Miguel Ángel de Böer *
En el último lustro hubo 154 homicidios en Comodoro Rivadavia. Con un promedio de 30 homicidios por año. Duplicando y hasta triplicando la media nacional de homicidios.
Durante el 2013 la mayoría ha sido en ajuste de cuentas, entre personas o grupos con diferencias.
También hubo homicidios en ocasión de robo en los que los asesinos salieron impunes. Las marchas de justicia colmaron la ciudad. Y el asesinato de la niña Yasmin Chacoma con violación y estrangulamiento, fue el resumen de la violencia inusitada que vive la ciudad en estos tiempos.
DEP: -¿Como analiza la situación desde el campo de sus conocimientos?
MADB: -Cabe aclarar que la violencia destructiva, es decir la agresividad cuyo objetivo es el daño, que es la que nos ocupa, no es un problema en sí mismo (1), dado que es la expresión de un sinnúmero de factores que intervienen en su génesis, sostén y desarrollo: biológicos, psicológicos, socioculturales. Tendencias impulsivas, conflictos intra e interpersonales; modelos de conducta; falta de contención familiar y/o social; la incertidumbre existencial y vertiginosidad de los cambios que acentúan la ansiedad y los ataques de pánico, la depresión, el estrés, las adicciones; el empobrecimiento ético y moral (la corrupción y el soborno son prácticas aceptadas y naturalizadas en nuestra sociedad); el deterioro y la deshumanización que conlleva la desigualdad y la exclusión o el consumismo como alternativa predominante de inclusión, son algunos elementos que intervienen en este complejo problema que denominamos violencia.
En el campo de la salud mental, nos encontramos -al decir de un colega- en “la última línea de fuego”, esto es afrontando mucho más las consecuencias que las posibilidades de actuar preventivamente, lo que habla de la escasa importancia que se le brinda al problema de la violencia, más allá de lo que se diga al respecto. Existe una gran disparidad entre los conocimientos de que se disponen y los recursos que efectivamente se implementan. Precisamente esto es lo que constituye y condensa la mayor de las violencias desde el punto de vista institucional, social, político: se sabe pero no se hace, se llega tarde, luego de que ocurrieron los hechos, en una reiterativa y agobiante sensación de “película ya vista”, con todos los efectos que esto conlleva y que contribuye a la potenciación de otras violencias. O para decirlo en otros términos: se tiene, como los bomberos, ideas sobre cómo impedir un incendio, pero habitualmente se interviene solo para apagarlo y por lo general no hay agua, y si hay no alcanza.
DEP: -¿A qué se debe tanta violencia en un lapso tan corto de tiempo y en una ciudad con relativamente poca población? 154 homicidios en tan solo 5 años.
MADB: -La violencia no es nueva pero se ha acentuado en los últimos años, tanto en cantidad de hechos (no solo de delincuencia, sino en la vida cotidiana) como en las nuevas modos en que se manifiesta. De la cantidad dan cuenta las estadísticas, siendo que no se conocen todos los hechos que realmente ocurren (por falta de denuncias entre otros factores). En cuanto a las formas cabe destacar la magnitud, la crueldad y el desprecio por la vida que se manifiesta cada vez con mayor frecuencia y que no guardan relación con los hechos en sí, donde hay un evidente desprecio por la vida, constituyéndose la muerte (homicidios, asesinatos) en un acto, en un matar por matar sin una motivación clara ni un fin determinado, sino su mera ejecución impulsiva, pulsional.
Los cambios que se produjeron a partir del crecimiento económico y poblacional basados en la explotación petrolera, cuestión fundamental en nuestra ciudad y región, por su carácter extractivo, la desmesurada ganancia que obtienen las operadoras, la destrucción ambiental (y de la salud, no las enfermedades laborales, sino que tenemos una de las tasas mal altas de cáncer atribuido entre otras cosas a la contaminación por deshechos y productos químicos de las capas freáticas), las condiciones alienantes de los trabajadores y su incidencia en la fragmentación familiar, las desigualdades salariales en comparación con otros sectores de la población, el incremento de la prostitución y numerosas otras consecuencias que han producido un verdadero trastocamiento (y que han sido objeto de distintos textos de mi autoría) (2), ha puesto a la ciudad y la región en una situación disruptiva por no decir traumática, que conlleva una adaptación forzada por la celeridad con que se ha producido y se sigue produciendo, tanto para quienes vivían con anterioridad como para quienes han venido atraídos por las posibilidades de trabajo. Esto es que: en un mundo globalizado, a Comodoro le llegó la globalización, exacerbando aún más sus contradicciones.
