es de $ 800.000, sino de $ 1.200.000; fruto de los intereses, punitorios y otros gastos.

La historia de José Luis es la historia de un tipo enterrado en una deuda que no contrajo, fruto de un cheque que no firmó y enredado en todo tipo de asuntos para ver como sobrevive. Perdió la mitad de su fábrica, trabaja por un salario muy bajo y le hace pasar penurias a la familia como nunca lo hubiera creído. Paga y paga, y siempre debe.

Después de muchos años logra un abogado de confianza Carlos González. Un flaco luchador. Joven que todavía se conmueve por las injusticias y toma su causa con ahínco. Su estrategia ha sido sencilla: demostrar que José Luis jamás libró ese cheque y que la firma es trucha. Todo el patrimonio perdido, perdido está. Los años de vida, las penurias, los sacrificios de  la familia, de los chicos, de los abuelos que se pusieron aún más viejos sin poder disfrutar de la vida. Ya es pasado. Un día tenía que llegar una buena noticia: la causa había  cambiado de juez e instruyó a un nuevo perito que dictaminó que la firma era trucha. José Luis lloró de  alegría.

Le preguntó a Carlos que iban a hacer con el hijo de puta de Ventura. Carlos le responde con dos líneas de la sentencia: “…la única persona que fuera procesada en esta investigación resultó sobreseída en virtud de operar la prescripción de la acción penal,…”. José Luis no lo puede entender. Por el simple paso del tiempo el tipo quedó libre de culpa y cargo. -¿Y quién me paga todo lo que perdí?

-Bueno a la mierda con la Justicia y a empezar una nueva vida. Creo entender que si en el comienzo hay un delito, y quien lo cometió no paga culpa alguna; los derivados de aquel delito debieran ser nulos de nulidad absoluta. Debería declararse un jubileo sobre esa deuda. Un perdón.

-No tan rápido, le dice Carlos. Los millones que te quedan de deuda los vas a tener que seguir pagando. Ocurre que todos los  “pagaré” que firmaste, fruto de aquel primer falso endeudamiento, no tienen cuestionamiento de ningún tipo.

-Pero Carlos, le dice José Luis, no me quedan tantos años de vida como para poder pagar semejante estafa.

-Si, le contesta Carlos, ellos lo tienen previsto. Piensan que serán tus hijos y tus nietos los que seguirán pagando.

A José Luis le hierve la sangre. No le queda otra que romper la trampa del sistema. Ya no piensa en él, piensa en sus hijos y sus nietos. Piensa en la Argentina, en aquella famosa frase del arzobispo de La Plata Héctor Aguer “Aquí yace la República Argentina. Vivió pagando. Murió debiendo.” Y José Luis decidió rebelarse, como buen ejemplo para sus hijos y para sus nietos.

* Secretario Gral. Nacional del Partido Socialista Auténtico.

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