Globalización que se caracteriza por un mercado (3) que actúa como regulador predominante de todas las actividades humanas, con valores que desestiman el bien común en pos del lucro; la hipervaloración del éxito -entendiendo a éste como la capacidad de consumir y de ofrecerse para el consumo- sin importar los medios para alcanzarlo en desmedro del trabajo y la educación; el individualismo y el sentimiento de pérdida de pertenencia a una comunidad, el desarraigo y la vulnerabilidad identitaria que se produce ante una reconfiguración que se vive como de una transitoriedad sin límite y sin control (de ahí las manifestaciones xenofóbicas ante el colapso de viviendas y servicios, por ej.); la fragmentación de la red social en compartimentos estancos tanto a nivel individual como colectivo, donde no hay acciones participativas hasta que no son afectados los intereses propios (la asistencia a las marchas por distintos reclamos va aumentando en la medida que va aumentando el número de víctimas, pero aun así no se integran en un colectivo de peso).
Precisamente en Comodoro ya son cada vez menos los que no han sido víctimas directas o que ya no se sienten amenazados por la violencia, por lo que se torna cada vez más insostenible para la gran mayoría de la población la negación de su existencia. Asimismo se ven cuestionados paradigmas como los de vigilancia y seguridad que han predominado hasta ahora por sobre los de la prevención (con cámaras que registran, en el mejor de los casos, los hechos delictivos una vez ocurridos), como así también la idea de que las soluciones podían ser individuales o privativo de algunos sectores (la de aquellos que tienen la posibilidad adquisitiva para “armar” sus viviendas como fortalezas) y no de acciones colectivas, comunitarias, sociales y políticas, que son las que darán cuenta de una mayor efectividad en el tiempo.
DEP: -¿Cuáles son esos factores psicológicos y sociales que influyen en el individuo para resolver conflictos a fuerza de bala, cuchillo o golpes en cualquier lugar y hora?
MADB: -Si en el mundo todo resuelve a través del uso de armas (tanto su venta legal como ilegal constituye uno de los negocios que más redituables del planeta) y siguen proliferando las de destrucción masiva. Si la “máxima potencia” mundial pudo invadir y destruir un país y una región en base a una mentira (y en estos días estamos presenciando la inminencia de una guerra en Ucrania). Si constantemente los medios trasmiten escenas donde los actos violentos se presentan con absoluta naturalidad (en horas de la tarde se pueden ver películas donde los asesinatos, las violaciones, pueden ser vistos “en el horario de protección al menor”, ante la indiferencia de quienes debieran regular estas emisiones). Si las barras bravas en el deporte y los grupos antagónicos en los gremios y sindicatos dirimen sus problemas a los tiros. Si, además, no solo hay desinterés (en Comodoro aún permanecen impunes numerosos delitos gravísimos, como las desapariciones ocurridas “en democracia”) sino la más absoluta indiferencia (otro modo de negación) ante lo que ocurre. Si la justicia está pauperizada en su función de autoridad moral, y sospechada e identificada como una institución atravesada por la ineficacia -como las fallas en los procedimientos que hacen posible la pérdidas de pruebas- y/o la corrupción. Si el enriquecimiento de los funcionarios no solo ocurre sino que se ostenta abiertamente (4), con absoluta impunidad. Si, mencionando otros tipos de violencias, hay “ayudas” (salvatajes de todo tipo) para bancos y empresas en situaciones de crisis, pero no para hospitales y escuelas. Esto es: si las violencias reales (5) y simbólicas se manifiestan constantemente -en desmedro de un modelo de resolución de conflictos que priorice el diálogo, la negociación, la mediación pacífica-, no solo que actúan regulando las relaciones, sino que se constituyen e interiorizan como un recurso de inclusión, reconocimiento y pertenencia, es decir, un modo de sobrevivencia del ser (6).
Por más que se niegue, la violencia, la imposición por la fuerza, el poder, son ampliamente valorados en una cultura que promueve la satisfacción inmediata e ilimitada de deseos y pulsiones en contraposición a aquello en realidad la hace posible: la postergación de los mismos en pos de la convivencia, basada en respeto a las normas y a la ley. Más aún. Las soluciones que se proponen para resolverla son mayormente violentas: pena de muerte, fusilamiento, castración, etc., así como se considera a algunos de los hechos como soluciones adecuadas a la violencia misma (“está bien que se maten entre ellos”, en referencia a un ajustes de cuentas, por ej.).
En cuanto a los factores psicológicos y emocionales, tanto predisponentes como desencadenantes, serían largo de enumerar (personalidades impulsivas, psicopáticas, entornos abusivos, etc.), y si bien muchos síntomas y características psicológicas pueden ser predictores de futuras conductas violentas (tales como que haya una baja de tolerancia a la frustración, un mal manejo de la agresividad, el uso de sustancias, entre otras), constituye un error flagrante hacer una correlación directa y causal entre alteraciones o trastornos mentales o psicológicos y conductas violentas, pues no solo es discriminatorio y estigmatizante, sino que encubre lo que la gran mayoría teme asumir y es que cualquier sujeto “normal” puede tener conductas violentas, lo cual expone a un mayor riesgo, al temor y a la amenaza que “patologizándola”. “Tranquiliza” pensar que quienes cometen hechos aberrantes son “monstruos”, “bestias”, “lacras” y no personas, y que su “supresión” resolverá el problema (una suerte de continuidad de la “Teoría de los dos demonios” en tiempos democráticos), más allá de que, por supuesto, sin justicia y castigo efectivo, la delincuencia se puede ver estimulada (7). No son los las “alteraciones” las que generan violencia, sino que es una sociedad atravesada por la violencia la que enferma mentalmente a sus integrantes y la altera.
DEP: -¿De qué manera se proyecta esa violencia social e inseguridad latente en la vida cotidiana del ciudadano?
MADB: -Algo he mencionado en las respuestas anteriores, pero cabe agregar que el efecto más negativo es su naturalización, pues de ese modo se perpetúa. Si bien su gran complejidad, es fundamental entender que es un proceso social, humano y que todo reduccionismo que pretenda “erradicarla” es inviable como solución, lo cual conduce a un mayor descreimiento e impotencia, al miedo persecutorio, fuente de mayores violencias.
Los cambios que estamos viviendo han llegado para quedarse, tanto en sus aspectos positivos como negativos y solo aceptándolos podremos afrontarlos apropiadamente. Entender que lo que está pasando nos pasa a todos. Que lo que ocurre muestra lo que somos, lo que hacemos, lo que pretendemos. Los planteos bipolares, la búsqueda de chivos expiatorios, el odio o la indiferencia solo conducirán a empeorar la situación. Tarde o temprano habrá que optar entre el egoísmo o la solidaridad, la discriminación o la integración, la responsabilidad o la indolencia. Tarde o temprano habrá que optar entre convivir o conmorir.
NOTAS:
(1) Entre ellos “Apuntes sobre lo que acontece en Comodoro Rivadavia”, del cual en febrero del 2010 publicó un adelanto Diario El Patagónico.
(2) No se trata de una sustancia, de un objeto sino de una manifestación, pues esta concepción de la violencia en realidad la banaliza planteando soluciones inconducentes (parecidas a la “lucha contra la droga”), pues por lo general propone soluciones violentas (“más armas”, “más policías”, etc.) dejando de lado lo verdaderamente sustancial que son las condiciones que la desencadenan. Error que conduce equiparar violencia con delito y crimen (los “comunes”, claro), dejando de lado otras violencias propias del sistema, que son su sustrato. Se suele criminalizar la pobreza siendo que la existencia de la pobreza (no por falta de alimentos y riqueza, sino de su mala distribución) es uno de los mayores crímenes sociales, y los pobres sus inexorables víctimas.
(3) Mercado que, ya que hablamos de violencia, fue impuesto brutalmente en nuestros países merced a las dictaduras genocidas, dando lugar a que, ya en democracia, pudieran implementarse las políticas neoliberales más extremas como por ej. la privatización de YPF -algo que no se realizó en ningún otro país con empresas estatales similares- que no solo desmanteló a la empresa sino a todos un sistema productivo, social y cultural en nuestra región. Es decir: la violencia por antonomasia, la que es ejercida desde el poder estatal. Mercado que, vale destacarlo, tras una fachada de supuesta desideologización, consiste en imponer un discurso único y hegemónico, que impida todo cuestionamiento, crítica o alternativa a su existencia y en consecuencia la resignación y el sometimiento.
(4) Sería interesante que así como se realizan investigaciones sobre la cantidad y tasa de homicidios, se realizaran también otras que permitan informarnos de cuáles son las tasas de actos de corrupción, del enriquecimiento ilícito, de subsidios y prebendas a funcionarios y empresarios, lo cual nos dará un panorama más amplio y una mejor orientación para entender muchas de los hechos que ocurren en y con la vida del ciudadano común, como por ej. saber si tienen alguna incidencia o interrelación con otros delitos como la prostitución, la trata, el narcotráfico, las barras, entre otros.
(5) Realidad que no es la única verdad, sino que esta mediada por las percepciones, interpretaciones, ideas y creencias que se tienen de ella, constituyéndose así su “materialidad”, y que actúan, la más de las veces, inconscientemente.
(6) Pertenecer a una banda delictiva, ser un delincuente o un asesino, es preferible a no ser nada, por cuanto apuntala una afirmación de la mismidad frente a una exclusión existencial que es mucho más amenazante (subjetivamente) dado que se vive como irreductible.
(7) Como en el caso de Pablo Barreto que fue detenido y liberado dos veces por delitos cometidos en un corto lapso de tiempo, luego de ser absuelto en segunda instancia por el homicidio de José Luis García en rnero del 2012.
* Médico cirujano, especialista en Psiquiatría y trabaja como psicoterapeuta. Presidió la filial Comodoro de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y fue cónsul argentino de Poetas del Mundo. Algunas de sus publicaciones son “Desarraigo y depresión en Comodoro Rivadavia”, “Memoria, Verdad y Justicia” (2006), “Letras del Mundo” (2006), “Comprender las Psicoterapias” (2007) y “Narradores Patagónicos, Cuentos Escogidos, Antología” (2010).
Fuente: Blog del entrevistado - http://lasbabasdelangel.blogspot.com.ar/ y Diario El Patagónico (Comodoro Rivadavia)
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